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CARTA DESDE ALEMANIA

Los carniceros no disponen de mucho tiempo para tener miramiento alguno con el sufrimiento de estos animales.
Los carniceros no disponen de mucho tiempo para tener miramiento alguno con el sufrimiento de estos animales.

Maltrato animal

Una chuleta lleva mucho dolor consigo

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
No, esta vez no es Alemania, tampoco Austria, sino Holanda la que ha dado una nueva muestra del maltrato que se le da a los cerdos, animales que poseen gran inteligencia y sensibilidad pero que son una especie animal más que sufre bajo la gula y la tradición humana.

Según informaciones de un programa de televisión alemán, la cadena de supermercados holandesa C1000 anunció últimamente que ya no venderá más carne de cerdos machos que hayan sido castrados.
Según informaciones de un programa de televisión alemán, la cadena de supermercados holandesa C1000 anunció últimamente que ya no venderá más carne de cerdos machos que hayan sido castrados. Esto fue una reacción a la declaración de una empresa competidora, Albert Heijn B.V., la que a mediados de enero había dicho que a partir del próximo año ofrecería a sus clientes sólo carne de cerdo de producción favorable a los animales, que considera un lugar de vida más amplio para los cerdos y la renuncia a castrar a los ejemplares machos. Que posiblemente también esta segunda empresa pensaba más en las ganancias que en los animales, se puede comprobar en declaraciones de un centro de investigación citado más adelante.

Se podría pensar que ésta es sin duda una buena noticia, pero algunos detalles más específicos dados en el programa televisivo lo contradicen. La verdad es que a los cerdos machos por lo general no se les castra para que no se reproduzcan, sino que a causa de su carne. La carne de cerdos machos apesta enormemente y no sabe bien. Esto se debe a la sustancia de nombre androstenona, una feromona sexual, asociada al olor a orina y transpiración que puede detectarse en la carne de cerdo. Se sintetiza en los testículos y, mediante la sangre, se transporta y acumula de manera reversible, en el tejido adiposo. La razón por la cual se les castra es entonces para que se pueda comer su carne.

Las informaciones del programa decían que la castración se hace de forma rutinaria y sin emplear anestesia alguna. Al cerdo se le sujeta cabeza abajo en un aparato, se le abren las patas y se las fija para que no se muevan, se corta con un cuchillo la fina piel que cubre los testículos, acto seguido se los extrae y se les corta rápidamente con el cuchillo, todo en una jornada de trabajo a destajo, en que los carniceros no disponen de mucho tiempo para tener miramiento alguno con el sufrimiento de estos animales. En el mismo programa de televisión alemán se informaba de qué manera tan terrible sufren los animales al vivir este cruel tratamiento, vomitando a menudo de dolor y desesperación. También de que con frecuencia este trabajo lo hacen personas sin ninguna especialización profesional ni menos con la conciencia de que los animales padecen dolores indecibles; además, las condiciones higiénicas son tan deplorables, que los cerdos sufren después muchas infecciones.

Dicho sea de paso, naturalmente que la castración podría hacerse con anestesia, pero eso significaría un gasto mayor para los productores de carne, que al fin de cuentas tendría que pagar el cliente que no puede o quiere desistir de consumir carne animal. De que el modo de pensar comercial puede ser muy contradictorio y de que muchas cosas se podrían evitar, establece un estudio del Centro de Tecnología de la Carne, de Monells, en Girona, cuando dice: "Debido a que la androstenona se sintetiza en los testículos, la castración quirúrgica ha sido la técnica más utilizada para la reducción de esta sustancia. Sin embargo, la producción de machos enteros es más ventajosa que la de castrados desde el punto de vista económico (mayor crecimiento o ganancia media diaria de la canal, mejor índice de conversión del alimento, mayor porcentaje de magro, menores pérdidas de animales, etc.), medioambiental (a igual calidad de la dieta las heces de enteros contienen menos nitrógeno que la de castrados) y, lógicamente de bienestar animal”.

Según la Agencia alemana de prensa, dpa, el año pasado se ha batido en Alemania un récord de matanza de animales en los mataderos. La cantidad subió en relación al año anterior en un 2,5% a 7, 7 millones de toneladas, según informaciones proporcionadas por la Oficina federal alemana de estadísticas de la ciudad de Wiesbaden. La carne de pollo y cerdo aumentó en un 3,1%, que corresponde a un 68% de toda la producción de carne. Los ganaderos llevaron a los mataderos a más de 56 millones de cerdos y 3,8 millones de vacunos, donde se les sacrificó para el consumo humano.

En conversaciones con escolares alemanes sobre este tema, todos llegaron a la conclusión de que los animales sienten como los seres humanos, aunque no lo puedan expresar o lo hagan de modo diferente a nosotros. Los mismos jóvenes dijeron –y sin duda que todo niño podría aseverarlo– que esto lo habían comprobado repetidas veces con sus animalitos domésticos en casa, que de diversas maneras les expresan su alegría cuando se los llevan a pasear, dolor cuando se les maltrata, pena cuando se les deja solos o incluso profunda tristeza cuando muere alguien de la familia. Los niños no pueden comprender que se maltrate a los animales, y si lo hacen, no hacen más que seguir el ejemplo de muchos adultos, así también al comer carne. Todos los alumnos entrevistados estuvieron de acuerdo en que ellos jamás se habrían comido a los animalitos que sus padres les compraron de pequeños. Tampoco habrían probado siquiera la carne si se hubiesen enterado de niños de cuán grandes son los sufrimientos que padece un ternero, un cerdo, un pollo, una liebre o un pez antes de llegar al plato.

Otra pregunta que surgió en la conversación fue de si todos esos padecimientos que sufren los animales se pierden o si no quedan tal vez adheridos a la carne, agregándose a esto en muchos casos los medicamentos que se les da para que crezcan o engorden más rápido. Un participante recordó que por ejemplo a las gallinas y a otros animales se los alimenta frecuentemente con harina de pescado o desperdicios de cadáveres triturados de otros animales, con lo que la chuleta, el chorizo, el pescado o el bistec realmente llegan al comedor llevando consigo no sólo una larga cadena de dolor sino de sustancias que ninguna persona comería si pensara con cordura y respeto por la vida animal.

La conversación con niños y jóvenes concluyó con la comprobación de que ya que muchos adultos no dan mejor ejemplo de amor y respeto por la vida animal, por la naturaleza y la creación en general, más vale atenerse a lo que expresaron algunos grandes espíritus de la humanidad. He aquí algunos ejemplos escogidos por los mismos alumnos:

Mahatma Gandhi: “La grandeza y el progreso de una nación se puede medir por la forma como trata a los animales”
Georg Bernhard Shaw: “Los animales son mis amigos, y yo no me como a mis amigos”.

Thomas Alva Edison: “Soy tanto vegetariano como un anti alcohólico empedernido, porque de esa manera puedo hacer mejor uso de mi cerebro”.

Friedrich Nietzsche: “La sensatez ya empieza en la cocina”.

Leo Tolstoi: “De matar a animales a matar a seres humanos hay sólo un paso, y con ello también de maltratar animales a maltratar a seres humanos”.

Charles Darwin: “Los animales sienten como el ser humano alegría y dolor, felicidad y desgracia”.

Paul McCartney: “No se debe comer nada que tenga un rostro. Yo creo en la protesta pacífica, y no comer animales es una protesta que carece de violencia”.

Más sobre el tema, así como informaciones desde el punto de vista médico y espiritual, se pueden encontrar en la página www.editorialvidauniversal.com.
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