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Fallece el escritor colombiano Gabriel García Márquez

El escritor tenía 87 años (Archivo)
El escritor tenía 87 años (Archivo)

El escritor de "Cien años de soledad" falleció en México luego de estar internado algunos días en el hospital.

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

México.- El escritor colombiano Gabriel García Márquez, creador del realismo mágico latinoamericano con su emblemática novela "Cien años de soledad", murió este jueves en la Ciudad de México a los 87 años de edad, dijo una periodista mexicana cercana a la familia.

García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, había salido recientemente de un hospital en la Ciudad de México en el que permaneció internado una semana por una infección pulmonar y de vías urinarias, informó Reuters.
"Muere Gabriel García Márquez. Mercedes (su esposa) y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan a dar la información", dijo en su cuenta de Twitter Fernanda Familiar, una periodista cercana a la familia que ayudaba al escritor como enlace con la prensa.
A través de la red social Twitter, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lamentó la noticia.  "Mil años de soledad y tristeza por la muerte del más grande colombiano de todos los tiempos! Solidaridad y condolencias a la Gaba y familia", escribió.
García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, departamento del Magdalena en Colombia. Fallece este jueves 17 de abril en su casa de Ciudad de México. Fue uno de los escritores más admirados en el mundo, novelista, cuentista, guionista y periodista colombiano. Vendió más de 40 millones de libros en el mundo.
En 1940 El Gabo abandonó la costa colombiana para estudiar interno con una beca en el Liceo Nacional de Zipaquirá, una localidad cercana a Bogotá donde conoció el frío, la introspección y su talento para la escritura, temporalmente frustrado por el empeño de su padre en que estudiara Derecho.
No obstante, en septiembre de 1947 publicó su primer cuento, "La tercera resignación", en el diario El Espectador, y su papel como promesa literaria comenzó a forjarse en Bogotá hasta que el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán y los consiguientes disturbios del "Bogotazo" le obligaron a volver a la costa en 1948.
Allí se vinculó al Grupo de Barranquilla, donde con intelectuales se acercó a los clásicos rusos, estadounidenses e ingleses y perfeccionó su estilo directo, ya como columnista de El Universal de Cartagena, de El Heraldo de Barranquilla y como crítico de cine y reportero de El Espectador, destacó EFE.
La publicación de "La hojarasca" y sobre todo del reportaje por entregas "Relato de un náufrago" le valió la censura del régimen del último dictador de Colombia, el general Gustavo Rojas Pinilla, lo que marcó el inicio de su carrera como corresponsal superviviente por Europa, la Unión Soviética de entonces, Estados Unidos y Venezuela.
"El hijo del telegrafista", como se presentaba, huyó siempre de identificarse como un intelectual de su tiempo, pero lo fue, pues cultivó su amor por la pintura y la música, fue accionista de la revista colombiana Cambio y fundó instituciones como la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños de Cuba.
Además, en su etapa europea ya se había empezado a codear con célebres escritores como el colombiano Plinio Apuleyo Mendoza o Mario Vargas Llosa, amigo cercano en la época parisina y de quien se alejó en 1976 cuando el Nóbel peruano le asestó, en público, un derechazo en un ojo por un episodio del que ambos guardaron el secreto.
En 1959 conoció en La Habana al triunfal líder de la revolución cubana, Fidel Castro, momento en el que comenzó una polémica amistad que según García Márquez se basaba en pasiones como la literatura o la gastronomía.
Pero Castro fue el único mandatario con el que alternó el Nobel, pues como afirma su biógrafo británico Gerald Martin, Gabo tenía una "enorme fascinación por el poder" que le llevó a ser amigo, entre otros, del español Felipe González y del estadounidense Bill Clinton, quien hace unos años le visitó en su casa de Cartagena de Indias y le confesó cuánto le quería.
A principios de los sesenta ya se había casado con Mercedes Barcha y había tenido a sus dos hijos, Rodrigo y Gonzalo, con quienes se trasladó a vivir a México, donde escribió guiones, así como las novelas "El coronel no tiene quien le escriba", "La mala hora" y el libro de relatos "Los funerales de la Mamá Grande".
En 1967 llegó "Cien años de soledad", al cabo de dos décadas de disciplina y estratagemas de Mercedes para que el carnicero le fiara, obra con la que barrió en las librerías y se consolidó como el padre de un estilo poliédrico, de una rica prosa y de descripciones detallistas hasta el extremo.
Consolidado después de este "vallenato de 450 páginas" que el poeta chileno Pablo Neruda calificó como "la mejor novela que se ha escrito en castellano después de 'El Quijote'", le siguieron cuatro libros más, tres volúmenes de cuentos y dos relatos a caballo entre Barcelona, México, La Habana y Cartagena.
Vestido con un inmaculado liqui liqui, el traje que manda el protocolo caribeño, recibió en Estocolmo el Premio Nóbel de Literatura en 1982, en una pura reivindicación de su hemisferio que resumió en el potente discurso "La soledad de América Latina".
La Academia explicó que el colombiano merecía el premio porque "sus novelas e historias cortas reúnen la fantasía y la realidad que se combinan en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente".
Y es que su compromiso con las causas latinoamericanas nunca ha menguado: participó como mediador en los intentos frustrados de paz con las guerrillas en Colombia de 1985 y 1998-2002, rechazó públicamente el bloqueo estadounidense contra Cuba y firmó la "Proclama de Panamá" por la independencia de Puerto Rico.
En 1999 le detectaron un cáncer linfático que superó escribiendo sus memorias "Vivir para contarla" (2002), para apartarse del ruido mediático y aparecer sólo en los días de su cumpleaños, siempre sonriente y tratando de disimular las lagunas de la memoria. "La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla", afirmó en su día.

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