La belleza de estas Vírgenes “!callejeras” se muestran en los materiales más diversos: mármol, piedra, cerámica, teselas de mosaicos, pintura… Unas imágenes van al aire y otras en fanales de cristal que se iluminan en la noche.
Unas quinientas imágenes marianas salen al paso de los viandantes romanos o visitantes de Roma, entre las que destaca la Madonna de la Salud del pueblo romano, porque la tradición cuenta que salvó a la ciudad de la peste y todos los habitantes le quedaron agradecidos. Al parecer el número de imágenes romanas en el exterior de las casas llegó a superar las dos mil, si bien se fueron perdiendo a lo largo de los años a medida que se restauraban los muros.
La hornacina situada en la plaza de las Cinco Lunas se puede limpiar desde dentro de la fachada del edificio, por lo que san Josemaría Escrivá quiso adoptar el mismo sistema cuando se instaló una Virgen al estilo romano en la fachada de Villa Sachetti, casa central de la prelatura del Opus Dei en el Parioli de Roma.
No hay iglesia o museo en Roma donde no brille una Madonna, desde la “Pieta” de Miguel Ángel en la basílica de San Pedro, hasta Santa María dei Monti, Santa María dei Miracolli o Santa María de Montserrat de los Españoles, donde reposaron los restos de Alfonso XIII hasta su traslado a El Escorial.
El pueblo romano, tan devoto de la Madonna, recurre a ella en los momentos clave de la necesidad en su historia. Es un pueblo que así se siente bien ornado y bien protegido.