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HISTORIAS DE TANGO

Caminito (y III)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
 El pintor Benito Quinquela Martín,
El pintor Benito Quinquela Martín,
Culminamos con esta entrega la crónica de la columna dedicada a la calle Caminito del Barrio de la Boca en Buenos Aires, al tango del mismo nombre y a quién estuvo directamente relacionado con todo ello, el pintor Benito Quinquela Martín, aquél niño que fue abandonado nada más nacer en la Casa de Expòsitos del barrio de Constitución de Buenos Aires y que años después fuera adoptado por un ciudadano italiano y una argentina.
En la segunda nota hacíamos referencia a sus duros comienzos de trabajador portuario, hasta sus primeras exposiciones que lo iban a catapultar a los sitios más encumbrados del arte de la pintura. El 4 de noviembre de 1924 inauguró su exposición en la Galería Witcomb de Buenos Aires, luego viajó a Brasil y logró colocar varias de sus obras en el Palacio de Gobierno de aquélla República. Un año después recibió el Tercer Premio del Salón Nacional. Tenía entonces 35 años.

Poco después llegó a Madrid para exponer, con gran éxito de público y crítica. En Argentina mientras tanto, gobernaba el presidente Marcelo Torcuato de Alvear, quien con su esposa Regina, se convirtieron en su más importantes impulsores. Por consejo de ambos viajó a Paris en el año 1926 y expuso en la galería Charpentier. A partir de entonces comenzó una carrera imparable que lo llevó a mostrar sus trabajos en Anderson Galleries de Nueva York y en La Habana, Cuba, donde conoció a Georgette Landig, la escultora que fue el gran amor de su vida.

De regreso a Europa, Italia le abrió las puertas al descendiente de genovés, con el beneplácito del Rey y de Benito Mussolini, que le propuso pintar las acerías de Nápoles, a lo que Quinquela se negó. Dijo que únicamente pintaba el puerto de la Boca. Siguió mostrando sus cuadros en Inglaterra, Nueva Zelanda y por supuesto en varias provincias argentinas. Pero también fue un hombre muy generoso que no olvidaba su pasado, ya que donó un fabuloso terreno donde se construyó la Escuela Museo Pedro de Mendoza, pintó dieciocho murales para sus aulas y en el último piso instaló su estudio y vivienda. Realizó una tarea filantrópica única en Argentina que consistió en un Jardín de Infantes, un lactarium, una escuela de artes gráficas, un instituto odontológico y numerosas donaciones.

Si el amigo lector viaja algún día a Buenos Aires, no deje de visitar el Museo de Bellas Artes de la Boca ubicado en la calle Pedro de Mendoza 1835, con treinta y seis maravillosas obras de su producción y más de ochocientas del museo que el creó, además de su casa y estudio. Una información más para el lector: A Quinquela se le llamaba “el Van Gogh argentino”. Pintaba a los marineros del Riachuelo de la Boca, y al crítico inglés James B. Mason, le recordaba al período cuando el holandés pintaba a los mineros de Borinage.

Bibliografía: Genios de la pintura argentina. Benito Quinquela Martín. Selección y textos Ignacio Gutiérrez Zaldívar. Editorial Perfil. España.
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