¿Significa desarrollo el acelerador de partículas?

En ciencia, como en tecnología no existe la posibilidad de una visión neutra, exenta de consecuencias o motivaciones. Cualquier avance tecnológico implica mayores posibilidades para el desarrollo o la destrucción humana, y todas sus gradaciones intermedias.

Un acelerador de partículas es un avance de grandes dimensiones para unos fines que seguramente, y desde ese punto de vista, aseguren unos beneficios justificantes del inmenso gasto que ha implicado y va a seguir implicando. De aquí surgen una pregunta fácil, de difícil respuesta; ¿es más urgente esta inversión que acabar con el hambre que asola el planeta?, y una pregunta algo más compleja, y de aún más complicada respuesta combinándola con la anterior; ¿qué modelo de desarrollo estamos aplicando si buscamos desarrollar el CERN? Aunque pueda parecer que no a primera vista, las respuestas a ambas preguntas están íntimamente relacionadas.

En el CERN Courier del 1º de junio de 2003, aparecía un esclarecedor artículo (http://cerncourier.com/cws/article/cern/28870) titulado “Física en una economía basada en el conocimiento”. Los descubrimientos científicos y técnicos, sobretodo en el ámbito de la física, están íntimamente relacionados con la economía, y de manera especial con la manera en la que esta va a desarrollarse, incluso en el ámbito del pensamiento económico. Siguiendo a Hacking, la ciencia (fundamentalmente la física, hoy por hoy) no sólo es conocimiento del mundo, sino sobretodo intervención en él. Pero el problema está en el cómo y el para qué de esa intervención, que ineludiblemente va a ser económica.

A la primera de nuestras preguntas, se podría responder con la rapidez de las cifras; los 4 mil millones de euros que se han invertido hasta ahora, equivalen al presupuesto público de 8 años del Chad. Podríamos traducirlo a otros conceptos, pero sería incluso obsceno. Y de esa obscenidad surge la dificultad real para responderla, pues realmente el gasto en desarrollo tecnocientífico es necesario si queremos alcanzar determinados objetivos que se encuentran también entre los Objetivos del Milenio, de forma directa o indirecta, pues el cambio del paradigma energético modificará las expectativas de los países empobrecidos.

Pero es la segunda de las preguntas que planteaba la que puede darnos unas claves realmente interesantes para esta cuestión. El modelo de desarrollo actual está basado, entre otros puntales, en un modelo energético de combustibles fósiles. Ya es ampliamente (siempre hay excepciones que demuestran su estulticia) reconocido que ese modelo energético es obsoleto, y a ello respondería la necesidad de la búsqueda de nuevas fuentes energéticas. La cuestión es que persiste otro puntal que da por hecho que es posible la obtención de una fuente energética infinita y limpia, que vendría a validar el resto de bases del modelo de desarrollo sostenido e ilimitado, en el que el crecimiento económico alcanzaría por sobreabundancia al total del planeta. Dado que el resto de recursos persiste en su terca finitud, y la sobreabundancia parece tercamente concentrarse en cada vez menos manos, la infinitud y limpieza de una nueva fuente energética no serían ya sustento del modelo del desarrollismo ilimitado.

Es indudable que obtener una energía limpia y abundante (incluso aparentemente ilimitada) sería estupenda para cualquiera de los posibles modelos que se puedan plantear, pero todo pareciera indicar que la grosería del gasto frente a la grosería del hambre, hacen inclinarse la balanza por la prudencia de las prioridades. Aunque, claro está, no hemos tenido en cuenta la grosería infinita del gasto en defensa y producción de armamentos, la menor de las prioridades de este mundo; pero por su relación con el desarrollo tecnocientífico deberemos dejarlo para otro momento.