Los medios de comunicación y el deterioro de la sociedad chilena

Ignoro de donde obtienen esta sentencia, pero puedo asegurar que de mis contactos, nadie ha sido interrogado acerca de lo que desearía obtener de los medios informativos. Hay tanto para decir al respecto, que no alcanzan las palabras que me permite el editor para denunciar tanta falta de decencia. Nuestra sociedad tiene las tripas atadas a los designios de dichos medios, en especial a la televisión abierta y alguna prensa escrita. Aún hay personas que caen en los peligrosos juegos del nuevo periodismo. Es que todavía se confía en la ética del gremio y el supuesto de fuentes fidedignas.

Me atrevo a denunciar que el periodismo actual está actuando en contra de la sociedad, en muchas ocasiones, observando como son partícipes directos en la promoción de los delitos de moda. En el mes de octubre, se han robado grandes cantidades de repletos cajeros automáticos, con varias ventajas para los delincuentes: Mientras la ley les otorga sesenta días encarcelados, los noticieros exponen la noticia de tal manera, que bien podría tratarse de una receta culinaria: Una perfecta guía, con todos los ingredientes necesarios para cometer el delito. Si faltaran antecedentes, la labor periodística los complementará en la siguiente edición, una vez sumado otro hecho similar. Se describen detalles tan increíbles como el tipo de cuerda para atar los cajeros, del lugar donde deben atarse, la tecla para desactivar la alarma, los caballos de fuerza que precisan los vehículos a ser usados e incluso, nómina de errores cometidos. ¡Perfeccionamiento gratuito!

Hace tiempo se está dejando de manifiesto que son los números progresivos quienes seducen a la prensa por sobre la calidad informática. Han adquirido la manía de enumerar los casos desastrosos, como el nombrado robo y la muerte de mujeres en manos de sus parejas, delitos que suman medio centenar para cada ítem de afectados. También en el caso del femicidio, los noticieros otorgan detalles absolutamente innecesarios para el grueso público, como la forma en que fueron descubiertos los crímenes por error de sus ejecutores. Obviamente, ello no sólo interfiere en las investigaciones sino que malamente alertan y especializan a los próximos criminales, con frases de aspecto entusiasta como: “Ya van 54 mujeres asesinadas en lo que va del año”. La exposición de la noticia refleja interés en una sumatoria diaria, que escandalice o estimule suficientemente a la audiencia como para llegar a aumentar privadamente dicho conteo. ¡Es una locura que el titular de la información aluda al número de casos ocurridos! ¿Eso es lo que vale? La explicación vulgarizada: “la gente lo pide” o “es lo que vende” y, en definitiva es lo que los patrocinadores pagan.

Hoy, los hilos conductores y mala intención de los informantes, son cada día más notorios. Sin embargo, parecieran poseer un fuero tácito que inhabilita para denunciarlos. ¿Dónde se haría? Como consecuencia de lo anterior y la falta de fiscalización en el ajuste ético a la verdad, la sociedad está sumida en una depresión generalizada. Los medios exhiben un caos total, que empuja a tomar determinaciones apresuradas en todo ámbito: Matar, robar o cualquier otro sinónimo de vivir la vida loca antes que se acabe el mundo.

Un encuentro futbolístico de características relevantes no se escapa de la manipulación de la prensa, que luego de interponer a los protagonistas todos contra todos, con sus jugarretas mediáticas, manifiestan a horas del juego: “Siendo este partido de alto riesgo, se teme que a la salida haya disturbios en tal y cual parte, ya que la policía está apostada en otra tal zona� etc.” Envían mensajes subliminales al subconsciente colectivo, de masas sedientas de expresar pesares, provocando eventuales noticias. Si ello no califica como incitación a la violencia y el crimen, no sabría cómo llamarlo.

Por otra parte, un canal de televisión ha despedido a homosexuales y embarazadas solteras, entre otros casos de abusos de poder, en nombre de los valores del mundo católico. Lo más impactante de estas injusticias se subraya con un reality show del mismo canal, donde priman a vista y paciencia del cualquier público, groserías y descréditos de gran calibre, deslealtad y mucha violencia. ¿Cómo lo publicitan? Cada media hora: “¡No se lo pierda! Vea como fulanito se agarra a golpes con zutanito”.

Esto mismo sucede con un accidente automovilístico: suscita gran atención y acerca mucha gente a mirar o ayudar. Ello no significa que “la gente lo quiere” o que “la gente lo pide”. En el caso del periodismo, un programa llama la atención con maña, usufructuando nuestro natural interés en la información, si garantizarnos que sea verdad lo difundido.