El teólogo, desautorizado por la Santa Sede, quiere parangonar a los dos personajes aludidos en el libro de 117 páginas, escorando los argumentos a s propia sensibilidad y creencia.
Para Boff no sirve el lema Roma locuta, causa finita, expide sanciones y certificados de excelencia según sus gustos y trayectoria., lo cual resulta un tanto sesgado y un barrer para adentro.
Cada papa tiene su propio perfil y personalidad y resulta chocante aplaudirlos o censurarlos a la carta, máxime para los creyentes que piensan cómo el Espíritu Santo elige un pontífice para cada momento.
Muy pronto va a ser canonizados dos papas: Juan XXIII y Juan Pablo II, muy distintos y claves para la Iglesia, en lo que a apertura conciliar y litúrgica tuvo el primero, personaje paternal, y en lo que a ariete del comunismo tuvo el segundo para liberar a europeos del Este, de una ideología y opresión, de la que nunca se ocuparon los teólogos de la liberación, pues más bien se apoyaron en tesis marxistas contrarias a la praxis cristiana.
El papa Francisco ha hecho una llamada a los pobres, ha mirado con mayor intensidad al tercer mundo y es el papa que el Espíritu Santo ha mando a la Iglesia en estos tiempos, después de un papa, excelente teólogo, al que el propio Francisco le dijo en su primer encuentro: “Gracias por la luz de su pontificado”.
La encíclica Lumen Dei, Luz de la fe, escrita a cuatro manos por dos papas, emérito y electo, completa la trilogía de las encíclicas anteriores sobre la Caridad y la Esperanza. Por ahí van los tiros y los buenos pastores nunca se alejan del rebaño, “porque hay que oler a oveja” y no a lobo sediento de protagonismo.
Boff es un teólogo que va por libre y eso interesa sólo relativamente.