José Luis Merchán es el autor de la ilustraciones que representan de modo clásico la efigie del pintor cretense y los personajes de sus cuadros en magníficos dibujos en color y blanco y negro.
Antonio Hernández-Sonseca, autor del prólogo del libro escribe: “No hay palabras que acierten a explicar el misterio de la pintura de El Greco. Sólo acaso pueda lograrlo el lenguaje poético. Te ves como desvalido, pero a nadie se le escapa que en aquellos espacios donde viven estos cuadros se palpa el éxtasis, es decir, el anhelo místico de salirse de sí mismo y aspirar a la unión con Dios.
“Hijo de Grecia ha sido mi destino/ el Laberinto y su árido sarcasmo. Heredé de Platón el entusiasmo/ y de Ulises el ser de peregrino” (…) dicen algunos de los versos de Éxtasis en Toledo.
“¿Es griego? ¿Es oriental?¿Es veneciano?/¡Candiota? ¿Bizantino?/ ¿Mediterráneo?”, con este comienzo del primer poema del libro, el autor va recorriendo la figura y la obra de un pintor excepcional y singular como pocos en la Historia del Arte, que se afincó en Toledo y allí creó sus mejores cuadros.
“Hay que saber mirar y aprender a mirar, como sostiene el cineasta Kurosawa en uno de sus filmes, con las orientaciones de alguien que sepa hacer más transparentes nuestras miradas, y nos ayude a captar esa música susurrante de la verdad y de la belleza; ese fondo misterioso que puede fácilmente esfumarse con el vértigo de las prisas o bajo el prejuicio del deja vu”, dice Hernández Sonseca.
Toledo y El Greco, El Greco y Toledo, ambos conceptos fundidos en un machihembrado indisoluble y puesto de manifiesto en la poesía de José María Gómez: “Toledo me acogió en la encrucijada/ y aquí mi alma quedaba aprisionada…/ Contrarreforma. Docta Teología./ Nada es el arte sin sabiduría”.
El autor es actualmente Gran Maestre del Capítulo de Isabel la Católica y miembro de la Academia de la Hispanidad.