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Eutanasia: ¿Si o no?

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
El caso de la joven italiana Eluana Englaro recientemente fallecida al tercer día después de haber sido desconectada de los aparatos que la mantenían con vida en estado vegetativo desde hacía 17 años, ha reavivado la polémica que sobre la eutanasia viene dándose en los distintos países europeos de nuestro entorno desde hace ya bastantes años.
La publicidad 'vende' una imagen estereotipada y falsa de las verdaderas actividades de la llamada 'tercera edad'. Los 'viejitos de película' de la foto distan mucho de la cruda realidad y corresponden más al marketing que existe alrededor de las grandes cifras de negocio que significa todo 'el mundo del mayor
La publicidad "vende" una imagen estereotipada y falsa de las verdaderas actividades de la llamada "tercera edad". Los "viejitos de película" de la foto distan mucho de la cruda realidad y corresponden más al marketing que existe alrededor de las grandes cifras de negocio que significa todo "el mundo del mayor
La sola palabra eutanasia, provoca escozor y preocupación. Asociadas a esta palabra difícil de entender en un primer momento, hay imágenes terribles de eliminación sistemática de personas que por una u otra razón, no entraban en un determinado esquema. El genocidio nazi aplicado no solamente en contra de un grupo étnico en especial sino también a aquellos sujetos enfermos o incapaces, ha conferido a la palabra eutanasia, una malévola aureola de impiedad y peligrosidad.

Hace algunos años, la prensa trajo la noticia de la autorización para la eutanasia -bajo determinadas circunstancias y condiciones- en un país qué, como Holanda, pasa por ser una de las naciones más progresistas del planeta y donde, también por primera vez, se autorizaron los matrimonios entre personas del mismo sexo.

Los defensores de la eutanasia, arguyen que el derecho a morir dignamente es connatural a los seres humanos que pueden, bajo determinadas circunstancias y condiciones, -como por ejemplo, padecer un mal incurable con insoportables sufrimientos-, solicitar la muerte asistida como una forma humana (¿o deberíamos decir humanitaria?) para acabar con el sufrimiento de esa persona que nada puede esperar ya, de la vida.

La eutanasia como forma de terminar con largas agonías asistidas médicamente, es vista como inhumana y cruel por aquellos que piensan que la vida, bajo cualquier circunstancia o condición, es un preciado bien que hay que conservar a toda costa pero, valdría la pena considerar que es posible que aún no haya pasado suficiente tiempo de discusión y controversia sobre este tema y de ahí, que todavía aparezca como impensable siquiera, en el mediano y… posiblemente, largo plazo.

Hoy en día por ejemplo, a nadie le sorprende que llegados a determinada edad, a los abuelos se les interne sin más, en una residencia de ancianos, con el razonamiento aceptado plenamente, de que en la residencia, "estarán mucho mejor atendidos" que en casa y se desgranan para reforzar esta decisión, una larga serie de argumentos entre los cuales los más socorridos son los que dicen que "estará con gente de su misma edad", "les atenderán profesionales", "no sufrirán el agobio de la vida doméstica" y muchos otros razonamientos sin que nunca se planteen, los parientes responsables de mandar al anciano a un albergue, si de verdad eso será positivo para la salud psicológica y mental del mismo anciano.

Hace 50 años, nadie se hubiese planteado con soltura y facilidad, enviar a sus padres a un "asilo" como se decía entonces. La sola idea de hacerlo levantaba ampollas. Con el correr del tiempo, las agitaciones de la vida moderna, los pisos y departamentos cada vez más pequeños, la incorporación de toda la familia al trabajo, las jubilaciones anticipadas, el alza constante de la vida y, las casi nulas opciones reales de ocupar a mayores de 70 años en ninguna parcela de actividad de la vida diaria, dieron como resultado, la creación de las "residencias de mayores" como eufemísticamente se llama a esos verdaderos cementerios de elefantes (los ancianos van allí sólo a esperar la muerte, no a otra cosa), que son los albergues para recibir a aquellos que en la vida actual, no tienen cabida, por las razones (todas atendibles, sin duda) que sea.

La publicidad, con atractivos anuncios donde aparecen personas mayores (sonriendo con toda la dentadura), impecablemente vestidas con ropa de calidad, con bigotes y blanca cabellera, bronceados por el sol, y dando a entender que disfrutan de una vida regalada y repleta de actividades que en otros lugares (léase sus propias casas o la de sus parientes) nunca podrían realizar, ha despenalizado y descafeinado la crueldad que significa mandar a los "viejos inútiles y lateros", lejos del entorno familiar de gente joven (todavía), que dadas las actuales circunstancias de vida, no tienen tiempo para ocuparse de los mayores y sus necesidades.

Las residencias de ancianos que proliferan hoy en día como setas, dando origen a un floreciente negocio, son sin lugar a dudas, consecuencia de un deterioro de la vida familiar que ve absolutamente inviable, el disponer de los medios necesarios para cuidar a uno o más ancianos en casa.

La falta de medios económicos ha obligado a las familias a jibarizar su espacio vital. Hoy es corriente que esa misma familia de cuatro o cinco personas, viva en un piso que no supera los 45mts2 y que uno o dos de sus miembros como mínimo, esté sin trabajo permanente y por desgracia… con pocas posibilidades de encontrarlo.

Los expertos en demografía auguran un envejecimiento radical de la población para los próximos 40 o 50 años de manera que en 2050 en España, más del 40% de la población tendrá más de 65 años, con lo que no habrá fuerza viva y joven, para hacer frente a las necesidades sociales de esta misma población.

Hoy mismo en el año 2009, resulta muy duro, cruel e impensable, creer siquiera que en los próximos años, la posibilidad de la eutanasia voluntaria o a pedido del interesado, (cuando llegue a una edad que considere oportuna), pueda ser algo corriente pero, tal y como van las cosas, quizás el criterio actual no permanezca inamovible en los próximos 40 o 50 años.

La propia dinámica de la vida futura condicionará sin lugar a dudas, una diferente forma de ver como aceptar la por hasta hora, ineludible llegada del deterioro físico y mental en las personas. Quizás hoy todavía, la idea de usar la eutanasia es impensable, como era hace 50 años la posibilidad de enviar por sistema a los viejos a un albergue para quitárselos de encima y es razonable y normal que resulte muy dura e incomprensible para nuestra mentalidad actual pero, el mundo avanza tan rápido, que no podemos apostar por lo que será normal dentro de 50 años, de manera que como en todo, sólo será cuestión de esperar….
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