Más allá de la oficina

Dependiendo del grado de interacción y de confianza que logremos establecer con nuestros pacientes, muchas veces la llamada prestación médica se verá transportada a donde quiera que vayamos.

Al menos, para mi estilo de hacer medicina, no me desacomoda que aquello ocurra. De pronto sin darnos ni siquiera cuenta, nos encontramos aclarando dudas de nuestros pacientes en el supermercado, en el banco, en la iglesia, en el servicentro, en el restaurant, en el estadio, etc.

Yo creo que eso no sucedería si fuéramos ingenieros o arquitectos (nadie nos pediría que le hiciéramos un plano en el estacionamiento del supermercado) o tal vez abogados (tampoco un escrito en la fila del banco), etc.

Los avances tecnológicos también han proyectado nuestro quehacer médico más allá de nuestras consultas. Es cada vez más frecuente la comunicación por celular, por mail, o incluso por el chat , con aquelos pacientes que nos sienten más cercanos y por ende se toman la libertad de contactarnos.

Pareciera que la propia seriedad que demanda el ejercicio de la acción médica, por muchos años hizo confundir nuestra actitud, con una postura fría y distante en relación a los pacientes. Creo que la imagen del "medico semi-Dios", se ha ido reemplazando en la actualidad por la del "médico semi-amigo".

Finalizo esta reflexión con una frase que acuñé hace algún tiempo al redactar el prólogo de un libro escrito acerca de la Etica Médica: "Más importante que ser amigo de un médico... es que un médico sea amigo tuyo".