Es un órgano de tal antigüedad, que en Europa se conservan tan sólo tres de esta categoría, uno en la catedral vieja de Salamanca, otro en el monasterio de santa Clara en Tordesillas y éste de la Encarnación de Ávila.
Presentó el libro su autor el Dr. Nicolás González, que lleva cuarenta años escudriñando en el archivo y biblioteca de este Monasterio. El último fruto de sus investigaciones es este libro de trescientas sesenta páginas que contiene una breve historia de monasterio y su justificación por denominarlo la Ciudad de las Carmelitas, más de cien fotografías a todo color con el inventario de bienes artísticos del mismo que por estar dentro de clausura no pueden contemplarse directamente, planos gráficos con medida de superficies y volúmenes también de espacios interiores.
La cuarta y última parte del libro incluye la transcripción de los principales documentos escritos, en que se basa la historia de esta casa religiosa, con todos los avatares descritos en los primeros capítulos de la historia.
Lo llama ciudad, porque es la imagen que mejor le cuadra a este monasterio en el tiempo en que lo habitó santa Teresa de Jesús, 1535 a 1574. En su territorio de unas quince hectáreas de superficie, habitaban unas doscientas monjas, y además seglares, niñas educandas o como huéspedes, y los correspondientes empleados como pastores, hortelanos médico, cirujano, muleros, con sus correspondientes casas rurales y dependencias agrícolas y ganaderas. Las monjas podían salir libremente a la calle, para comer cuando se les acababan los comestibles en la casa o a curarse de enfermedades en casa de sus padres y hermanos.
El conferenciante puso como contrapunto este monasterio multisocial y multicolor, con el que fundó santa Teresa, cuando se salió de él en 1562 para fundar una orden y convento nuevo. La ciudad señorial de largos claustros y amplias celdas, en la que residió durante 27 años, la cambió por una casita de vecindad, en la que vivieran unas poquitas en familia, siendo todas iguales. Y en vez de llamar a la principal la muy magnífica señora Priora doña y a las demás vuestras mercedes, a la superiora la llamarían Madre y a las otras, hermanas. Todo sería común, andarían descalzas y se sentarían en el santo suelo.
El acto estuvo presidido por el Obispo de la diócesis y el presidente de la Diputación provincial, que elogiaron al libro y a su autor. Los bancos de la iglesia se ocuparon por completo de invitados y amigos del monasterio, y en el coro asistieron las veintinueve carmelitas que ahora forman la comunidad monacal.