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CARTA DESDE ALEMANIA

Adviento: una muestra de amnesia cristiana

El árbol de Navidad, símbolo casi universal de las fiestas navideñas…
El árbol de Navidad, símbolo casi universal de las fiestas navideñas…
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Ya en los primeros días de diciembre muchos cristianos se disponen a celebrar el gran acontecimiento de hace 2000 años, aunque a decir verdad los preparativos prenavideños tienen cada vez menos que ver con el verdadero sentido de estas fechas.
Y esto no es de extrañar, ya que por ejemplo en este país las tiendas están llenas de las más variadas ofertas para deslumbrar a los consumidores y satisfacer todos sus deseos. Antes y después de las fiestas se habla abiertamente de si el “negocio navideño” será o ha sido esta vez un éxito o no, lo que es un barómetro importante para la economía alemana. En medio de esta vorágine consumista, la gran mayoría de las personas no sabe –o tal vez no le interesa saber– cómo y por qué en el transcurso de los siglos la fiesta que algún día la Iglesia fijó como el nacimiento de Jesús de Nazaret, se ha ido transformando en un rito ruidoso y adornado con elementos externos que nada tienen que ver con la venida del Hijo de Dios, que nació humildemente en el silencio y la sencillez de un pesebre. Tal vez una breve mirada a la historia puede aclarar esta amnesia tan contradictoria.

La palabra latina “adventus”, de la que se originó el término de adviento, significa literalmente venida o llegada, y se refiere a las cuatro semanas de espera y preparación que preceden al día de Navidad. En Alemania esta fiesta fue introducida en el año 826 en el concilio de Aquisgrán. La Iglesia en formación procuraba con ello dar un contenido positivo al tiempo antes del solsticio de invierno, que hasta ese entonces se caracterizaba por la creencia en demonios y la práctica de ritos mágicos. Ya en el siglo II d. C. el antipapa Hipólito había dispuesto que el 25 de diciembre se celebrara el nacimiento de Cristo, queriendo con ello establecer conscientemente una fiesta eclesial para reemplazar las numerosas otras fiestas de las diversas religiones que había en el Imperio romano. Cuando a partir del siglo IV la religión católica fue declarada religión del Estado, el 25 de diciembre empezó a ser definitiva y oficialmente el día de la celebración del nacimiento de Jesús. La Navidad como fiesta de la Iglesia existe en el ámbito de lengua alemana sólo a partir del año 813 d. C.

Para la celebración de la Navidad cristiana en diciembre hay muchos antecedentes históricos, que de uno u otro modo han tenido influencia en el desarrollo de esta festividad. Por ejemplo en Egipto se celebraba en diciembre el nacimiento de Horus de su madre, la diosa Isis. En Europa, alrededor del 20 del mismo mes se celebraba la fiesta del solsticio de invierno, que es el tiempo en que los días empiezan a ser más largos y anuncian la primavera. La gente de aquella época trataba con aquella celebración de expulsar a los malos demonios del invierno y se alegraba de que llegara el tiempo más cálido y fructífero. Del 17 al 24 de diciembre tenían lugar en la Roma imperial las llamadas fiestas saturnales, que no sólo por la fecha se asemejan a la Navidad cristiana. El 25 de diciembre era el cumpleaños de Mitra, divinidad persa de la luz y la cordura, entendida ésta como la verdad que gobierna el mundo. Las tropas del romano Pompeyo que estuvieron luchando y colonizando Asia Menor asimilaron su culto y lo llevaron a Roma, donde se desarrolló una importante religión conocida como mitraísmo. Los legionarios de Roma se encargarían después de llevar este culto prácticamente a toda Europa. Es interesante anotar que durante estas fiestas los romanos se hacían regalos, principalmente figurillas de arcilla, otra costumbre que también fue adoptada hasta nuestros días.

Aunque los estudiosos de la religión no se han puesto definitivamente de acuerdo sobre la fecha exacta del nacimiento de Jesús en Nazaret, y en el curso de la historia de la Iglesia se ha tratado muchas veces de calcular el día del nacimiento en base a los informes de la Biblia, los resultados han sido siempre muy diversos. Es más, estudios modernos aseguran que el 25 de diciembre no puede haber sido el día del nacimiento de Cristo, ya que los evangelios informan que los pastores fueron despertados por la noche, cuando acampaban al aire libre, en circunstancias de que en Palestina, durante el invierno, no es posible estar a la intemperie por la noche; por ello, según la opinión de los expertos, es más posible que el nacimiento haya tenido lugar más bien en la primavera o incluso en el otoño. También con relación a este hecho tan importante para la cristiandad, la política eclesial de ir reemplazando poco a poco las festividades paganas por otras de índole cristiana, trajo consigo que muchos elementos del paganismo se fueron introduciendo paulatinamente en la liturgia de la Iglesia, lo que es válido hasta en la actualidad. Algunos pocos ejemplos son la figura de María, la madre de Jesús, a la que a menudo se la representa coronada de estrellas, con los mismos vestidos y la posición sobre una media luna, como era costumbre en la diosa egipcia Isis; la divinización de la madre y el niño juntos era común en la Antigüedad, así en Semíramis con Tammuz, Indrani con su hijo, Devaki con Krischna, Isis con Horus, imagen que adoptaron muchos pintores de Occidente para retratar a María y al Niño Jesús. Como dato curioso de la influencia pagana en otro ámbito de la Iglesia, se puede añadir el hecho de que la mitra del Papa es igual a la tiara que cubría la cabeza del dios-pez mesopotámico Dagon. También el título de “Pontifex maximus” era el título del sumo sacerdote pagano en la Roma antigua, y después el del emperador mismo.

Volviendo a otros detalles de la Navidad de la cristiandad de Iglesia, los expertos no han logrado ponerse de acuerdo sobre el origen del árbol navideño, un elemento infaltable en la sala de estar de muchas familias. El uso del arbolito de Navidad adquiere caracteres tan singulares como el uso de abetos artificiales, con nieve envasada en nebulizadores de “espray”, en las regiones cálidas del planeta; incluso en la actualidad se le usa en estas fechas hasta en la China, aunque es comprensible que en este país nadie relacione el árbol lleno de luces y otros adornos con el nacimiento de un niño en Judea hace unos 2000 años.

En Alemania se sabe que los germanos adornaban sus casas en invierno con ramas verdes, pero esto no es un signo fehaciente de que con ello haya nacido la costumbre del arbolito de Navidad en este país. No obstante, algunos investigadores han constatado que ya en el año 1570, en el gremio de artesanos de la ciudad alemana de Bremen se acostumbraba a adornar por estas fechas un árbol con dátiles, manzanas y nueces, lo que podría ser el precursor del actual árbol navideño. Los mismos investigadores dicen que en la región de la actual Elsacia francesa, ya alrededor del año 1600 algunas familias habían adoptado la misma costumbre del árbol adornado con los más diversos objetos durante la época navideña, uso que se fue extendiendo poco a poco por toda Europa y en los últimos siglos por todo el mundo.

Y sobre los regalos navideños para los niños, la tradición da muchos ejemplos. La figura de san Nicolás (en realidad el santo patrón de los niños, los eruditos, las vírgenes, los marinos y los mercaderes, y en la edad media de los ladrones) según la leyenda hizo regalos en secreto a tres hijas de un pobre hombre, quien, incapaz de proporcionarles una dote, estaba a punto de abandonarlas a una vida de pecado. A partir de este relato se fundamentó la costumbre de hacer regalos en secreto en la víspera de san Nicolás. En muchos países la Navidad y el día de san Nicolás se celebran al mismo tiempo a causa de la proximidad de las fechas. En los países anglosajones es el personaje barbudo llamado Santa Claus el encargado de llevar los regalos a los niños la víspera de Navidad, figura que es en realidad una adulteración del holandés “Sin-terklaas”, el mismo san Nicolás, quien a su vez, según otra leyenda, viaja en barco desde España hasta Holanda, donde su nave atraca en Ámsterdam y desde allí reparte sus dones a los niños, en su mayoría naranjas –claro, si viene de España. En Francia es “Père Noël” quien deposita sus regalos en los zapatos de los niños, y “Father Christmas” deja por su parte sus obsequios en los calcetines que los niños para este objeto han colgado de la chimenea. En Alemania, el bondadoso y jovial anciano que el 24 de diciembre trae los regalos surgió en realidad de una serie de estampas del pintor Moritz von Schwind sobre el Señor Invierno, donde apareció por primera vez el viejo de copiosa barba blanca y traje, botas y gorro de color rojo.

Cuán pintoresca y contradictoria resulta la figura de este san Nicolás para algunos fines de la Iglesia, lo demuestra una noticia reciente según la cual una fábrica de cerveza, perteneciente a la diócesis de la Iglesia católica de la ciudad alemana de Passau, se metió en un enorme embrollo al usar al Santa Claus norteamericano como propaganda para su cerveza. Al mismo tiempo el obispado católico de la misma ciudad ya tenía una página en Internet con la llamada a sus lectores “Detened a Santa Claus”, haciendo a su vez propaganda por el verdadero san Nicolás, contra el que tanto la diócesis como el obispado desde hace años están protestando porque el Santa Claus norteamericano está desplazando cada vez más al “Nicolás europeo tradicional”. Naturalmente que ahora, a instancias del obispado de la Iglesia, la cervecería de la misma Iglesia ha desistido de usar al Santa Claus norteamericano para su propaganda. ¡Así se ha salvado una vez más la tradición europea! Lo que no deja de resultar gracioso y nuevamente contradictorio es el comentario del mismo periódico, que dice que aunque el Nicolás europeo en cuestión procede de la región de la Turquía actual –¡quién lo hubiera pensado! –, éste no tiene un gorro con borla, como el de Norteamérica, sino uno clásico de obispo –católico, naturalmente. ¡Así se ha salvado esta vez la tradición católica, pero con un Nicolás procedente de una región musulmana! ¡Qué alguien lo entienda! Aunque pensándolo bien éste podría ser un argumento de peso para aceptar el ingreso de Turquía en la Unión Europea.

Con respecto al belén o pesebre, como se le conoce en España y en Latinoamérica, su creación se atribuye a Francisco de Asís, Según la leyenda, alrededor del año 1223, el santo construyó en una gruta del bosque una escena viva del portal, con un buey y un asno. Por la noche la alumbraba con velas. En base a esta imagen, Francisco anunció la buena nueva del nacimiento de Cristo. Esta costumbre la adoptaron iglesias y conventos italianos y los jesuitas la trajeron a Alemania, donde en el siglo XVIII se empezó a imponer la construcción de pesebres en el sur de este país.

Si se toman sólo estos pocos ejemplos sobre la variedad de influencias en los ritos y costum-bres de la Iglesia, se puede ir entendiendo por qué el verdadero motivo de la Navidad como celebración del nacimiento de Cristo ha pasado a segundo plano. Por una parte muchos cristianos de Iglesia –y también los que no lo son– se ven enfrentados con tal mezcolanza de ritos y costumbres paganas que para muchos el belén y todo lo que éste contiene no deja de ser una costumbre más, un fruto de la tradición que simplemente hay que celebrar. Al irse perdiendo el sentido original, la Navidad se ha convertido por otra parte en la operación comercial más importante del año. En Alemania es habitual que los niños, al decir alemán, “se” deseen los regalos, esto es, que ellos mismos escojan lo que quieren recibir de sus padres o abuelos. Y los comercios se alegran de esta libertad de elegir de los niños, ya que entretanto cuentan cada año con mejorar con ello el balance comercial del año. De esta manera una de las bases del “negocio navideño” son los millones de euros que gastan los padres en regalos cada vez más costosos, así como con la enorme cantidad de dinero en efectivo que niños y jóvenes reciben en esta época. Ésta es una “paga extra” que incrementa la ya tradicional mensualidad por concepto de “dinero para el bolsillo” que reciben los niños alemanes, costumbre muy arraigada en la población. Es frecuente que la oferta y la adquisición de tan variados objetos, sobre todo de ordenadores, teléfonos móviles y otros frutos del avance técnico, sobrepase en muchos casos el presupuesto familiar del mes.

Por otra parte –y esto será tema de otro artículo–, la celebración familiar de la Navidad misma se ha convertido en algo que con seguridad jamás quiso aquel a quien se pretende celebrar en estos días. Se trata del sacrificio de animales para satisfacer el paladar humano, lo que entretanto constituye la matanza más grande del año. Resulta realmente paradojal que los cristianos de Iglesia, que asisten a las misas de medianoche o construyen primorosamente sus belenes “Made in China”, olviden que el fundador del cristianismo fue aquel Jesús de Nazaret, el Cristo, que nació precisamente entre los animales en Belén, que no sólo le dieron cobijo y calor sino que son un símbolo vivo del amor del Hijo de Dios por todas sus criaturas.

Por eso, ahora que se celebra el tiempo de adviento y se aproximan las fiestas de Navidad, toda persona que se considere cristiana y recuerde las condiciones del nacimiento del Niño Dios, podría pensar que en estas semanas prenavideñas muchos ganaderos ya están alimentando, más bien cebando de manera acelerada, a los animales que en pocos días más van a satisfacer el paladar de los comensales, antes o después de la misa de medianoche. El año pasado la prensa alemana informó que el Papa mismo saboreó para estas fiestas un apetitoso y bien aderezado capón, que es un pollo cebado, al cual se le ha castrado para hacer su carne más delicada, con lo que se justificaba de manera oficial y desde las más altas esferas la matanza de aquellas criaturas por las que también vino el Hijo de Dios al mundo. ¿Cómo dijo el Nazareno a su paso por la Tierra? –Por sus frutos les reconoceréis. O bien: Lo que hacéis a la más pequeña de las criaturas me lo estáis haciendo a mí. Así se ve que la pérdida de la memoria no sólo afecta a los cristianos de a pie.
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