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Opinión

Mi Pequeño Manhattan

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Mi Pequeño Manhattan

Vivo entre rascacielos, junto al Edificio España y la Torre de Madrid. Junto a mi casa está la placita de Cristino Martos, es como el Central Park donde se ha criado mi hija y donde los meses de abril a octubre se reúnen las mamás de los demás niños a charlar y a vigilarles, mientras estos juegan en un tobogán con la arena y en unos columpios. El “Bar de Nino” ameniza esta estampa neoyorkina sacando durante el verano unas mesas y sirviendo cervezas. Desde la placita se ve el inmenso gigante de la Torre que parece desplazarse peligrosamente hacia nosotros cuando las nubes se deslizan a través del cielo azul.


Lo más curioso de este lugar es que junto a los rascacielos se abren estrechas calles de casas muy antiguas, algunas ya vetustas, donde tenemos la carnicería, la panadería, la lechería, la tienda de embutidos, la pastelería y la farmacia. En esas tiendas, sobre todo en la farmacia, solemos encontrarnos los vecinos que tan bien nos conocemos y que nos saludamos y charlamos un poco como si se tratase de un pueblo. Porque en realidad vivimos en un pueblo solo que en el centro de la capital. Así es mi pequeño Manhattan.

Los que vienen de provincias dicen que esto es insufrible, con tanta circulación, esmog y estrés, pero les contestamos que a nosotros nos encanta, que estamos acostumbrados. Somos amigos de Jorge y de María Luisa, el arquitecto argentino y su mujer psicóloga; de Pilar, una mujer apasionante separada de su marido diplomático y que ha recorrido medio mundo alojada en grandes palacios con muchas doncellas, organizando cenas para Jefes de Estado, para reyes y marquesas, hay días que es hermosísima y otros que parece una leona encerrada en su jaula. Sus tres niñas son amigas de Martita, de mi hija, juegan todas en la placita con Ainoa, con Susana y hasta con Carmen Huidobro.

Pero lo más maravilloso del lugar es la Cafetería “Jamaica Plaza”, se halla situada en la equina de la Torre de Madrid, frente a la Plaza de España, donde empieza Princesa. Es confortable y moderna, toda de finas maderas entreveradas y cristaleras, por ella pasan altos ejecutivos, bellísimas mujeres, morbosas adolescentes, negros del Senegal, artistas… Un público variopinto y apasionante.

Este es mi sitio para escribir. Aquí sentado frente a una mesa, en pleno “Broadway” contemplo a través de la cristalera toda la “Calle 42” llena de cines y de teatros donde puedo divisar desde los luminosos de “El rey León” hasta los de “Hoy no me puedo levantar” y “My fair Lady” y la Plaza el Callao, escribo mis libros más inspirados. Todas las camareras me conocen, nos sabemos nuestras vidas de memoria, está la pizpireta Pilar, graciosa y vitalista; Carla, morena sensual y equilibrada; Chaya, con ojos azules y cabello rubio como el oro anudado a la espalda, se parece a Jodie Foster, y muchas más. Me acercan los cafés, me preguntan cómo voy, incluso si estoy muy nervioso por algún pasaje que requiere un pensamiento acelerado, casi ideofugitivo, me sacan a la calle y pasean conmigo. Son mis confidentes y mis camareras, algo así como el “Moulin Rouge” de Touluse Lautrec. Nunca olvidaré la redacción de “Malín”, mi última novela, disfruté como un loco, escribía sin parar y con gran frenesí de la mañana a la noche, no me movía de “Jamaica Plaza”, qué enorme placer escribir “Malín” en ese lugar, entre personas interesantes, altos negociantes, damas extranjeras, jóvenes excitantes y camareras maravillosas. A ellas las nombro al final cuando todo termina. Me aislaba de la batahola, del bullicio, pero veía las caras, las siluetas, los ojos, creo que no hubiese podido escribir semejante novela si no hubiese sido en ese lugar, contemplando la Gran Vía y el bullicio cosmopolita de la calle.

Así es mi barrio, así es mi pequeño Manhattan, no lo cambiaría por nada en el mundo, ni por las lujosas urbanizaciones, ni por los frondosos chalets con tenis y con piscinas. Tienen que tener en cuenta que mis ventanas dan a la calle Manuel, sin circulación, desde donde contemplo el cielo con el mismo silencio que tendría en la cima nevada del Everest.

Allí Martita, ese otro gran milagro, Elena y yo, hacemos nuestra vida cotidiana que se relaja y tranquiliza sobre todo cuando Germán ha dejado de escribir.(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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