En Economía, más de lo mismo, incentivo de las medidas que estimulen el consumo y el empleo en los países que ya han superado la crisis, como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia y contención del gasto público para equilibrar el déficit junto con flexibilización del mercado laboral en aquellos países que todavía están inmersos en la recesión, tal es el caso de España, Italia, Grecia o Portugal.
El G-20 ha cerrado la cumbre el pasado viernes como el perfecto foro para que Estados Unidos hiciera campaña a favor de un apoyo que su presidente Obama necesita y que se le reclama desde el Congreso norteamericano, a falta de la cita que el máximo mandatario tiene con sus representantes y con su opinión pública en el discurso que tiene planeado hacer el próximo martes, tras el que deberá obtener el apoyo final de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y el de su opinión pública, con una aprobación ligeramente por encima del 40%, para su represalia en contra de Siria.
Obama vuelve a su país con una declaración de varios países bajo el brazo, a la que hoy se ha adherido Alemania, cauta en sus decisiones por la proximidad de elecciones presidenciales el 22 de septiembre, y a la espera de lo que hicieran los principales países de la UE. La mitad del G-20 apoya la declaración; la postura de los países europeos arroja un equilibrio entre los partidarios de una acción contra Siria encabezada por los Estados Unidos, y aquellos que prefieren una resolución de las Naciones Unidas y la presión política y diplomática sobre el régimen de Al-Assad para solucionar el conflicto.
El documento fue distribuido por la Casa Blanca y es una declaración que apoya una intervención militar de Estados Unidos contra Siria, por su supuesta utilización de armas químicas contra la población civil, aún sin la autorización de la ONU. El documento que trae de vuelta Obama viene ratificado por la firma y compromiso Francia, Reino Unido, Italia, Turquía, Japón, Corea del Sur, Arabia Saudí, Australia, Alemania y España. Es decir, el G-8 menos Rusia (aliado de Siria). De los firmantes sólo participarían activa y militarmente, junto a los Estados Unidos, Francia y Turquía.
La firma de Alemania, anunciada hoy sábado por su ministro de Exteriores, Guido Westerwelle en Vilna (Lituania) en una reunión de los ministros de exteriores de los 28 con John Kerry, el secretario de Estado estadounidense, es consecuencia del apoyo de Francia, Reino Unido, Italia y España; Alemania no ha querido quedarse por detrás de los principales países europeos, Westerwelle ha indicado que Berlín estaba esperando que Europa asumiera una postura común para adherirse a la declaración. La de España parece dictada por lo mismo, aunque es posible que la foto que Obama regaló a Mariano Rajoy a la entrada del G-20, sus declaraciones acerca del “despegue de la economía española” (según versión de La Moncloa) y un compromiso de visita del presidente norteamericano a España el próximo año parecen ser el precio de esta firma y adhesión española a la declaración.
Los países firmantes apoyan la intención estadounidense de atacar Siria sin el visto bueno de las Naciones Unidas para “disuadir del uso y proliferación de armas químicas” y para “la seguridad de la población civil en cualquier lugar”, pero también declaran que el papel de la ONU y la diplomacia internacional es la solución final que necesita el conflicto civil sirio. También exigen a la ONU las conclusiones del informe de sus técnicos cuanto antes y una respuesta acorde del Consejo de Seguridad.
Con este apoyo de Europa y otros países Obama pretende volver cargado de razones a los Estados Unidos. Su campaña esta siendo realmente dura, pero su gabinete ha ido sorteando los obstáculos impuestos hasta la fecha, tal es así que el apoyo de la opinión pública norteamericana ha aumentado en 12 puntos en sólo una semana, aunque dista de ser mayoritario. El próximo martes Obama pretende comparecer ante su país, en un discurso televisado, para, quizás en uno de sus momentos épicos e inspirados por los que ya ha pasado a la Historia, intentar influir en la opinión de los estadounidenses acerca de este espinoso asunto.
Otra historia será el Congreso, donde Obama no las tiene todas consigo, y un gran número de congresistas y senadores republicanos (alrededor de un centenar) y algunos incluso de las propias filas de su partido, el partido Demócrata, prometen votar en contra. En política, y sobretodo en política estadounidense no esta dicho todo hasta que todo esta dicho, así que los próximos días serán decisivos. La gran pregunta es ¿dará marcha atrás Obama a su intención de atacar si no es respaldado por los congresistas después de todo lo que ha dicho y de su campaña diplomática?, ¿o por el contrario decidirá echarse encima toda la responsabilidad de un ataque y lo llevará a cabo a pesar de no contar con el respaldo de la Cámara de Representantes? El propio Obama evitó dar una respuesta clara cuando se le preguntó en este sentido al finalizar la cumbre del G-20, este viernes en San Petersburgo, Rusia. Sólo un gran discurso el martes, un golpe diplomático final ante sus congresistas y un providencial y pronto resultado de los análisis de los técnicos de Naciones Unidas pueden ayudarle en el último de los obstáculos de esta carrera.
Si (
No(
