Mi Amigo Florián (I)

Hombres y mujeres con una fuerza descomunal en el seno de mi familia, de mi pequeña familia de toda la vida que quizá puede deberse al aburrimiento que me acaba produciendo la vida burguesa, la burguesía a la que he pertenecido, a veces alta burguesía, pero siempre con esa planicie un poco aburrida que la caracteriza, mi vena bohemia, transgresora, artista y creadora que también la traspasa hace que d vez en cuando salte un poco hecha pedazos, bien por una depresión que la derrumba, bien por un éxito sonado que la hace remontar de pronto hasta la estratosfera, bien por la aparición inesperada –como antes apuntaba– de un ser insólito, hombre o mujer, que como un meteoro venido del espacio profundo y remoto penetra en el núcleo más íntimo de mi familia y por lo tanto de mi yo.

Este fue el caso de Alfredo Sanz Rojo, conocido en Washington, el de Sera, conocida a través de una consulta psicoanalítica, el de Guillermina o María Luisa, conocidas en reuniones imprevistas y veraneos, el de Lourdes Álvarez, conocida dando una conferencia en Oviedo, o Aurora, conocida en los pasillos de un Hospital donde mi hermana languidecía víctima de un cáncer, o finalmente el de Florián.

Porque Florián no era amigo mío, lo era de mi hija Marta pero se introdujo con fuerza en la familia en una pausa que tuvo viajando desde Panamá a Viena y transformándose en mi chofer particular y sorprendentemente en íntimo también de mi mujer y mío, dado su carácter risueño, amable, servicial y educadísimo y de su rara inteligencia y rica personalidad, muy observador y sensible, lo que le hacía muy sabio a pesar de su edad. Porque a pesar de su juventud, que no lo parecía, 23 años, tocaba endiabladamente bien el piano y yo le puse pronto el sobrenombre de “el pianista de élite”.

Florián era alto, delgado, risueño, con ojos de muñeco de peluche, cabeza de poeta, de pianista o de pequeño genio algo loco. Cocinaba, conducía, reía o hacía reflexiones de una profundidad tremenda ante el asombro de todos nosotros, e iba y venía al apartamento de al lado generalmente con los pies descalzos, que según él era muy bueno para la salud.

Pronto se hizo amigo de todos y alternaba a mi hija y amigas de su edad conmigo, mi mujer y nuestros amigos, de otra edad bien diferente. Florián se había escapado de “las Suizas” como decía Sera, aquella bomba sexual un poco marxista-leninista que me quería con locura; en “las Suizas” la comida viene a ser el 70% más cara que en España, pero cualquier oficio, lavar platos por ejemplo te lo pagan a 3.000 euros al mes y una profesión como la mía, un médico por ejemplo, viene cobrando 8.000 euros al mes. Pero los suizos no manifiestan sus sentimientos ni sus emociones ni cabreos, “no pueden o no quieren expresar lo que sienten” y se les va hacia dentro como una densa bola de plomo indigerible, resultado: Abundan los suicidios y las depresiones. La estabilidad económica es total, no saben lo que es una crisis ni lo que es el paro obrero ni saben lo que es una guerra. Es el paraíso de los Roldanes,  de los Urdangarines y de gran parte de los políticos que nos rodean en un país como este nada intelectual ni práctico sino visceral desde tiempos inmemoriales. Los españoles votamos, sentimos y pensamos con los intestinos y con el bazo.

Florián estaba harto de eso, de su país, de su gente, de sus padres y de sus abuelos, por eso un buen día abandonó a su familia tan burguesa, a su país tan egoísta y a su piano tan absorbente y tiránico y se fue a recorrer el mundo de punta a cabo, con dos gigantescas mochilas, un solo pantalón, sin reloj (tan Suizo por otra parte), con unas sandalias y un solo jersey.

Así llevaba varios años durmiendo en los parques y en los descampados, viajando en coches ajenos y asistiendo a raras terapias en lugares de silencio absoluto, de ayuno total, durmiendo donde cayera y comiendo lo que pudieran ofrecerle.

Y así cayó en nuestra casa, en mi casa, y notó un raro calor, el calor de un viejo escritor profundo y algo destarifado, de su joven hija, bellísima y absolutamente “nini”, mimada hasta el extremo, y de su mujer laboriosa, inquieta, con fama de supercompetente pero en realidad algo rarita y en busca quizá de un no sé qué de lo que no tenía ni puta idea.

Por eso Florián, Germán, su esposa y su hija encajaron tan bien. Alrededor del pianista de élite comenzaron a revolotear jóvenes adolescentes morbosas atraídas por su extraño mutismo  y algunas madres sin saber que estaba como una regadera. Incluso el escritor en un momento de rara desesperación vino a proponerle que  se casara con su hija.

La carcajada de ella, de la mujer del escritor se oyó en Londres, o sea más allá de Majadahonda y la del pianista también, pues la verdad es que tenía cierto humor y eso le salvaba de ser tan aburrido como Goethe. (Continuará…)

 (*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)