Colombia: Cartagena de Indias, ciudad mágica en el Caribe

Cartagena es una ciudad de día, pero otra muy distinta en la noche, cuando el centro histórico cobra nueva realidad a la luz tranquila de los faroles y la iluminación ornamental cambia por completo la presencia de sitios como la enorme fortaleza de San Felipe. Caminatas por el casco urbano y excursiones a las islas o al volcán Totuma en el día; en la noche, cena en uno de los excelentes restaurantes o farra en “chiva” a través de los barrios o en una discoteca: quizá la mejor forma de disfrutarlo todo sea desde una habitación en uno de los hoteles boutique de la zona colonial.

Son decenas, pequeños, de menos de 10 habitaciones y situados en antiguas mansiones coloniales y edificios de altísimo valor patrimonial; cómodos, con una atención muy personalizada y exclusiva decoración.

Se puede optar por mayores alojamientos, como el Sofitel Santa Clara, joya de la arquitectura del XVII que pasó de antiguo convento a moderno hotel de lujo, o el Charleston Hotel Santa Teresa, otro convento, el primero de la ciudad amurallada, que hoy se reparte en dos torres, una de estilo colonial y otra de principios del XX, con espaciosas suites y uno de los mejores spas de la región. Están, también, los resorts en las inmediaciones de la ciudad.

El Corralito de Piedra
Fundada en 1533, Cartagena fue uno de los puntos de embarque de la flota que llevaba a España las riquezas del Nuevo Mundo. El asedio de los piratas hizo que la Corona mandara a construir en sus predios un imponente sistema de defensa: 21 baluartes, 11 Km. de murallas, 7 fuertes, 13 baterías y 3 escolleras, que se unen hoy a 14 claustros, iglesias y conventos, y 16 plazas y parques históricos, además de varios museos. Fue declarada por la UNESCO Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad en 1984.

Su bahía, por la que antaño salieron hacia Sevilla y Cádiz el oro y la plata de El Dorado y Potosí, fue incluida este año en la selecta lista de 33 radas del World Most Beautiful Bays Club. También la guía turística Frommers, una de las más influyentes en Estados Unidos, mencionó a la ciudad entre los 12 mejores destinos a visitar en 2009, junto a urbes como Washington, Estambul, Ciudad del Cabo y Belfast.

Cuando salga a caminar las calles de la vieja ciudad entenderá el orgullo de los cartageneros, que insisten en que Cartagena tiene todas las bellezas de las sensuales ciudades portuarias caribeñas y el valor agregado de que, al contrario de La Habana, Santo Domingo o Kingston, está a salvo de los huracanes por su meridional localización.

Adoquines, el barroco en fachadas civiles y religiosas, balcones con balaustradas de madera cubiertas por cascadas de buganvilias y otras flores del trópico, patios interiores refrescados por las fuentes de agua y la vegetación… Los abundantes cafés y bares invitan a una parada en la caminata o el paseo en coche de caballos para degustar una infusión, cócteles locales o jugos de frutas naturales.

En algún momento llegará al Parque de Bolívar, donde se encuentran la estatua ecuestre de Simón Bolívar y construcciones de relevancia histórica como el museo Palacio de la Inquisición, el Museo de Oro, la Catedral y el edificio de la Gobernación, o a la animada Plaza de los Coches, rodeada por edificaciones coloniales y uno de los centros de la vida nocturna.

Además de conocer museos como el del Oro, Arte Moderno y Naval, caminar por la ciudad amurallada es buena oportunidad para adquirir antigüedades, ropa y artesanías de muchos lugares de Colombia trabajadas en fibras, cortezas, maderas, algodón y lanas, además de objetos ornamentales y joyas.

Situadas entre los fuertes Santa Clara y Santa Catalina, en el sector de la ciudad amurallada, Las Bóvedas fueron construidas en el siglo XVIII como cuarteles y cárceles. Hoy, restauradas y acondicionadas, albergan galerías de arte y almacenes donde puede adquirirse lo mejor de la artesanía del país y específicamente de la costa caribeña.

Excursiones
El cerro de La Popa (135m), donde se levanta un antiguo convento, ofrece una vista abarcadora de la ciudad, al igual que el gigantesco Castillo de San Felipe de Barajas (construido entre 1536 y 1657), con sus plazas, misteriosos túneles y pasadizos, tiendas, cafés y galerías.

Tampoco deje de visitar la casa de Gabriel García Márquez o el Jardín Botánico, con especies tropicales; las cercanas granjas de cocodrilos y los distintos barrios: el antiguo Pie de la Popa; Barrio Manga, con sus casonas patrimoniales; los modernos Bocagrande, Castillogrande y El Laguito, de edificios residenciales y hoteles; La Matuna, distrito de negocios y sede del colorido Parque de las Flores, y Marbella, Crespo y Zona Norte, con su línea larga de playas y facilidades para la pesca y otros deportes acuáticos como las motos de agua, lanchas y esquí.

Hay pintorescos pueblos de pescadores como Bocachica, y en una travesía de entre 1 y 2 horas en yate se llega a las Islas del Rosario: 23 islas, cayos e islotes que son parte del Parque Natural Corales del Rosario y San Bernardo, con impresionantes formaciones coralinas, lagunas costeras, zonas de manglares y bosques secos tropicales. Hay senderos de interpretación ambiental, sitios de observación de aves (endémicas y migratorias), hoteles ecológicos, un acuario, facilidades para hacer buceo o snorkeling y restaurantes donde pedir un delicioso menú a base de mariscos.

Otro sitio famoso es el volcán de lodo Totumo, de sólo 20m. de altura. Tras un breve e interesante trayecto que combina naturaleza y pequeños poblados, el viajero puede tomar un baño de lodo terapéutico (sulfatos, fosfatos y magnesio) y luego refrescarse en una laguna cercana.

También se puede escoger Palma, una isla privada a dos horas en lancha que pertenece a la cadena de hoteles Decameron y que sólo recibe a diario unos 40 turistas que comparten sus playas cristalinas, inmersiones entre sus corales y la rica naturaleza en tierra, o las playas de Portonaito, en la Isla de Barú, a la que se llega en una travesía de una hora.

Si hay tiempo, se puede preparar excursiones a las ciudades litorales de Barranquilla y Santa Marta, o aventurarse por más días en la Sierra Nevada y llegar a la Ciudad Perdida, importante sitio arqueológico prehispánico descubierto y excavado en 1976.

En las noches, además de una larga lista de excelentes restaurantes, se puede decidir entre teatro o conciertos, clubes, casinos o movidas discotecas, bares y cafés al aire libre en hermosos patios interiores.

Para muchos, el bautismo de la primera noche en Cartagena es la juerga o rumba en “Chiva”, bus típico pintado con llamativos colores, que recorre la ciudad y que lleva a bordo una banda de músicos, con bar abierto de licores nacionales.

Sensual, noctámbula, vivaz, clara… Cartagena es también ciudad de romance. Por estas calles debió caminar el Florentino Ariza de El amor en los tiempos del cólera, esperando “53 años, 7 meses y 11 días con sus noches” por Fermina Daza. Sus palacios coloniales sobre estrechas calles adoquinadas, el concierto de piedra, madera y vegetación; el mar y el espíritu alegre la hacen única…

Quizá por ello es destino cada vez más frecuente para bodas y lunas de miel.

Inmersa en el ambiente real-mágico del Caribe que inspiró a García Márquez, visitarla es sin duda una experiencia que siempre se querrá repetir.