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Castillo de San Felipe de Barajas.
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Castillo de San Felipe de Barajas.

330 años de Blas de Lezo

Por A. del Saja (*)
sábado 09 de febrero de 2019, 21:54h

10FEB19 – MADRID.- El 3 de febrero de 1689 nacía Blas de Lezo y Olavarrieta en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa), una localidad con vocación marinera y un puerto próspero y dinámico. Su partida de bautismo no indica la fecha exacta de su nacimiento, pero está comúnmente aceptado que el bravo marino defensor de Cartagena de Indias, debió venir al mundo el día de San Blas.

Blas de Lezo
Blas de Lezo

Éste héroe por fin ha sido rescatado de un olvido injusto. Perteneciente a una familia hidalga con nobleza acreditada, sus padres le enviaron muy pequeño a estudiar a Francia. Así, adquirió nociones elementales sobre navegación, bajo la influencia de los jesuitas, que en ese momento controlaban el monopolio intelectual, pedagógico y científico de la formación de los marinos

Este domingo 03 de febrero se cumplieron 330 años del nacimiento del defensor de Cartagena de Indias, un héroe que por fin ha sido rescatado de un olvido injusto. En este día tan significativo de su biografía, el mismo en que, casualidades de la vida, salió de Cádiz con destino en Cartagena de Indias, Mariela Beltrán García-Echániz y Carolina Aguado Serrano, autoras de “La última batalla de Blas de Lezo” han querido repasar su brillante carrera militar hasta su partida hacia la ciudad caribeña. “De estos cuarentas años de fiel servicio a un desagradecido Felipe V, se ha escrito mucho y no siempre desde la verdad”, dicen.

Lezo pasó once años al servicio de la Armada francesa, unida por entonces a la española con motivo de la guerra de Sucesión. En la batalla de Vélez-Málaga, el 24 de agosto de 1704, perdió una pierna por un tiro de cañón. A pesar de la gravedad de su lesión, no abandonó el servicio y asistió al socorro y envío de barcos y pertrechos de guerra a Peñíscola y a Palermo; defendió la ciudad francesa de Tolón —sitiada por el duque de Saboya— montando las guardias terrestres; y estuvo en el puerto de Rochefort en labores de guardacostas por el Atlántico. Allí combatió con numerosos corsarios y realizó varias presas enemigas, inglesas y holandesas, entre ellas la fragata inglesa Stanhope, de cuarenta cañones, una acción de guerra que le produjo diferentes heridas, posiblemente también la que le dejara «estropeado» el brazo.

A partir de 1712, la Armada española se independizó de la francesa y Blas de Lezo regresó a España como capitán de navío. Tras el segundo sitio de Barcelona en 1714, recibió el mando del navío Lanfranco, que integrado en la escuadra de Fernando Chacón, fue destinado al Caribe para transportar hasta Cádiz los caudales hundidos en 1713 en el canal de Bahamas. Tras su regreso a España pasó al Pacífico.

En 1716, con el mismo navío Lanfranco se incorporó a la escuadra de Juan Nicolás Martinet, corsario francés al servicio de la Corona española, con la misión de limpiar los Mares del Sur de corsarios, piratas y buques contrabandistas, principalmente franceses, que dañaban seriamente la Hacienda española con el ejercicio del comercio ilícito en las costas de Chile y Perú. Permaneció en el Pacífico para la reorganización de la Armada del Mar del Sur, situada bajo el mando de Urdinzu con Lezo como segundo comandante, aunque a partir de 1723 ejerció de facto como primero. Sostuvo un reñido combate contra una escuadra de doce navíos dirigida por monsieur de San Juan, enfrentamiento que le costó recibir heridas de consideración en un ojo.

A principios de 1732 fue enviado a Génova con una escuadra de seis navíos para exigir la devolución al rey de dos millones de pesos dejados como garantía de cobro por el asiento de las galeras de esa república. Nada más arribar exigió que se rindieran honores al estandarte real como desagravio y que, antes de un plazo señalado, se devolvieran los fondos confiscados. Seguidamente participó en la expedición a Orán como segundo comandante de la armada. Asegurada la plaza, escoltó hasta Alicante las 120 embarcaciones de transporte que regresaban con las tropas expedicionarias.

En 1734 fue ascendido a teniente general y quedó como comandante de Marina del Departamento de Cádiz pero en enero de 1735 fue convocado por la Corte, que le obligó a entregar el mando del Departamento a Rodrigo de Torres. Instalado en su casa del Puerto de Santa María, permaneció sin empleo hasta que en julio de 1736 recibió el mando de la escuadra de galeones guardacostas de Cartagena de Indias: los navíos Conquistador y Fuerte que debían escoltar a cerca de diez mercantes y registros. El 4 de febrero de 1737, con 48 años, emprende una difícil travesía a bordo de El Conquistador cruzó el océano para llegar a Cartagena de Indias.

Lezo, a quien su fragor marino a los 25 años ya le había arrebatado un brazo, una pierna y un ojo, consiguió, a base de ingenio, defender la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia) en 1741 frente a una flota británica de casi 80 barcos. La superioridad británica era tal que los ingleses llegaron acuñar monedas con lo que creían que sería una victoria segura y con un Blas de Lezo humillado.

El bravo marino español que defendió a Cartagena de Indias durante el ataque de la armada inglesa, es el militar más recordado en la ciudad colombiana, mientras en España su gesta permaneció olvidada durante muchos años. La memoria de este español ha sido perpetuada en Cartagena dando su nombre a un barrio, a una avenida, a una plaza y erigiéndole en 1.955 una estatura al pie del emblemático Castillo de San Felipe de Barajas.

Precisamente, la memoria de Blas de Lezo fue recordada, hace más de un año, por una delegación española de empresarios y profesionales del sector turístico, que estuvieron acompañados por miembros de la Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo. El acto consistió en la colocación de una corona y se incluyó en la programación del IV Congreso Internacional de Calidad Turística, celebrado en tierras colombinas.

El hostelero catalán Miguel Gargayo, uno de los promotores del homenaje, señaló que “se lo merecía” porque Blas de Lezo “ha sido un héroe español que ha estado olvidado durante 300 años y que ahora se empieza a recuperar su memoria histórica”.

Hizo extensivo su reconocimiento no solo a Blas de Lezo, sino “a todos los soldados españoles de Cartagena, compañías ciudadanas y de negros libres, que supieron contener en una proporción de 10 a 1 al invasor inglés a base de arrojo y sacrificio más allá de su deber”.

“La llegada de casi 30.000 soldados ingleses a Cartagena de Indias entraba dentro del gran plan que pretendía establecer su base en la ciudad para cortar la comunicación con Perú y Bolivia, que abastecían de plata al imperio español”, explicó Miguel Gargayo.

El hombre que salvó el imperio español al repeler el ataque que en 1741 digirió Edward Vernon contra la ciudad, sirve hoy para recorrer Cartagena de Indias y conocer la estrategia militar por él planteada, que permitió el triunfo de las tropas cartageneras sobre las británicas y, por consiguiente, lograr la permanencia y dominio de la corona española en este territorio durante casi un siglo más. El ataque a la ciudad duró aproximadamente dos meses.

Murió en Cartagena el 7 de septiembre de 1741, a los 52 años de edad, después de sufrir varias enfermedades y antes de ser relevado de todos sus cargos por medio de la Real Cédula del 21 de octubre de 1741. Se desconoce dónde se encuentran sus restos. En su recuerdo un barco de la marina española lleva su nombre.

Fruto de su posición estratégica al ser una de las mejores bahías de las Indias, fue blanco de piratas y corsarios por lo que se vio obligada a levantar fortificaciones. Fuertes que la protegían del desembarco y ataque de naves enemigas.

De sus fortificaciones destaca el Castillo San Felipe de Barajas, considerado el “templo del turismo” por la cantidad de visitas que recibe, en cuya construcción se emplearon 19 años, trabajando en la primera etapa reos culpables.

La toma de este castillo fue uno de los principales objetivos durante el ataque británico, por ser punto estratégico para la defensa de la urbe. Una vez que los ingleses decidieron atacar se encontraron con una hábil estrategia dirigida por Lezo, quién decidió excavar un foso profundo alrededor del cerro San Lázaro donde se levanta el castillo, con lo que las escaleras no consiguieron superar las murallas y optaron los ingleses por retirase ante el fuego defensor y el contrataque fuera de las murallas con bayonetas.

El castillo de San Felipe está considerado como la obra cumbre de España en América. Este enclave, como explican los guías durante la visita, jamás atacó, se limitó a defender. Cartagena todos los años conmemora su independencia con una marcha multitudinaria al Malecón.

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