No preguntes por el sexo de tu futuro hijo

Una invitación para que por una vez… dejémosle algo a Dios.

En este mundo que ya cada día nos depara menos sorpresas, por favor dejémosle algo a Dios…

Porque ya nada sorprende.

La verdad es que hemos perdido la capacidad de asombro. Si en las noticias escuchamos que cayó un avión con 200 personas, sólo nos limitamos a decir: “menos mal que no iba ningún conocido mío”.

Además vivimos los acelerados tiempos del “Pre”, parece que se estila vivir la vida por adelantado. Todo es anticipado. Lo he dicho muchas veces: arroz “pre-graneado”, telas “pre-lavadas”, tarjetas telefónicas de “pre-pago”, comportamiento en realities “pre-determinados”, relaciones sexuales “pre-matrimoniales”.

Disfrutemos de la única sorpresa que le va quedando a la vida por ofrecernos:

Por favor, no le preguntes al médico por el sexo de tu bebé que viene en camino.

No podemos ser tan prácticos, tan calculadores y tan fríos, hasta llegar al extremo de querer averiguarlo antes, para decidir de que color le compramos las sabanitas, los bucitos, los baberos, o de que color le decoramos su futura habitación.

No invadamos los sagrados territorios del Hacedor.

Es cierto que como mamás se verán enfrentadas a una serie de “presiones familiares y sociales”, con respecto a esa incógnita divina, pero es vuestra decisión. Por algo lo habrán estado atesorando ustedes durante nueve meses. Inténtenlo, disfruten de ese “plus” que les tiene reservado el destino para tan ansiado y anhelado día.

Como médico pediatra, pienso que Dios, permitió que el cerebro humano llegara a desarrollar la Ecografía, para saber si ese nuevo ser viene bien, si tiene dos manitos, si su corazón funciona normal, etc. Pero no, para saber de que color le compramos los calcetines…