¡Pobrecillo!... casi me da pena. El ya anciano protagonista de series de “segunda b” de la televisión de este país y que a su edad, tiene que andar dando el (¿¿??) espectáculo de ser protagonista de bufonadas para que el público caiga en la cuenta que este actorcillo que nunca llegó a ser un número uno de la escena nacional, todavía respira.
Tengo que admitir que personalmente, creía que Fernández había pasado a mejor vida hacía ya algunos años. Primero porque hace mucho que no sale en la tele (ni siquiera en las autonómicas lo que ya es decir) y porque ya nadie habla de él.
Con seguridad el vejete éste no se ha dado cuenta de que –mal que le pese-, las cosas han cambiado en España y que su triste y última actuación en televisión sólo puede ser jaleada y aplaudida por quienes tengan -al igual que él-, una muy corta estatura mental e intelectual. Sólo en este contexto es posible dar por bueno su estúpido monólogo añadiendo que deben haber salido todos (los manifestantes) de “campos de concentración” y que se manifiestan “en manada”.
Salvando las proporciones, Fernández se comporta como esas viejas prostitutas que no llegan a convencerse de que sus días de gloria han pasado y que entonces, -en un vano intento de reverdecer laureles-, se ven forzadas a asumir posturas ridículas cuando no tristes y dignas de compasión.