www.euromundoglobal.com

CARTA DESDE ALEMANIA

Los cátaros fueron perseguidos y aniquilados como herejes por la Iglesia católica
Los cátaros fueron perseguidos y aniquilados como herejes por la Iglesia católica

Los vegetarianos y sus detractores (1)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Después de que en estos días en muchos países están saliendo a la luz tantos actos delictivos dentro del ámbito de la Iglesia, seguramente que no sólo en Alemania muchas personas se están planteando la pregunta de si los delitos de pederastia son los únicos hechos dentro de esta institución que han tenido una influencia tan negativa en los afectados.

Dando una breve mirada a la historia, resulta muy fácil darse cuenta de cuán grande es el ascendiente que esta institución ha tenido en el curso de sus casi dos milenios de existencia en las costumbres, los hábitos y las tradiciones del mundo, ejerciendo así también influencia en la cultura y la ciencia.
Dando una breve mirada a la historia, resulta muy fácil darse cuenta de cuán grande es el ascendiente que esta institución ha tenido en el curso de sus casi dos milenios de existencia en las costumbres, los hábitos y las tradiciones del mundo, ejerciendo así también influencia en la cultura y la ciencia. Como el ser humano tiene la facultad de olvidar muy pronto, sobre todo lo negativo, con el tiempo lo que un día fue delictivo, al final se convierte en una tradición más. Uno de los muchos ejemplos que se pueden aducir en este sentido tiene que ver con el consumo de carne, algo habitual y aparentemente indispensable para la alimentación humana. Hace ya mucho tiempo que la medicina ha comprobado que una alimentación sin carne es más sana, que la crianza de animales de consumo daña la naturaleza y el clima y que el trato que se da en muchos casos a los animales es cruel e inhumano. No obstante, todo esto no ha hecho disminuir ni la demanda ni el consumo de carne, que ha sido y sigue siendo enorme sobre todo en los países que dicen ser cristianos. Como entre ellos son muy pocos los que piensan que el mandamiento cristiano de “No matarás” incluye a todos los seres vivos, por lo tanto también a los animales, merece la pena hacer un somero análisis de algunos hechos históricos, ya que esto puede ayudar a descubrir las raíces del por qué de esta actitud y a reflexionar sobre si se quiere cambiarla.

Los documentos históricos existentes indican que los primeros cristianos prescindían en su mayor parte del consumo de carne. Clemente de Alejandría, teólogo griego y uno de los primeros padres de la Iglesia, que vivió en el siglo II d. C., escribió sobre el discípulo de Jesús, Mateo, que éste sólo se alimentaba de plantas y que no tocaba la carne. Otro padre de la Iglesia, el obispo de Cesárea, Eusebio (264-349), cita en su historia de la Iglesia (II, 2,3) al escritor de la Iglesia Hegesipo, según el cual el discípulo de Jesús, Juan, jamás comió carne. En la misma fuente se describe a Santiago el Joven (llamado ‘el justo’) como santo ya en el vientre materno, quien no tomaba bebidas que embriagan ni comía nada que estuviera animado de vida. Santiago fue el primer dirigente de la primera comunidad cristiana de Jerusalén. Según la enseñanza católica era un primo, mientras que de acuerdo con la luterana un hermano de Jesús, lo que no reviste mayor importancia ya que lo esencial es que él se atenía a lo que había aprendido de su maestro en cuanto a alimentarse. En el siglo IV, Juan Crisóstomo, doctor y padre de la Iglesia primitiva, designado posteriormente santo patrón de los oradores por la Iglesia católica, describió en una de sus homilías a un grupo de cristianos ejemplares, diciendo: “Entre ellos no fluyen corrientes de sangre; no se mata ni descuartiza carne alguna (...) Entre ellos no se huelen los terribles olores de la comida con carne (…) Si desean un festín abundante, su comilona se compone de frutas (…)”.

Con el emperador romano Constantino llegó al poder un soberano que convirtió el cristianismo en una Iglesia estatal, por motivos de poder político, como establece la historia. A partir de entonces, los cristianos, que hasta ese momento habían vivido de forma pacífica, fueron obligados oficialmente a prestar servicio con las armas y a comer carne. A aquellos que siguieron siendo fieles al cristianismo de los primeros tiempos se les persiguió. Se dice incluso que Constantino, a los vegetarianos que no se atenían a su disposición, les hacía tragar plomo derretido. Por su parte el Papa Juan III (561-574) proclamó en el año 561 en el sínodo de Braga, en Portugal, un anatema contra todos los que eran vegetarianos, en última instancia para así tener un mejor motivo para poder perseguir a la comunidad de los maniqueos, que se alimentaban de forma vegana, ordenando: “Si alguien prescinde de los alimentos de carne, que Dios dio a los hombres para su deleite, y los considera impuros, que sea maldecido”. Los padres de la Iglesia s. Agustín y Tomás de Aquino negaron que los animales tuviera alma, estableciendo con ello que por tanto estaban excluidos expresamente de la salvación en Cristo. En este ambiente no es de extrañar que se crearan gremios de carniceros y se persiguiera a los vegetarianos. La Inquisición eclesial de la Edad Media hizo incluso aniquilar a aquellas personas que se negaban a matar animales. Como demostración de su ortodoxia un sospechoso tenía que matar públicamente a un animal. En el libro “El papado en su eficacia socio-cultural”, del conde de Hoensbroech, se puede leer: “Por decreto de la asamblea de obispos en la ciudad francesa de Glosar en el año 1051, varias personas fueron condenadas a muerte como herejes, por haberse negado a matar gallinas: puesto que el no matar animales correspondía a la ideología de los cátaros. Es más, tan sólo el aspecto físico de los acusados era suficiente para condenarlos como herejes, ya que su palidez sólo podía deberse a la forma de vida de los cátaros, que se alimentaban sólo de vegetales”.

La suerte que corrieron finalmente todos aquellos que se negaban a ingerir carne, se puede ver de forma ejemplar en la comunidad cristiana originaria de los cátaros, quienes se aposentaron en Italia en el siglo XI y ya antes contaban con gran influencia en Bulgaria, Albania y Eslovenia. Entre los siglos XII y XIV las agrupaciones más grandes de cátaros se localizaron en el sur de Francia, donde también se les llamó albigenses, ya que en la ciudad francesa de Albi tenían uno de sus principales baluartes. Los cátaros se denominaban a sí mismos veri christiani, verdaderos cristianos, o bien bonhommes, buenos hombres, pero su nombre como tal proviene del griego katharós, que significa ‘puro’. De la palabra cátaro la Iglesia derivó el nombre de hereje, proveniente del provenzal eretge, que califica a todo aquel que sostiene o cree doctrinas contrarias a los dogmas de la religión católica. Y siguiendo esta norma discriminatoria, en la literatura y prácticamente en toda la cultura nacida bajo la influencia de esta religión, a todos los grupos que seguían a Cristo, pero fuera de la Iglesia, se les denominó hasta nuestros días simplemente herejes, movimientos heréticos o sectas. Así también a los arrianos, maniqueos, valdenses, husitas, monofisitas, gnósticos, bogomilos, adamitas, pelagianos, valentinianos, iconoclastas, jansenistas, iluministas, nestorianos, panteístas, sabelianos, priscilianistas, apolinaristas, eutiquistas, montanistas y muchos otros, aunque en el fondo tampoco se libran de esta denominación todos los grupos de mayor importancia como los protestantes, judíos, mahometanos, masones, rosacruces, etc., ya que sus doctrinas discrepan de la de la Iglesia romana. Es preciso recordar que detrás de cada uno de aquellos movimientos relativamente pequeños se escondían miles y miles de personas que fueron perseguidas y aniquiladas por la Iglesia, siendo el caso de los cátaros algo más especial, sobre lo cual se darán más antecedentes en la segunda parte de este artículo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (20)    No(0)

+
0 comentarios
Portada | Hemeroteca | Índice temático | Sitemap News | Búsquedas | [ RSS - XML ] | Política de privacidad y cookies | Aviso Legal
EURO MUNDO GLOBAL
C/ Piedras Vivas, 1 Bajo, 28692.Villafranca del Castillo, Madrid - España :: Tlf. 91 815 46 69 Contacto
EMGCibeles.net, Soluciones Web, Gestor de Contenidos, Especializados en medios de comunicación.EditMaker 7.8