Prostitución Solapada

En el país que vivo en calidad de préstamo, en ciertos períodos se han regalado píldoras anticonceptivas y en otros no. Como no era tema de mi incumbencia, no me fijé cuándo era una y otra cosa, pero como tengo la mente torcida de información veraz, he llegado a concluir que cuando hace falta mano de obra barata, se prevé que hay urgencia en fabricar peones a futuro y se niega la planificación familiar para que los pobres se reproduzcan rápidamente. No es idea mía, que la educación tampoco es equitativa para el mismo fin. Las escuelas de los barrios pobres son muy deficientes y si uno pudiera espiar a menudo, se daría cuenta de que a los profesores les falta dos puntos para volverse locos con la escasez, con la deficiencia y la falta de aporte de los padres en el sentido cultural, quienes entregan sus hijos absolutamente empaquetaos a la educación de las escuelas, si se les puede llamar así a ciertas ratoneras que he visto por ahí.
Y se preguntarán ustedes…Y qué tiene que ver esto con la prostitución solapada… Pues no sé... es que me gusta mucho irme por las ramas, que es de donde obtengo más frutos.
Vamos al tema… ¡Impacientes!
En las novelas de autores latinoamericanos que leía cuando niña, se presentaba la prostitución de una manera tan oscura como oscuras eran las propias experiencias de los escritores, por lo general bohemios y miserables en el sentido económico. Sus investigaciones personales acerca del tema por escribir eran tales, que varios de dichos afamados compositores murieron por la intensidad puesta en sus cometidos. La enfermedad venérea no era un detente para comprender riesgosamente de cerca lo que era la antigua profesión y su ámbito oculto. Hoy, al SIDA se le teme un poco más y casi no se escribe acerca de él… La prostitución, la hacían ver como un humillante camino para ciertas buenas mujeres, para alcanzar el pan para sus varios hijos, en ausencia obligada de los padres correspondientes, que no sé por qué, antaño morían muy tempranamente. Hablo de una época, en que casi la única forma de ganarse la vida como mujer, era siendo ama de casa abnegada, mientras el marido era el único proveedor que mantenía a la prole.

Todavía recuerdo la sensación de angustia que me dejaba la lectura de dichas novelas, que me alertaron dramáticamente y para toda la vida, que aquel no era mi camino. Parece ser que alguien encontró tardíamente la solución al pequeño detalle que me contuvo en mi preciosa época de juventud: La puta actualizada.

Nace, ya no de necesidades vitales como comer o vestirse. No va por las vías oscuras del amor clandestino, amor pagado ni mucho menos en búsqueda del crecimiento social. Nones. La prostituta de hoy, que también infecta y se infecta a sí misma, surge en medio de una escenografía entretenida, sexy y casi segura, imitada de Hollywood. Sus ganancias se pueden contabilizar en moneda internacional, como internacionales son sus carísimos perfumes y vestuarios pertinentes para su oficio: eróticos. Esta chiquilla no se esclaviza ni se somete como las de antes o las comunes de hoy. No vive hacinada en burdeles ni aplana calles miserables con su nobleza corporal. Comparte con un cliente, que alguien que conoce su pedigrí le ha seleccionado para tal efecto y se le permite incluso enamorarlo o enamorarse al puro estilo “Pretty Woman”. No parece muy difícil, ya que para empezar, al primer acercamiento notan, por ejemplo, que ambos huelen bien y no a leña o carbón… aquel sucio material combustible que permite la cocción de un par de kilos de patatas en una población pobrecita, para gente pobrecita, entre ellas, prostitutas pobrecitas. Con la muchacha olorosa, se comparten mariscos de presencia, solamente en restoranes de lujo, lo que conlleva una exuberante cuenta al final de la degustación, seguida por la visita a un discreto lugar lejos de los centros operacionales de ambos implicados.

Pero… ¿Y de qué puta hablo? De la puta decente, está claro. De aquella jovencita o señora de familia, como se les llama a quienes poseen algún apellido de apariencia rimbombante, que utilizan sus negocios triple equis para pagar un lujoso automóvil o un necesario viaje al Caribe para rellenarse los senos afectados por la anorexia. Estos ejemplares se los puede hallar en universidades, clubes de señoras respetables, asociaciones de gente adinerada. (Si no soy más específica, es para que luego no se me tilde de publicitar o tratar blancas)

Prosigo: Estas damiselas entregan sus servicios en un hábitat totalmente subvencionado por su mantenedor moderno, es decir, el cliente. De tristeza y humillaciones, ni hablar, porque controlan la situación con alcurnia, basadas en la autoestima que les concede la buena situación económica y social… no sé si tengan realmente cultura clásica. En todo caso, aquello que no hacen con sus novios, tampoco lo hacen ni por plata, por muy internacional que sea el cambio. Todo dentro de lo normal y bien quitadito de bulla. Nadie las apunta con el dedo ni las erradica de sus respectivas porciones de sociedad. Puede que la estrategia sea justamente ser una puta con plata y no necesitar mendigarla.

Porque así es esta injusta vida: Se te ofrece empleo cuando estás trabajando; te aparece el amor ideal cuando estás casado o enamorado y te encuentras una moneda el día de cobro, cuando no vale nada entre los billetes grandes…. Bueno, casi grandes…
En resumen, si necesitas la plata para vivir, como es el caso de la putas pobres, se te hace esquiva; si buscas marido se te arrancan los hombres, si estás en el paro se te escapan los amigos y si tienes hambre en lugar de kilos de más, no hay quien insista en que comas y comas y comas… como cuando estás haciendo dieta.