Matrimonio

Hoy en España se habla mucho de matrimonio, y yo no quiero dejar pasar esta ocasión. Además tengo amistades muy felices con la decisión del Tribunal Constitucional de confirmar la constitucionalidad del matrimonio entre personas del mismo sexo, y personas que estarán realmente tristes. Y me gustaría dirigirme a ambas, porque creo que el debate que se ha creado al rededor de este tema no tiene ningún sentido, al menos desde el planteamiento que voy a exponer a continuación.
El matrimonio es una fórmula jurídica de establecer la relación entre dos personas que deciden tener un proyecto de vida común. Esta definición sería la más extendida si no incluimos a aquellas culturas que reconocen la posibilidad de que sean más de dos personas, pero debido a la escasez de esos casos, la definición aportada debería amparar el ámbito civil con bastante exactitud. El matrimonio desde el punto de vista religioso tiene otros componentes, hasta tal punto, que utilizar la misma palabra que para el ámbito civil es un grave error. Y no es más exacta para uno que para otro, porque etimológicamente hace referencia a algo que ya no tiene lugar, y es a la protección de la mujer que va a ser madre. Por ello nos encontramos con un primer problema; ambas visiones pretenden utilizar una misma palabra para dos realidades diferentes. Una sanciona un contrato de gestión familiar y la otra representa un sacramento, una forma de relación con Dios, especialmente para el cristianismo.
Por tanto, en primera instancia la discusión es absurda, ya que ambos se refieren a cosas diferentes. Obviamente hay homosexuales cristianos que plantean la posibilidad de referirse al matrimonio entre personas del mismo sexo como también reconocible como sacramento, cosa en la que no voy a entrar en este momento porque no es el caso, aunque creo que lo hacen con razón. También está claro, que desde el cristianismo se ha querido siempre que se considerara como forma única de matrimonio la sacramental, y que la contractual no era más que una concesión a los usos sociales. Pero aquí de lo que se trata es de saber porqué ambas partes se arrojan entre sí los improperios que escuchamos y leemos de continuo si hablan de cosas diferentes.
El TC, a falta de leer la fundamentación jurídica por parte de los 8 miembros que han visto como adecuado a la Constitución el que el matrimonio pueda ser entre personas del mismo sexo, ha considerado que no se vulnera ningún precepto constitucional cuando esto sucede, ya que lo que se contrata es la forma de gestionar los bienes comunes con respecto a ambas partes y al Estado. Siendo que vivimos en un estado que reconoce el que la mujer es persona jurídica con capacidad de gestionar bienes, es obvio que nada importa que dicho contrato se lleve a cabo entre dos hombre, dos mujeres o entre un hombre y una mujer.
El TC, no está hablando de amor. No nos engañemos. No se está dando el permiso a que personas del mismo sexo se amen. Para eso no se necesita el permiso del estado, al menos aún no. Es algo que estaba mal cuando se prohibía, pero no debe haber ley que lo permita específicamente, porque el amor entre las personas y su expresión en todos los sentidos incluido el sexual, no puede corresponder en ningún caso a un estado. Que las personas deben amarse entre sí es un precepto que está en la base más profunda del cristianismo, y desgraciadamente en ninguna ideología política, como lo atestigua la profusión de guerras, hambre y destrucción que promueven todos los estados sin excepción, aunque se autocalifiquen de cristianos.
Otra cosa será que se promueva el debate dentro del cristianismo si se debe o puede aceptar que dos personas del mismo sexo formen una familia, y dicha relación pueda estar sacramentada, y por tanto estar Dios entre ellos. Como dije, esto deberán definirlo quienes tengan dicha misión, y la sentencia del TC no influirá en absoluto.
La sociedad civil tiene sus normas, y cab esperar que las personas que componen dicha sociedad promuevan leyes que sean en beneficio de ellas mismas. Yo personalmente creo que el matrimonio como contrato es absurdo, ya que considero que la propiedad es uno de los graves problemas de nuestra sociedad, y esta institución matrimonial, está para configurar las relaciones de sucesión de la propiedad.
Me alegro con mis amigos y amigas que hoy se sienten felices, pero no creo que esto sea un paso adelante, es un hecho simbólico, pero no es un camino a una sociedad mejor, es adaptar una institución poco deseable a una realidad palmaria; que las personas se quieren y se aman sin importar el sexo que tienen.
Y a los amigos que hoy están tristes debo decirles que no entiendo el motivo. Y que si es porque consideran que todo matrimonio debería ser cristiano, sacramental, les debo recordar que hay muchas personas que no son cristianas, y que no podemos imponer como cristianos nada, absolutamente nada. Y más allá... deberíamos luchar porque desapareciera el matrimonio civil, para la disolución del concepto de propiedad que hoy existe y que es contrario a nuestra fe.
Discusiones bizantinas pues queridos amigos y amigas míos.