Vigo-Patagonia, ¿el último viaje de Hitler?

Así lo asegura el periodista argentino Abel Basti en su tercera obra sobre los nazis en Argentina, "El exilio de Hitler", que se publicará en España el próximo mes de junio.

El periodista argentino Abel Basti asegura en "El exilio de Hitler", que el dictador nazi no se suicidó el 30 de abril de 1945 en el búnker construido bajo la Cancillería alemana, sino que cuatro días antes, el 26, cogía un vuelo hasta el aeropuerto austriaco de Hörsching, y desde allí otro hasta Barcelona para proseguir después su viaje hasta Vigo, donde los nazis tenían una base para sus submarinos.

En el puerto vigués, el dictador y su mujer Eva Braun, junto a un reducido séquito, habrían zarpado hacia la Patagonia, en Argentina, donde el Fürher habría disfrutado de un dorado exilio.

No es la primera vez que se baraja la hipótesis de la huida de Hitler, alimentada por el hecho de que sus cuerpos, incinerados, nunca fueron hallados. Durante un interrogatorio de la CIA, Heinrich Müller, jefe de la Gestapo, reveló que el Fürher se había escapado a España. La novedad que aporta el libro de Basti es un documento oficial secreto, hallado por el investigador en su país, según el cual Hitler encabeza la lista de pasajeros de un avión que viajó de Hörsching Barcelona pilotado por Werner Baumbach, fallecido en Argentina en 1953.

Para Basti, la versión oficial sobre el suicidio de Hitler es una "farsa con ribetes dignos de una película de Hollywood" que se "fabricó" para dar un salvoconducto a Hitler, quien era visto como una "pieza clave" en la lucha contra el comunismo en la posguerra. En este sentido, el investigador va más allá al asegurar: "No tengo dudas de que cuando concluía la II Guerra Mundial Hitler se escapó de Alemania bajo un escudo protector de sectores de poder anglo-norteamericanos, los mismos que lo habían financiado para que, de humilde pintor, llegara a ser canciller de Alemania".

Incluso habla de la existencia de un supuesto pacto entre Washington y Berlín que contemplaba un plan de evacuación nazi para personas, tecnología, documentos y divisas.

El periodista e investigador asegura que tiene testimonios que confirman la presencia del líder del Tercer Reich en España: el de un jesuita, cuya familia era amiga del dictador nazi y el de un soldado de la División Azul, Raúl López Rouco, que formó parte de la Gestapo, y que le confirmó que vio a Hitler a finales de abril de 1945, días después de que se hiciese público su suicidio en Berlín.

Además, dice que otras personas le refirieron las reuniones que mantuvo en "Las quebrantas", una hostería de Cantabria, y una de las paradas de su viaje hasta Vigo. Según las pesquisas de Basti, el dictador habría permanecido en nuestro país no más de un mes.

Es más, Basti publicó hace menos de un año en su página web un documento del FBI en el que se dice que el Ejército de EE UU buscó a Hitler en España. Este documento concluye que los aliados no han encontrado "ninguna prueba de que Hitler esté muerto", por lo que consideran "la posibilidad de que esté vivo". Lo más importante del documento es el fragmento en el que se dice que el Ejército de Estados Unidos "busca a Hitler en España", lo que para el periodista supone la prueba definitiva de sus teoría.

Basti colgó también un audio de la BBC que dice que los forenses habían encontrado el cuerpo de Goebbels, pero que el cuerpo de Hitler no lo habían hallado. Según este documento, los doctores encontraron un "doble malo de Hitler". En otro fragmento se escucha al locutor afirmar que los aliados hallaron otros seis dobles del dictador muerto.

El autor de "El exilio de Hitler" sostiene que España fue "un trampolín" para viajar hacia Sudamérica en submarino y que Hitler desembarcó en las costas de Patagonia entre julio y agosto de 1945, y dice contar con numerosas pruebas que demuestran que se movió por el sur de Argentina.

Esta hipótesis desmonta la versión oficial de la muerte de Hitler, que afirma que el dictador alemán se suicidó de un tiro en la cabeza en el llamado Führerbunker, situado a 15 metros de profundidad en el subsuelo del edificio de la Cancillería en Berlín. Junto a él también se quitó la vida su mujer, Eva Braun por la ingesta de cianuro. Según esta versión, el ayudante del dictador, Otto Günsche, recibió instrucciones del "Führer" para incinerar su cuerpo una vez se hubiera suicidado. Acto seguido, Hitler y su mujer se encerraron en el despacho del mandatario. Según el testimonio de Günsche, en su interior "se sintió un disparo ahogado". Cuando entró halló a Hitler recostado en un extremo del sofá con un tiro en la cabeza. Al otro lado, Eva Braun, con quien se casó un día antes, el 29, también yacía sin vida.