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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...

Un experimento: El efecto terapéutico del dinero en las mujeres

Por Germán Ubillos Orsolich
domingo 02 de febrero de 2020, 01:17h

31ENE20 – MADRID.- Como diría Ortega, Darwin o Gregorio Marañón, hagamos el siguiente experimento: elijamos un día cualquiera en el hogar en el que vivamos y notemos el carácter hosco, de pesimismo o talante desabrido de la mujer y de las hijas, que llega incluso a molestar al varón de la casa.

Sentémoslas a todas ellas en el sofá del salón una al lado de la o las otras. Sentémonos nosotros en una cómoda butaca cerca de ellas y saquemos del bolsillo un fajo de relucientes billetes “recién salidos de fábrica” de 50 eros.

Vayamos poniendo en las manos extendidas de cada una de ellas, sin venir a cuento, con carácter sorpresivo, la cantidad de 300 a 400 euros y díganles; “esto es para vosotras, para vuestros caprichos…. y el mes que viene procuraré hacer lo mismo.

Notareis no de forma inmediata pero mejor a la media o una horas, el principio de un cambio, un cambio cualitativo y espectacular.

Sus ánimos se calmarán, reinará el silencio. Dormirán como ceporros una o dos horas más sin necesidad de somníferos ni benzodiacepinas…y lo que es más importante, se levantarán al día siguiente de un humor excelente, te tratarán como a un príncipe, sin rencores ni malentendidos - como diría Camus –, más sonrientes, más jóvenes. Encantadoras, cariñosas, de un humor excelente. En fin, otras personas, algo espectacular.

¿ Y en los hombres no pasa lo mismo – preguntarán inquietas al borde de la indignación.

Pues no; haced la prueba, el efecto no es el mismo. Generalmente al hombre le interesa la trascendencia mientras que a la mujer lo inmediato, la inmanencia. Es por eso que la entrega sorpresiva de una masa de billetes hace mucho más bien en la mujer que en el hombre.

También notarán que unos días después desaparecerán del hogar sin decir nada. No se alarmen, se están gastando el dinero.

¡Ah, si todo fuese así, el dinero lo cura todo!. Pero no; puede curarlo todo, incluso el mal humor, pero no la muerte.

….Pero la muerte es un hecho natural, que hay que aceptar como tal, es el fin de la vida.

Pues, no. Lo natural no es morir, lo natural es vivir siempre y aquí. La muerte es un accidente, una mala pata, una desgracia. Un error. Lo natural es la vida, lo natural es vivir.

Y bien, piénsenlo como con los psicoanalistas, que dicen: “por hoy hemos terminado”.

Mañana será otro día. Hoy ya tienen materia para pensar, hay que ejercitar las neuronas, evitarán con ello peligrosas enfermedades neurológicas. Estos son sus deberes para hoy.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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