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Opinión

La Ciencia y mi nuevo Párroco

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
La Ciencia y mi nuevo Párroco

Tengo que confesar queridos lectores que a estas alturas de la vida los únicos asideros con cierta firmeza en los que me aferro son la fe en Dios, fe heredada de mis padres,  y mi amor a la ciencia. La una no es incompatible con la otra sino todo lo contrario, como jurista y humanista el bosque umbrío de las ideas conduce a una cierta inquietud y más cuando ves que ciertos políticos cambian de chaqueta todos los días, otros mienten como bellacos y otros desean deshacer la patria, una patria, una nación que ha costado siglos conformarla.

Por eso cuando te encuentras verdaderamente mal coges el teléfono y llamas a tu parroquia. Mi parroquia es la de San Marcos, junto a la Plaza de España, una joya del barroco  incomparable.  Bueno, el párroco, el nuevo párroco,  pues el antiguo era don Antonio, cura de campo y de hospital con una campechanía maravillosa, a él le dediqué mi primer artículo publicado en este diario  “liberal” que tan bien me trata, se titulaba “El reloj de mi parroquia” y Carmen  la directora de colaboraciones y opinión me lo sacó en seguida. El pobre don Antonio que venía padeciendo del corazón creo que lo leyó la noche antes de morir, pues murió mientras dormía y eso amigos – no se rían – se lo habrá debido a San José, patrono de la buena muerte.

Pues bien, a lo que vamos, el nuevo párroco de entrada no tenía mis simpatías, era no sé, más duro, más intransigente  en sus  homilías, así que como ya no estoy para muchos trotes empecé a sentarme en el último banco en lugar de en el primero, pues era un fan de don Antonio.

Pero bueno, hace unas semanas sentí que me moría y don Francisco , así se llama el nuevo párroco, no tardó ni cinco minutos en plantarse en nuestra casa, iba con el alzacuellos, de gris marengo, impecable, se sentó junto a mí y comenzó a prepararme lo mejor que podía. Se sentó en el sofá un poco derrengado y con un calor de muerte en la calle (era agosto) y el aire acondicionado puesto a tope, no reparaba en el tiempo para estar junto a mí.

Sí, don Francisco, mi nuevo párroco fue entonces algo desconocido para mí, cariñoso, cercano, dulce, misericordioso ante mis faltas y pecados, me confesó, me dio la absolución, me dio la eucaristía, pero con todos sus ornamentos sagrados me administró también

los santos óleos, el viático, no sé, la extremaunción como antes los llamábamos a este sacramento; puedo decirles que me confortó mucho, como soy escritor esta palabra no me era desconocida pero vi con perplejidad que se adaptaba perfectamente a lo que yo estaba sintiendo en esos momentos y que me duró muchas horas, hasta el día siguiente.

Desde entonces, desde ese día, mi ánimo ha mejorado mucho, han ido desapareciendo mis dolencias colaterales al mal principal  que es neurológico me he fortalecido tanto que vuelvo a escribir con gran placer y relativa fuerza.

Confortado, esa es la palabra que define lo que sentí al recibir este último sacramento sentí una enorme emoción al constatar que la Iglesia Católica donde tengo depositada mi fe, te acompaña desde la cuna hasta la tumba, no estamos solos, no, ni al nacer ni en el morir.

Y ha sido don Francisco, mi nuevo párroco quien se ha ganado todas mis simpatías. Veo en él la perfección litúrgica con que dice sus misas,  las palabras sacras, las oraciones, la postura de las manos, el dominio del latín si fuese necesario, también el calor pues desciende desde la sacristía para saludarnos a mi mujer y a mí. Todo lo realiza en el lugar y en el tiempo en que lo debe hacer, las consultas en su despacho, la confesión en el confesionario, la homilía desde la parte derecha del altar.

La ciencia es otro de mis amores permanentes en los que descansa mi vejez o como la quieran llamar. Dediqué muchos años al estudio y la divulgación del “Cambio climático” escribiendo y publicando tres volúmenes; también divulgué lo que aprendí sobre “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, la “fecundación in vitro”, “La hibernación”, Prensa Española publicó el libro y Star Films hizo la película;  el mundo de los quirófanos, esto con la ayuda de mi mujer; el mundo del cosmos, del universo y sus amenazas en “El cometa Azul” que me dirigiera Ángel Borge en su versión teatral.  En fin eso que ha discutido recientemente Joseph Ratzinger y el matemático ateo Piergiorgio Odifreddi, eso tan maravilloso que es la certeza de un Dios que fue hombre en la historia verificable y que nos ama inmensamente, que sostiene y recrea el universo y a nosotros mismos aunque a veces sintamos ese silencio tan difícil,  el “silencio de Dios” que es la otra cara de la moneda del “libre albedrío” una de las realidades más impresionantes de su infinito amor, la libertad que nos otorga…. y también el no saber con certeza cuándo hemos a morir, porque si lo supiéramos sería más terrible.

El Señor en su misericordia  me mantiene en esta vida, Francisco Pérez, mi nuevo párroco vale tanto o más que don Antonio, el “reloj de mi parroquia” marca la hora exacta, la hora de los terrestres, y la ciencia cada día descubre nuevos hallazgos, como el cataclismo que sufrió el centro de nuestra Vía Láctea hace dos millones de años.

Sí, la fe confirma la razón, la fe son las creencias, algo muy diferente al mundo de las ideas, como afirmaba el gran filósofo  José Ortega y Gasset. Pero todo está complementado y sabiamente dispuesto.

(*) German Ubillos Orsolich

Nació en Madrid y es Premio Nacional de Teatro. Premio Guipúzcoa de Teatro, Premio Provincia de Valladolid de Teatro, Premio Julio Camba de Periodismo, Premio “Correo Español – Pueblo Vasco” de Periodismo, Premio Ciudad de Zamora de Periodismo, Finalista Premio Nadal de Novela, Guionista de Televisión Española Espacios Dramáticos.

Es autor de varias novelas entre ellas: “Largo Retorno” (Con filme de Pedro Lazaga y música de Antón García Abril) “Proyecto Amenazante”, “Cambio Climático”. “Cambio Climático – Los Supervivientes”, “Cambio Climático – El Retorno” (Trilogía), El viajero de sí mismo”, “Malín”, “La Peste Negra – Vida más allá de las estrellas”, “La calle de los Amores” (biografía), “El hielo de la Luna”, “Los desiertos de Marte”, “La calle de los amores “(Memorias).- Ed. Belgeuse, “ Más allá del Purgatorio (Novela), Ed Belgeuse , “La Infancia Mágica “ (Biografía).- Ed. Belgeuse Es autor teatral y algunas de sus obras son: “La Tienda” (Ed. Escélicer)- Premio Nacional de Teatro, “El llanto de Ulises” (Ed. Escélicer)- Premio Guipúzcoa, “El Cometa Azul”, “Gente de Quirófano” (Ed. La Avispa) Premio Provincia de Valladolid, “Los globos de Abril” (Ed. Escélicer)

Ha colaborado y colabora en los Diarios Nacionales como “A.B.C.”, “YA”, “La Razón”, “Pueblo”, Agencia “PYRESA”, “El Imparcial”, es Abogado y Licenciado en Dirección de Empresas.

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