La obra dirigida por Juan Carlos Pérez de la Fuente, la interpretan los actores Antonio Valero y Roger Coma, este último, magistral en su papel de Dalí. El día de la clausura de la obra, 16 de marzo, salió a saludar el director Pérez de la Fuente y reclamó la puesta en escena de obras de autores españoles, como era el caso de la obra de Arrabal representada en Matadero.
Una Dalí erudito y grandilocuente, un Picasso reconocido, establecido y algo cobarde. Ambos interesados en el triunfo, en el dinero, en la fama… lejos de la guerra civil fratricida española de 1936-39. La obra se sitúa en 1937, cuando Dalí ya ha pintado su “Premonición de la Guerra Civil” con un antetítulo sobre alubias blandas, que aparecen en escena con un puchero humeante. Picasso, en pleno romance con Dora Maar “sólo pinta chochitos”, según le reprocha Dalí en versión arrabalesca.
Picasso pierde el concurso con la compañía de electricidad francesa, que gana Dufy, pero el encargo de la II República española para que pinte un cuadro para la exposición internacional de París, le hace reaccionar cuando sabe que le ofrecen un millón de pesetas. La idea del Guernica tras el bombardeo, se la ofrece Dalí en la escena.
Discusiones, bromas, excentricidades, salidas de tono, delirios, arabescos imposibles… con la voz en off de Dora Maar y de Gala, esposa de Dalí, arrebatada al poeta Paul Elouard… El desiderátum llega al deseo de castración del ampurdanés, con desnudo integral del actor que lo representa y Picasso sobre él como cirujano de la emasculación. Un exceso arrabalesco excesivo y del director por el juego desagradable de desnudos.
Barrabal, el macho cabrío que sale reflejado en el cuadro/pantalla de la escena es el trasunto de Fernando Arrabal, el cabrón que se ríe a carcajadas y hace bailar como marionetas a los personajes.