Las chicas y los médicos

Sera, con nombre angélico, me acompañó durante aquellos años de juventud. En realidad ahora que hago memoria mi madre siempre me decía “hijo mío, cuando no escribes tu vida se compone de las chicas y de los médicos”. Mi madre tenía razón, cuando me atacaba el “tedium vitae” iniciaba un ciclo, un “tour” por todas las listas de amigas, algunas desgarradas pero otras, las más, pijas y maquilladas de la calle de Serrano, adineradas, tontitas y encantadoras. Cuando terminaba con éstas entraba con frenesí en la lista de mis médicos, los visitaba en sus distintas especialidades, era un equipo más completo que el del General Franco, les pedía chequeos, radiografías y analíticas, todo para nada pues en realidad estaba como una rosa cosa que presuponía, pues como Machado, Delibes o Juan Ramón, era y soy un hipocondríaco de abrigo.

Ahora ya en la vejez o pre-vejez he vuelto con estupor a las mismas manías: las chicas y los médicos. Entre ambas listas se ha deslizado mi mujer canónica y legal que para no ser menos es también enfermera. El caso es que no me hace ni caso, ni me pone el termómetro ni me mira la lengua a ver si la tengo blanca o no. En realidad la única mujer que me cuidó en la vida fue mi madre de la que me acuerdo todas las noches y estoy deseando morirme para volver a verla aunque me inquieten mis pecados que son muchos, recalcitrantes y siempre los mismos. Mi párroco que es mi amigo me dice que los grandes santos siempre disputaban entre ellos a ver quién era más pecador.

Pues bien, lectores, las chicas siempre me han encantado así como los médicos de los que siempre me hago amigo. Trato con la misma naturalidad y afecto a los ministros que a las prostitutas, a los ordenanzas que a los directores generales, a las señoras de la limpieza que a las secretarias, a los millonarios que a los vagabundos. Creo sin duda que esta es una de mis singulares  virtudes y me precio de tratar a todos por igual, además entre un perro que me quiera y  un ministro que no me quiera me quedo siempre con el perro, pues la regla de oro de mi vida es que yo estoy siempre con quien me quiere.  Eso no lo duden.

Mi mujer como mujer, esposa y enfermera es encantadora, aunque de vez en cuando me dé sobresaltos mayúsculos con hipotecas monstruosas…. Pero ya saben, este es un contrato que nunca se puede romper. Y entre este amasijo de virtudes y defectos, de manías y pecados, me encuentro casi ante el Juicio Final.

Sospecho que quizá Dios me mande al infierno o al purgatorio, pero de lo que pueden estar seguros es que deseo fervientemente ir al paraíso sencillamente para volver a ver a mis seres queridos, pues estoy seguro que están allí todos rogando por mí… esperándome quizá.

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos.

Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía),(Ed. Entrelíneas Editores), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)