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Opinión

Un Hombre para la Eternidad (A Man for All Seasons)

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Un Hombre para la Eternidad (A Man for All Seasons)

(En 1966 Fred Zinenmann dirigió la memorable película titulada “A Man for All Seasons” que en España se tituló “Un hombre para la Eternidad”. Los títulos son muy importantes a la hora de desarrollar un argumento, creo que este titular encaja perfectamente para definir al Rey Juan Carlos I que renuncia a su trono, a su reinado, para entrar en la Historia con mayúscula.

La marcha de un rey no es buena noticia, el rey cohesiona y vertebra el estado nacional, el rey da estabilidad y constituye una fuerza centrípeta que unifica y da forma a todo un estado, el estado nacional, el rey representa la voluntad de todos sus súbditos en el caso que nos ocupa de los ciudadanos de un país, en nuestro caso de España. Es como un gran padre o una gran madre cuyo único cometido es proteger y reunir bajo sus alas protectoras o todos los polluelos, a todos sus ciudadanos. A lo largo de mi vida de 71 años solo he conocido en España prolongadas épocas de paz auspiciadas por dos Jefes del Estado fuera de lo corriente Francisco Franco y el Rey Juan Carlos, su legitimo sucesor en la Corona de España. Bajo sus dos sabios, prudentes y bondadosos mandatos ha transcurrido mi plácida vida entera, vida regalada pese a hablarse de fratricidas guerras civiles que no llegué a conocer y de espantosas guerras mundiales que tampoco conocí.

Así mi vida, la vida entera de mi generación han sido tiempos de unidad, de progreso, de armonía y de paz. Un don de Dios que como español que soy  me siento reconocido y que nunca olvidaré, de ahí mi gratitud reverente al general Franco y a su sucesor en la Jefatura Suprema del Estado el rey don Juan Carlos, gracias a la reinstauración de la monarquía obra de la generosidad de don Juan de Borbón padre de don Juan Carlos y del general Franco.

Estabilidad, cohesión, centralismo, fuerza centrípeta, no centrífuga, dones del cielo que sí están encarnados en hombres de virtudes ejemplares y amores a la patria, a la unidad de la patria que constituyen dones impagables para una población que ha tenido la enorme suerte de contar con su mecenazgo. He conocido a los generales y ministros de Franco, mi padre comerciante y empresario ejemplar luchó con las llamadas fuerzas nacionales y  de la unidad de España, una, grande y libre, los treinta y seis años de paz que los hizo respetar y valorar hasta el día de su muerte en el Hospital La Paz, los otros cuarenta años de paz en un régimen de libertades defendiendo  siempre los valores de nación, patria y rey, encarnados en ese hombre, el rey Juan Carlos que ahora se nos  marcha después de cuatro décadas de esfuerzo silencioso y permanente en beneficio de todos los españoles.

He sido testigo desde el año 1943 que tuve la suerte de nacer en este solar patrio pacificado, laborioso y unificado, de una de las épocas más dilatadas de paz y de prosperidad que ha gozado  éste país.

He podido disfrutar el enorme cariño de unos padres, ejemplo de laboriosidad por sus hijos y por

España,  y de otro padre o quizá un abuelo lleno de virtudes habitando en el Palacio de El Pardo y después de otro padre o un hermano mayor en el de la Zarzuela. Del uno al otro se pasaron los poderes de forma suave, consensuada por todos y para el bien de España merced a una llamada transición política armoniosa y generosamente gestionada por ese hombre excepcional que fue Adolfo Suárez González, el abulense de sonrisa  diáfana y pericia ilimitada tan grande como su amor por todos.

Todo esto, esta prolongación, parece haber terminado sencillamente porque yo he conocido de España una verde planicie regada de paz y de prosperidad. Mis estudios de bachillerato y posteriormente mis carreras de derecho y de ciencias empresariales las estudié en los  Sagrados Corazones y posteriormente de la Compañía de Jesús las Ciencias Empresariales y el Derecho, convalidados estos estudios en la Universidad Complutense de Madrid.

Mis reflexiones posteriores acerca de la vida y del mundo, revestidas y penetradas siempre al mundo de la belleza, de la profundidad y del bien común,  las puse bajo formas literarias al servicio y al mejor provecho, al bien de todos los españoles, para su instrucción y su divertimento.  Tuve la suerte para ello de tener los mejores maestros, en los planos de la filosofía, la literatura y el teatro, protegido el pensamiento siempre por esos aires de paz que han volado como suave brisa sobre mi frente. ¿Se puede pedir más?. Me han leído, me han aplaudido ciudadanos de buena formación, educados, sensibilizados en los laboriosos crisoles de bien que fueron la pasada dictadura y la presente y prolongada democracia que ha estada honrada por el rey don Juan Carlos, ese “Hombre para la Eternidad”.

A los dos Jefe del Estado debo mi formación académica, el haber viajado  por numerosos países extranjeros donde he podido constatar el respeto y la admiración que sienten por la obra de España.

Deseo fervientemente que estas largas décadas de prosperidad, de paz y de bien que hemos venido disfrutando se prolonguen en lo sucesivo. Que se dé paso como decía el monarca a la juventud quizá mejor preparada que nunca hemos tenido para que dé solución a los graves problemas laborales e institucionales que ahora padecemos. Que obren el milagro de dar trabajo a los millones de españoles que ahora sufren el flagelo de no tenerlo, que sepan cortar la hemorragia de jóvenes que tienen que emigrar a otros países más prósperos.

 Y que cohesionen, en fin,  de de nuevo con inteligencia y con amor  la unidad de todos los españoles, fuerza indispensable  que han representado  las dos Jefaturas supremas del Estado que he tenido la suerte de poder disfrutar, de ser testigo del ellas, la del General Franco y la de don Juan Carlos Rey de España.

Hago votos y elevo mis oraciones porque todo esto continué, que aparezca un nuevo Adolfo Suárez y el espíritu de concordia que hizo posible la primera transición política y que ahora se nos ofrece en ese hombre más joven pero lleno de una preparación esmerada, con experiencia  y un amor por España como es don Felipe de Borbón y Grecia.

Opinión

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

 

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos. Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

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