Viajar es más que un placer

Las personas que vuelven de un viaje tienen un 25% más de agilidad mental.

La interacción con otras personas, culturas y ambientes, produce un intercambio muy positivo entre quienes viajan.

Salir de la rutina

Un viaje es mucho más que un traslado a otras tierras. Es entrar en interacción con otra gente, cultura, idiosincrasia, valores, comidas y códigos. Saca de la  rutina a las personas. Generalmente cuando uno permanece en casa realiza cada día las mismas tareas, ve  a la misma gente y tiene el mismo horario. Al llegar a otro lugar, la persona que viaja debe de agudizar los sentidos, hablar quizá otro idioma, entrar en contacto con otra gente muy diferente a la que se ve en el trabajo diario. Se requiere de una dosis de empatía, curiosidad, desarrollo de la comunicación y muchas otras cosas. Las actitudes cambian absolutamente. El estado de alerta cambia. Los cinco sentidos están “asesorando” al viajero para no cometer errores.

Hay estudios y especialistas que concluyen que existe una serie de beneficios físicos y sicológicos asociados a los viajes. Aunque esto pueda sonar algo exagerado, dado que tampoco el trasladarse por una semana, dos o tres, a otro lugar, tampoco  le va a cambiar la vida.

Investigaciones realizadas en el Centro de Salud  St. Joseph, de Toronto, dieron cuenta que los niveles de presión sanguínea, el ritmo cardíaco y la epinefrina, una hormona del stress, de la persona que viaja decae considerablemente luego del segundo a tercer día del traslado.

Hay otro estudio efectuado en el año 2006 por la línea aérea Air New Zealand, que investigó a un grupo de viajeros que se dirigían desde los Estados Unidos de Norteamérica a Nueva Zelandia. Cada pasajero tuvo por 12 días un dispositivo que medía la cantidad y calidad del sueño, tres días antes de viajar y tres días después del arribo. Se constató que la persona a los dos días de viajar, dormía una hora de sueño más, además de que su capacidad de reacción mejoraba en un 80%. Luego al volver a su ciudad de origen, seguían durmiendo una hora más y su capacidad de reacción era entre 30 y 40% superior que antes del viaje. Los estudios fisiológicos de estos beneficios aún no se conocen, sin embargo, otro análisis comprobó que la terapia de viajar puede ayudar a quienes sufren de depresión.

Trastorno del ánimo y serotonina

Una característica muy marcada es que las personas con trastorno del ánimo tienen bajos niveles del neurotransmisor serotonina, el que está estrechamente ligado al bienestar físico y mental. Al emprender un viaje estos niveles y los de la dopamina (relacionado con el sentido de la aventura) se elevan mucho más.

En cuanto a los hombres  que correen un riesgo coronario, en especial, se constató que los que viajaban frecuentemente presentaban un 21% de menor riesgo de morir por variadas causas. Y un 32% de fallecer a raíz de un problema cardíaco.

Control de nuestra propia vida

Sea el destino que sea, la persona lo elige de acuerdo a sus gustos, posibilidades, trabajo y muchas otras variables. Otros viajan solamente a lugares donde tienen amigo. Lo que sí es 100% seguro que cambiando el entorno se cambia de actitud. Para viajar se necesita sólo una actitud positiva, apertura de mente y mucha disposición de ánimo.

El sólo hecho de pensar dónde se irá y empezar a empacar maletas ya es un cambio. En la vida cotidiana repetimos todos los días los mismos actos, hacemos el mismo camino, vamos a la misma oficina y vemos a la misma gente. Todo se hace en forma automática.

Al viajar las cosas cambian: se retoma el control de la propia vida. Se cambia absolutamente de horario, rutina, en todo. Un viaje es un desafío que lo lleva a uno a tener el control sobre uno mismo. Se debe de decidir todo, desde lo que  se come, a qué horas, a qué restaurante se va, etc.

La mente se desestructura

En el diario vivir conocemos los códigos, llevamos una rutina y nos movemos con soltura. Cuando llegamos a un lugar nuevo, perdemos todos los referentes usados hasta ahora. Nos enfrentamos a otra realidad. Debemos resolver muchas cosas desarrollando destrezas hasta ahora desconocidas. Ha quedado atrás el exceso de estructura que es agotador, por ello deshacernos de esto es un descanso.

El anonimato es terapéutico

Igualmente y muy importante es que al llegar a un destino nuevo, nos brinda el anonimato. Se vive una libertad plena para hacer y decir lo que uno realmente siente. Nadie nos conoce, ni sabe de nuestros  logros y fracasos. También hay estudios  que señalan que el sólo hecho de las expectativas que se forman en torno al viaje, aumentan los sentimientos positivos hacia la familia, la situación económica y la salud. Nadie que viaja al llegar a su nuevo destino recibe llamados de cobradores, problemas, ni sabe de su cuenta bancaria. Todo queda atrás, se vive intensamente la aventura de conocer a nueva gente, comidas, costumbres, lenguajes, paisajes y todo.

También, se produce una reciprocidad cuando entramos en contacto con nuevos lugareños. Se pregunta sobre sus costumbres, comidas, formas de vida y viceversa, lo que enriquece a ambas partes.

Viajes

Cuando decidimos un viaje, va incluido el destino que queremos conocer y si iremos solos o acompañados. Hoy día se brinda muchos tipos de viajes. En cruceros, destinos turísticos únicos, turismo de aventura, de congresos, idas a termas y spa, tour grupales y más. Lo cierto es que cualquier destino escogido tiene íntima relación con los gustos de la persona, su estado anímico, y motivaciones íntimas. Se viaja para olvidar lo conocido y sumergirse en un mundo nuevo, que es desafiante, atractivo y hasta misterioso.

¡Feliz Viaje!