Cada vez se está haciendo más “engorroso” morir.

Si se te ocurre morir fuera de la ciudad en que vives, será otro quebradero de cabeza para quienes te sobrevivan. Todo un atado para obtener la autorización de sacarte a otra cuidad y si por “fatalidad” has muerto un día Viernes en la tarde, después de las 14 hrs… ¡Prepárate!, el salvoconducto sanitario deberá esperar hasta el Lunes siguiente.

Si se te ocurre morir a mitad de semana, tu velatorio y funeral no serán muy concurridos. Está difícil conseguir permisos en las oficinas, además con esta cesantía producida por “La Crisis Financiera” hay que cuidarse de los despidos; y con todas las ausencias por culpa de “La Porcina”, a los jefes bien poco les importará que un querido amigo de la infancia haya pasado a integrar el equipo de “los que ya nunca más podrán ir al cine”.

Bueno, una vez estando ya “bien” muerto, es decir que haya ocurrido en tu casa, en tu ciudad, y en un Viernes (AM), vienen otras delicatteses de este sub-mundo de la muerte.
¿Tienes dinero para morir? Como anda tu Fondo de Pensiones. ¿Que decía la letra chica del contrato acerca de la cuota mortuoria o ayuda a los deudos? ¿Fue rentable tu último suspiro? Y si moriste en una UTI de alguna clínica privada… ¿Qué irá a dar más pena; tu partida o la cuenta?

Y comienzan los preparativos para “La Gran Final”.

Llegarán parientes venidos de otras ciudades, y que por lógica consecuencia “aterrizarán” en tu casa, muchos de ellos se quedarán allí y más de alguno hasta dormirá siesta porque el viaje fue largo.

En la Funeraria, los familiares encargados de tu depósito definitivo, serán tentados con diferentes ofertones:
Pack 1 = (básico). Urnas de color oscuro y sin barnizar; funeral a pleno sol; bajan el féretro por medio de cuerdas (es decir a pulso); un furgón carroza ni siquiera catalítico y un solo auto para los deudos, modelo 2 puertas.

Pack 2 = (para emprendedores) Urnas de alegres colores; música ambiental tipo “Bossanova”; toldo para proteger del sol a los invitados y un motorcito que regula en forma mecánica la bajada de las cuerdas; furgón japonés y dos autos para los acompañantes (por supuesto de 4 puertas).

Pack 3 = (cliente plus). Urnas acolchadas y con celular (por si sólo era un ataque de Catalepsia) y botón de pánico por si la señal bajo tierra fuera débil; música ambiental a elegir (se sugiere “El himno a la alegría”); doble toldo y alfombra; sentido responso pre-grabado por un párroco que ni siquiera conoció al fallecido, pero recreó con maestra pasión su biografía; cómodos asientos con respaldo, los de primera fila con albas fundas y el logo de la funeraria muy discreto en un costado con la frase “ayudándolo a sentir y a sentar”; un sistema por control remoto hace descender la urna suspendida en cintas con los colores patrios, que hacen recordar que el personaje fue un gran ciudadano y que siempre donó su vuelto en el Supermercado del barrio para ir en ayuda de los más necesitados del país; carro mortuorio “del año” y tres vehículos para los familiares, con aire acondicionado y frecuencia radial interconectada entre ellos, para irse dando ánimo y consolándose durante la travesía de cruzar la cuidad, todos equipados con sistema GPS por si extravían la ruta al Camposanto (ya que por ser Domingo en la mañana, tendrán que sortear dos Ferias Libres y un cambio de sentido del tránsito por motivo de la gran Maratón Dominical corrida ese día en la progresista comuna en que vivía el occiso).

Terminado el funeral, todo seguirá igual. Y aquellos llorosos parientes y amigos que te ofrecieron todo su eterno apoyo, es muy probable que no los vuelvas a ver por un buen tiempo… Mejor así.

Con todo lo antes expuesto, solamente me cabe agregar: Por favor… sólo cruza en las esquinas…