Zelaya políticamente abandonado e ignorado

Ni Elvin Santos, quien fungió como vicepresidente en parte del gobierno de Zelaya y ahora es el aspirante presidencial del partido Liberal, ni Porfirio Lobo, el contendiente opositor, aluden a Zelaya en sus discursos ni a qué pasará con él si son electos.

Lobo figura favorito en la intención de voto de los hondureños seguido de Santos.

Juan Barahona, líder del Movimiento de Resistencia Contra el Golpe de Estado y partidario de Zelaya, aseguró que los candidatos han relegado el tema porque "ellos son los golpistas, ellos niegan que hubo un golpe de estado y (a las elecciones) le llaman transición".

El director del centro de análisis Foro Social de la Deuda Externa y el Desarrollo de Honduras, Mauricio Díaz, opinó que cada candidato teme que al tocar el tema de Zelaya "puede verse salpicado y eso es algo que no resulta positivo cuando lo que se buscan son votos".
"Para una buena parte de la población, la crisis política es un asunto cuya resolución va más allá del acuerdo de San José-Tegucigalpa y el proceso electoral es parte de la salida", comentó.

En los centros de campaña de los principales candidatos reconocieron que el tema de la crisis no es prioritario pues han estado enfocados en el futuro del país.
"Las elecciones son la salida democrática para salir del problema" político actual, dijo Miguel Bonilla, jefe de la campaña de Lobo.

El coordinador de campaña de Santos, Marlon Lara señaló que "el voto será el que le ponga fin a la crisis... el país tiene que ver hacia el futuro, no puede quedarse sumergido en la crisis".

El 73% de encuestados por la firma CID-Gallup en un estudio publicado a finales de octubre dijo que considera que los comicios, previstos para el 29 de noviembre, representarían la solución a la crisis política del país. También ha sido esa la posición del presidente de facto Roberto Micheletti.

Según Díaz, el hecho que Zelaya haya pasado a un segundo plano en el último tramo de la campaña refleja que "hay un cambio fundamental en el reposicionamiento de Estados Unidos y otros países y con que el porcentaje de población que acuerpa la restitución de Zelaya es pequeño y conforme pasa el tiempo la soledad política (que rodea al presidente derrocado) aparece más fuerte".

El mandatario defenestrado el 28 de junio se encuentra desde hace más de dos meses confinado en la embajada de Brasil, en donde se refugió con la intención de que su presencia en la capital hondureña fuera una presión para que con apoyo de la comunidad internacional lograra su restitución en el cargo.

Sin embargo no lo logró y un acuerdo alcanzado con el gobierno de facto que eventualmente lo devolvería a la presidencia, ha quedado aplazado hasta que el Congreso lo debata el 2 de diciembre y por ahora Zelaya se ha centrado en desprestigiar las elecciones alegando que fueron convocadas y se realizan bajo un gobierno que carece de legitimidad.

Esa posición es la que pregonan los seguidores del presidente depuesto y por lo que Barahona auguró, mientras un centenar de copartidarios protestaban frente al Tribunal Supremo Electoral, que "las elecciones no tendrán respaldo popular y el electo será un presidente débil".