414 | Marcelo Fernández - 21/12/2009 @ 04:13:08 (GMT+1)
Colega "Pampo", agradezco verdaderamente que te hayas detenido en el ajetreo diario, para hacer un tan profundo comentario.
Desearía realmente me enviaras tu correo y por supuesto tu nombre real, para que sigamos comentando por mail, lo "humano" y lo "divino" de nuestra querida profesión.
Marcelo.
410 | Pampo - 12/12/2009 @ 18:21:32 (GMT+1)
Imagino y estoy seguro que a través de 30 años de ejercicio de la medicina, has tenido alegrías, penas éxitos desiluciones,
fracasos profesionales que están mas allá de la voluntad humana, pero en fin, es el resultado de tu vida como profesional en éste sector que es la salud. hablas de injusticia divina y humana, sabemos que la injusticia humana es grande, pero hablar de la injusticia divina, no me atrevería a llamarlo así. Comprendo que como médico te cuesta aceptar la muerte de un niño, es terrible encontrarse en una situación similar, es terrible aceptar la muerte de un paciente, sobretodo cuando están en la aurora de la vida, lo que te lleva a pensar que hay una injusticia divina.
Personalmente, creo que no existe la injusticia divina, estoy seguro que cada persona tiene trazado su destino, pienso que es una prueba enorme para los padres, una vez vi morir un bebé en mis brazos, algunos minutos después vi morir una persona de edad, fue un accidente de bus en las cercanías de Antofagasta, en el norte de Chile. Días después pensé igual que tu,
pero después de una reflexión profunda, llegué a la certeza de que no era la injusticia de Dios.
Estoy seguro que tu no eres doctor, no, pienso que eres un médico que no ve a sus pacientes como clientes, eres un médico hecho a la antigua escuela, ya que se ve que tienes un gran humanismo. Tu propia experiencia profesional te toco verla del otro lado de la barrera, en donde pasaste ha ser no sé si un paciente, o un cliente mas en relación a tus colegas, experiencia que te hizo reflexionar y que dio nacimiento a tu libro de Critico paciente a paciente critico.
Bien estimado compañero institutano, permiteme felicitarte a la distancia, deseando que la vida continue a sonreirte.
Recibe un abrazo fraternal.