Muchos jóvenes han procreado, pero la mayoría de las veces sin mayor vínculo afectivo… sólo pasional y carnal.
Es por eso que digo: “Que fácil es ser papá, pero que difícil es ser padre”.
Porque ser padre es entrega, es compromiso, es dejar de pensar muchas veces por uno mismo, para adentrarse en el razonamiento del hijo. Sólo siendo padres comprendemos a nuestro padre. En algunos casos se termina de madurar solamente al ser padre.
Son tantos los jóvenes hoy en día que tienen que conciliar sus estudios (y a veces aún escolares), con las nuevas instancias de ser padres.
La misión de ser padres ha rebasado los conceptos convencionales que existían (padres solteros, padres separados, padres sustitutos) pero de una u otra manera, independiente de la pareja, la instancia de paternidad debería ser irrenunciable… y desgraciadamente muchas veces no lo es.
Pero en esta oportunidad quiero reconocer y apelar al lado positivo de esa experiencia. Y hablo por lo que me toca.
Creo que cuando se tiene un padre de 94 años que siempre ha dado todo por sus hijos, pareciera ser clara la misión entregada a uno. El testimonio es real, claro y se agradece. Ser padre conlleva, el formar, el encauzar y el amar…