El Abasto

Carlos Gardel inquietaba a su progenitora con sus fugaces desapariciones a la corta edad de 13 años, en el mencionado barrio. Ya visitaba bares y tugurios donde el tango desgranaba el alma porteña y los inmigrantes encontraban consuelo para su nostalgia. En aquél Abasto existía un mercado de frutas y verduras que es hoy un moderno centro comercial (Shopping para los argentinos) que también fue escenario de los correrías del pequeño Charles y que consecuente con su amor por el barrio, compró, ya famoso, la casa de la calle Jeán Jaures 735, convertida hoy en museo.

Es una construcción típica conocida como casa chorizo, de principios del siglo veinte. Aquí vivió el cantante con su madre entre los años 1927 y 1933. Después de la tragedia de Medellín (Colombia) donde Gardel perdió la vida, la casa pasó por varias manos. Recuperada por la Dirección General de Museos, se han reconstruido los espacios originales. El museo conserva, exhibe y difunde el patrimonio cultural ciudadano que representa Gardel. Por supuesto que existe una calle que lleva el nombre del “Zorzal Criollo” y en su cruce con Dr. T. Manuel Anchorena, frente al antiguo mercado, está el monumento en su homenaje, por iniciativa de la asociación “Amigos de la Academia Porteña del Lunfardo” y que fuera inaugurado el 23 de marzo del año 2000. La figura de bronce, con una altura de 2,40 metros y 300 kilos de peso, es obra del escultor de la ciudad de San Juan, Mariano Pajés.

Ahí también nace el Pasaje Carlos Gardel y el Paseo del Tango. En esa esquina se encontraba el bodegón Chanta Cuatro, actualmente convertido en tanguería, donde el morocho solía reunirse con sus amigos. En ese paseo se realiza los fines de semana, una feria dedicada al tango y la milonga. Hasta existe en el barrio un hotel temático de tango, el Abasto Plaza Hotel, que cuenta con distintas salones bautizados con nombres de famosos directores (Osvaldo Pugliese, Astor Piazzolla, etc) y que tiene dos suites con pista de tango incorporada. Tuve la oportunidad conocer una de ellas y la verdad, es una auténtica delicia.

Un lujo que no muchos pueden pagar, aunque siempre están los visitantes extranjeros adinerados que se lo permiten. Las habitaciones están decoradas con el típico arte del fileteado, una manifestación del arte popular pictórico, que destaca los valores socioculturales del hombre de Buenos Aires. Pero el Abasto, Balvanera y toda la zona, contienen multitud de establecimientos que merecen ser visitados: teatros independientes, casas de tango, bares notables y locales que pertenecen a distintos artistas plásticos que muestran toda la obra relacionada con la historia del barrio. Un ejemplo de los citados, es el bar El Progreso, inaugurado en 1893, en el que filmaron películas Carlos Gardel, Tita Merello y Libertad Lamarque. En fin, cuando usted amigo lector se decida a viajar a la Argentina, no olvide que el barrio del Abasto de Buenos Aires, es una cita obligada.