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El azúcar paga impuestos

El azúcar paga impuestos

Fuente: La Vanguardia - Alicia Rodríguez de Paz - Madrid

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Algunos países introducen tasas sobre alimentos para prevenir la obesidad.  El riesgo de muerte prematura aumenta un 30% por cada 15 kilos extra de peso.  La educación no basta para corregir los malos hábitos de salud de la población. El sector alimentario cree un disparate elevar tasas para reducir el consumo

Hace treinta años, la idea de prohibir fumar en un bar o un hospital resultaba, para muchos, descabellada. Tan inconcebible como hasta hace unos meses pensar en pagar una tasa especial por un refresco. Pero la lucha contra la epidemia de obesidad por parte de unos gobiernos acuciados por la escasez de recursos y una factura médica que no para de crecer comienza a emprender nuevas estrategias.
Desde el año pasado, poco a poco engorda la lista de países que plantean un recargo para alimentos con alto contenido en azúcar o grasas. También es cierto que algunos de los que han dado el paso o lo han planteado amenazan con echarse atrás. Mientras Dinamarca acaba de abrir la puerta a la retirada de una tasa sobre la grasa (impuesta en el 2011 a los aperitivos, al queso, al aceite...), el Gobierno de Mario Monti ha aparcado su idea inicial de gravar las bebidas con gas.
En todo caso, la posibilidad de gravar productos poco saludables para desincentivar su consumo se ha instalado en la agenda política y el debate social de muchos países occidentales. Los promotores de estas nuevas políticas impositivas defienden que para cambiar los hábitos de alimentación de los ciudadanos ya no basta con la educación, la información y las campañas de concienciación.
Los organismos internacionales no se cansan de advertir de las dimensiones de la epidemia de obesidad: las personas con mayores problemas de peso mueren, por término medio, entre ocho y nueve años antes que las personas delgadas -una situación equiparable a la de los fumadores-. Por cada 15 kilos extra se incrementa el riesgo de muerte prematura aproximadamente un 30%. Se calcula que la obesidad es responsable de entre el 1% y el 3% del gasto sanitario en muchos países -en Estados Unidos, entre el 5% y el 10%- y, lo que es peor, los costes crecerán rápidamente en los próximos años si no cambia la tendencia.
Para Carlos Álvarez-Dardet, catedrático de Salud Pública de la Universidad de Alicante, el incipiente interés de los gobiernos por gravar alimentos con altos contenidos en grasas o azúcar es "efecto de la crisis económica: los estados necesitan más financiación". Como otros expertos en salud pública, considera que, al igual que pasó con el tabaco y sus daños para la salud, ahora se está haciendo visible la epidemia de obesidad. "Se ha creado una memoria colectiva: las industrias son vulnerables; si se ganó la batalla a las tabacaleras, se puede conseguir con los fabricantes de bebidas azucaradas, por ejemplo", asegura este catedrático, que ha participado en proyectos internacionales de investigación sobre políticas de nutrición.
Los que promueven este tipo de medidas impositivas defienden que no basta con crear una tasa para los alimentos poco saludables. Importa, sobre todo, cuánto supone esa tasa con respecto al precio del alimento o la bebida. Según estudios recientes recogidos por la revista British Medical Journal, para que haya un efecto beneficioso en la salud de la población es necesario que la tasa suponga un recargo del 20%. Mediante modelos de predicción, establecen que una tasa del 20% en las bebidas azucaradas en Estados Unidos reduciría los niveles de obesidad un 3,5%.
"Cuando se opta por aplicar una tasa, por penalizar -explica el sociólogo Josep Lluís Espluga-, se está reconociendo que la batalla de la educación es muy difícil de ganar". Este profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona cree que estas medidas son "síntoma de un pequeño cambio, de un enfrentamiento de los gobiernos con las grandes corporaciones: estos impuestos de nuevo cuño, más que disuadir al consumidor final, se dirigen a la industria y su sistema de distribución". Además, señala, envían un "mensaje claro de que la bollería industrial, los platos precocinados, la comida rápida, los refrescos azucarados, aunque forman parte de nuestra cotidianidad, no pueden ser la base de nuestra dieta saludable".
Sin embargo, Espluga, al igual que organismos como la OCDE, recuerda que las tasas a estos alimentos no deben perjudicar a los que tienen menos recursos y que, por tanto, dedican una parte muy importante de sus ingresos a la alimentación. Por ello, reclama garantizar a la población el acceso a comida saludable.
Otras voces, como la de Giuseppe Russolillo, presidente de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas (AEDN), se oponen a gravar determinados productos de la cesta de la compra: "No creemos que existan alimentos buenos ni alimentos malos, sino más bien estilos de vida saludables y estilos de vida no saludables". En cambio, apuesta por introducir a nutricionistas en el sistema sanitario público español y enseñar a la población a comer de forma sana. "Es así como se reducen los problemas de enfermedades cardiovasculares, los relacionados con la diabetes y con la obesidad y factores asociados", reivindica. Russolillo recuerda que "no hay un consenso en la comunidad científica sobre los beneficios de aplicar una medida impositiva".
Desde la industria de la alimentación se pone en cuestión que las tasas sobre alimentos tengan una influencia real en la conducta de los ciudadanos. Para Josep Puxeu, director general de la Asociación Nacional de Fabricantes de Bebidas Refrescantes Analcohólicas (Anfabra), es "un disparate" gravar productos como las bebidas azucaradas. "El debate fiscal no es un debate nutricional", defiende.
"Estas iniciativas fiscales muchas veces ocultan un afán recaudatorio -opina Jorge de Saja, secretario general de Asociación Española de Fabricantes de Masas Congeladas (Asemac)-. Es mucho más útil ofrecer a la población la mayor información posible y, como estamos haciendo desde hace tiempo, trabajar en la reformulación de los productos de panadería, de bollería industrial, para conseguir una composición lo más equilibrada posible". En el sector se descarta que este tipo de tasa se implante en un plazo breve en España. "Nos acaban de subir dos puntos el IVA", se quejan.


 

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