La izquierda italiana recela de las propuestas de Monti

Las palabras de Valentino Parlato, intelectual de izquierda y fundador del diario Il Manifesto, no reproducen lo que piensa sobre Mario Monti la izquierda italiana en su conjunto, pero sí que son representativas del recelo y las reservas que empieza a sentir el Partido Democrático.

La formación, a la que las encuestas dan la mayoría en las próximas elecciones italianas, empieza a ver que la agenda hecha pública por el ex primer ministro el domingo en Internet bajo el título «Cambiar Italia. Reformar Europa por un empeño común», puede comprometer su previsible victoria al desviar a un sector de los votantes durante la campaña. No se atreve a romper abiertamente con el hasta hace unos días jefe del Gobierno, como sí ha hecho el partido de Berlusconi, pero empieza a poner distancias con él.

Más austeridad

La agenda o manifiesto, que hasta el momento sido apoyada tan solo por los centristas acérrimos, como el patrón de Ferrari, Luca de Montezemolo, es una continuación del programa de austeridad aplicado en el último año de gobierno tecnocrático. Promete aplicar impuestos a los grandes patrimonios y fijar un salario mínimo interprofesional. También propone continuar por el camino de las liberalizaciones y hacer más eficaz la administración pública con «continuos reajustes del gasto». Además advierte de la necesidad de proseguir con la reforma del trabajo.

Señala la necesidad de realizar una «drástica reducción de los fondos públicos que se destinan a los partidos y grupos parlamentarios», así como la obligación de que estos presenten sus cuentas de manera transparente. Además promete mano dura contra los evasores fiscales y aquellos que comenten delitos de concusión y corrupción.

Por lo demás, la agenda de Monti aboga por una liberalización del comercio y los servicios y, por lo tanto, la apertura de esos sectores, un empeño en el que el ex primer ministro fracasó el último año por las resistencias corporativas. También propone reducir el número de provincias, proyecto que no tuvo tiempo de acometer. Prohíbe el empleo de fondos públicos para el crecimiento y promete mantener las «finanzas sanas», con el fin de mantener el equilibrio presupuestario en el 2013 y reducir la deuda pública del 5% al año a partir del 2015.

El impopular impuesto a la vivienda, introducido de nuevo por Monti, tras haber sido abolido por Silvio Berlusconi, podría ser revisado pero no eliminado. En cambio, sugiere introducir un nuevo impuesto a los productos de lujo para disminuir la presión fiscal sobre los trabajadores asalariados.