Gustav Meitnrik (Viena, 1868 – 1933), hijo de actriz y ministro, llegó a ser uno de los hombres más ricos de Austria. Se interesó por las ciencias ocultas o lo fantástico y su literatura llegó a interesar a numerosos lectores. El Gólem lo escribió en 1915 y gozó de gran popularidad al tiempo que fue un libro cabeza de fila sobre el tema.
Para Isabel Hernández, profesora titular de Literatura Alemana en la Universidad de Madrid, “La literatura fantástica escrita en lengua alemana es un campo aún sin estudiar. (…) Lo fantástico cuestionaba la realidad, lo cotidiano y lo conocido desde todo punto de vista a través siempre de un acontecimeinto inexplicable o de una criatura sobrenatural.”
“Las novelas de Meyrink tienen una relación mucho mayor con el esoterismo y el ocultismo que sus relatos breves, escritos antes de que el autor empezara a tener contacto con el mundo de las ciencias ocultas”, añade la profesora Hernández.
“Es la relación de Meyrink con la ciudad de Praga lo que constituye el elemento autobiográfico del libro, una Praga con elementos mágicos del “desaparecido gueto judío de las leyendas que dejó en el recuerdo de tantos aquellas callejuelas tortuosas y húmedas por las que casa treinta y tres años paseaba un gólem castigado eternamente a vagar sin descanso, un gólem que no representa sino la parte oscura, personal y colectiva del gueto y sus habitantes”, concluye la editora en su amplia introducción a la novela.
La novela cobra intensidad al final cuando se atan los cabos sueltos de la narración, “en la frenética búsqueda que el protagonista inicia para devolverle el sombrero a Athanasius Pernath hasta cerrar el círculo uniendo pasado y presente, realidad y leyenda y a los Pernath, el del marco y el de la narración enmarcada”, añade Isabel Hernández.