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Opinión

La Chica De Constanza

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
La Chica De Constanza

En 1970 mi padre, mi madre, mi hermana, Pepi, Francis, su sobrino, y yo, hicimos un crucero inolvidable hasta Rusia por el Mediterráneo –veinte días en el mar-, yo tenía entonces veintisiete años y acababa de obtener el Premio Nacional de Teatro con la obra “La Tienda” aún sin estrenar.

El trasatlántico “Cabo San Vicente”, un lujo en alta mar, recaló en Córcega y Cerdeña, en Dubvronik y Split, en Yugoslavia, con Tito, en Estambul y Atenas, en Odessa y en Yalta, en el Mar Negro, pero también en Constanza, con su playa de Mamaia que contemplamos al borde de dicho mar, allí en Constanza estuvieron a punto de perder el barco mi padre, mi hermana y Francis, pues internándose en la ciudad perdieron tanto tiempo que a la hora de regresar no tenían minutos suficientes y no encontraban ningún taxi ni turismo que les llevase al puerto, volvieron al galope sudando como pollos y llegaron al barco cuando sonaba la sirena y retiraban la escalerilla. Pues bien, llegaron de milagro y nos contaron su odisea, tengan en cuenta que Constanza está en Rumanía y por aquel entonces mandaba Ceaucescu; yo no me bajé del barco pues me acababa de dar un trastazo rodando las escalerillas en bañador y desde la piscina de la cubierta de arriba – me pusieron en el acto una azafata de Ybarra, muy interesante, catalana, a mi servicio, dicha azafata me vino después a ver a Madrid pero yo entonces hacía poco caso a las chicas, estaba en otro mundo -. Volviendo al tema la odisea de mi padre, mi hermana y Francis quien por cierto no la perdía de ojo y la cortejaba con todo lujo de detalles y mimo.

Han pasado cuarenta y dos años y en la discoteca del “Diana Plus” me he vuelto a encontrar con Adelina. ¿Quién es Adelina?  Adelina es una joven de 25 años recién cumplidos, delicada, hermosísima, con unos ojos de gato maravillosos, un tipo espigado y perfecto y una naricilla ligeramente respingona (posiblemente operada) que la hace inolvidable.

Bueno, pues yo me había olvidado de ella pero ella no de mí, se acordaba con tenacidad admirable, creo que habíamos coincidido una o dos veces hacía más de un año, pero el otro día cuando iba a ver a una amiga me miró desde la barra y me dijo.

--¿No te acuerdas de mi? – Yo la miré desorientado-, soy Adelina, ¿es que no te acuerdas?.

Azorado la pedí el móvil pero ella no me lo quiso dar, pasé un par de noches inquieto pero la segunda no pegué ojo, la cara de Adelina  tan perfecta mirándome con aquellos ojos se me aparecía constantemente .

Al día siguiente cogí el coche y enfilé la M-40, aparqué en el parking del hotel, un hotel de lujo, y entré en la discoteca, se me echaron encima dos o tres mujeres  esculturales que me retenían, parecían lobas, yo solo murmuré.

--¿Sabéis  dónde está Adelina?

--La tienes ahí – respondió una de ellas.

Levanté la mirada como pueda hacerlo un futbolista consumado antes de dar un pase de largo alcance o de tirar a gol y la vi a siete metros.  Me miraba. Nos besamos cortésmente y le dije:

--He venido a por ti.

Subimos a su suite y pasamos dos horas inolvidables.  Pero lo más tremendo es que ella se acordaba de mí y yo tenía solo un vago recuerdo, una idea abstracta pero lejana de ella. Fue entonces cuando me dijo que era hija única, que vivía en Constanza, que su casa estaba junto a la playa de Mamaia y que su país era ahora muy diferente al que conocimos en 1970.  Por supuesto que le dije que fuera a ver a sus padres, que la época más maravillosa de la vida es cuando los padres y los hijos “son jóvenes todos a la vez”.

Entonces recordé a mi padre, a mi madre, a mi hermana y a Pepi, todos desaparecidos, pero en ese instante sonriendo Adelina me dio un beso muy suave, adivinó mis pensamientos, en esos momentos las mujeres leen mejor que nadie la nostalgia en la mirada de los hombres. Me ofreció ir a ver a sus padres, yo le dije palabras vagas y ella terminó haciéndome un ofrecimiento increíble, un regalo, pues las conozco bien. También lo rechacé.  Salí al “parking” del hotel pensativo, con las llaves del coche en la mano derecha…. Y creí ver entonces a mis padres, a mi hermana y a Pepi, mirándome a lo lejos, saqué el pañuelo blanco del bolsillo y en él aún percibí el aroma muy leve de Adelina, la chica de Constanza.

 (*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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