Tangos prohibidos (Segunda parte)

El golpe palaciego del 4 de Junio de ese año en Argentina intentó modificar una serie de pautas muy enraizadas en la cultura popular. Y como pasa siempre, es el mismo pueblo el que se encarga de sortear esas vicisitudes, que tarde o temprano, devuelven las cosas a su cauce.

Es así como los autores de los temas prohibidos, debieron de cambiar sus tangos lunfardos, buscando palabras más livianas que reemplazaran las que molestaban los oídos de los funcionarios. Hasta tal punto llegó el celo profesional de estos “guardianes de lo correcto” que prohibieron la palabra alcohol y la hicieron quitar del título de uno de los temas populares, obra del poeta Homero Manzi y del pianista Lucio Demare, los mismos de “Malena” que se llamaba “Tal vez será mi alcohol” . Debieron llamarla “Tal vez será mi voz”.

Abundando en esto de la censura, no solamente a los tangos hubo que cambiarles el nombre: a la churrasquería (restaurante típico de asado argentino) “El chorizo honrado” la rebautizaron como “La vitamínica”. Lo del chorizo aparte de su obvia alusión , también se refería a la palabra lunfarda “ladrón” .Como suele suceder, el humor popular brota como por encanto y comienza a manejarse entre chistes y chascarrillos, parodiando la seriedad oficial y aparece el ingenio del porteño, que le cambiará el nombre a la famosa pizzería “Las Cuartetas” para llamarla “Los Cuarsenos”, mientras que el tango “Hacélo por la Vieja”, pasará a ser “Hazlo por Mamá”, o “Yira,yira” (“Cuando la suerte que es grela, fallando y fallando, te largue parao...”) de Discépolo, el mismo de “Cambalache”, se lo titule “Dad vueltas, dad vueltas” o “Camina, camina”.

A la señora del general Ramírez, de apellido Lobato, la gente la llamaba señora Lodigo. Esto último se explica ya que “Batir” en la jerga lunfarda significa decir, hablar. Y así fueron muchos los tangos que tuvieron que cambiar de nombre, o directamente no pudieron difundirse. Justamente, Discépolo convenció a Juan Domingo Perón en su primera presidencia, de que estas prohibiciones privaban de fuentes de trabajo a los compositores, logrando que se anularan todas estas absurdas disposiciones.

Luego se prohibieron y censuraron tangos que tenían contenido social o de “protesta” y sucesivos golpes militares tenían en sus programas, el borrar todo vestigio al respecto. Circulaban las “listas negras” muchas veces oficiales y a veces la autocensura se encargaba de limpiar el panorama. Volvemos a “Cambalache” (al que hacíamos referencia en la primera nota) que tuvo el honroso privilegio de haber sido prohibido por todas las dictaduras militares, o “Bronca” que escribe Mario Batistella a pedido del cantante Edmundo Rivero en 1962: “ Refundir a quién se pueda, es la última consigna, y ninguno se resigna, a quedarse sin chapar; se trafica con las drogas, la vivienda, el contrabando, todos ladran por el mando, nadie quiere laburar(1); los ladrones van en coche, Satanás está de farra, y detrás de la fanfarria, salta y baila el arlequín; es la hora del asalto, sírvanse que son pasteles, y así queman los laureles que supimos conseguir (2)). Podríamos hacer una larga lista, pero baste esto para ilustrar por ahora, a nuestros amigos lectores.
(1) Laburar: trabajar.
(2) Los laureles que supimos conseguir: frase del Himno Nacional Argentino.