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Escaparate de Libros

“Bala extraviada”. Un libro profundo para leer despacio

Por Germán Ubillos Orsolich
lunes 08 de octubre de 2018, 18:08h

08OCT18 – MADRID.- La tarde de octubre era bochornosa y los árboles permanecían totalmente verdes, como avisando que algo marchaba mal. Pero Alcalá de Henares, donde desde hace décadas no iba, me llenó de recuerdos y entré en la pequeña librería “Charing Cross” cuyo solo título me cautivó, pues “Charing Cross” es uno de mis filmes predilectos, con un Hugh Grant inefable y una Julia Roberts inolvidable.

“Bala extraviada”. Un libro profundo para leer despacio

Dentro, el calor era intenso, me acompañaba mi amigo el director de siempre. Había que presentar un libro que no había leído y las espectadoras eran pocas, dudé si sentarme con ellas y aplaudir al editor y a mi amigo, pero dada la situación mí instaron a que me sentara en la pequeña presidencia. Fue entonces cuando me percaté que una chica muy joven con una guitarra iba a amenizar el acto.

Hablamos los tres del grueso libro en cuestión – una novela - , yo me salí por los cerros de Úbeda y dije algo sobre Stephen Hawking y sobre Albert Einstein y vi como la cabeza de librero asomaba sorprendida a mi izquierda.

Pero he de confesar que lo que me impresionó más fue aquella joven con la guitarra que iba a amenizar el evento. Llevaba los labios pintados de rojo y una melena larga y rubia. Tenía junto a ella unos finos folletos si se comparaban con el mamotreto que se iba a presentar. Pero en un momento dado dijeron que ella era la autora de “aquellos folletos”, y al percatarme y ojearlos vi que era poesía y eran unos libros muy bien editados. Le pedí entonces que me dedicara uno de ellos, y ella estampó con un boli o pilot negro una dedicatoria cálida y cercana…..Ella era la “Bala Extraviada” y yo la comenté que la ayudaría a no extraviarse, a lo que ella ligeramente airada respondió que muchas veces es mejor extraviarse que permanecer impávidos y quietos.

El caso es que regresamos en el coche de mi amigo el director de escena, pues yo ya no conduzco. Ella iba detrás y yo delante junto al conductor.

Ya antes de eso me contó que era de origen ruso pero que había sido adoptada. Eso no niego que de algún modo me conmovió, pues yo recorrí la Unión Soviética de punta a cabo antes de la caída del muro de Berlín, y siempre he admirado a ese pueblo, por cierto muy semejante al nuestro.

Aunque parecía española por lo bien que hablaba el castellano y sus modales, yo intuía que era rusa pues leyó ante el pequeño auditorio dos de sus propios poemas, el segundo de los cuales titulaba, “Mi entierro”. No puedo negarles que me encantó – ante el murmullo general –, pues a mí la muerte siempre me ha fascinado, tanto personal como literariamente.

Pero vamos al grano. Al llegar a casa comencé a leer el librito en cuestión, y créanme lectores que me dejó atónito y perplejo por su fuerza, por su profundidad analítica y desgarrada tanto del entorno como de su profundo yo, algo así como un Dostoyevski, Pushkin y Turguenév en mezcla. Toda la fuerza desgarradora rusa de ese pueblo que ha sufrido y padecido tanto; primero con los zares, después con los soviets y ahora con los traficantes del capitalismo cutre que han copiado quizá como nosotros muchas cosas malas del capitalismo USA sin copiar sin embargo las buenas.

“Tabachkova”, como así se hace llamar o quizá se llame Elena G. Blázquez, con esa mirada triste en contraste de un rostro lleno de hermosura y juventud, manifiesta verso a verso el desengaño que le va produciendo la realidad de la vida en su contraste con lo que su corazón ansía. He conocido rusas e incluso íntimamente, pero jamás una criatura con el saber hacer y la cultura capaz de desarrollar la tragedia del alma humana en sus varias facetas y en contraste con lo que la vida da de sí….y que es bastante poco.

Los versos de este libro sorprenden, hacen pensar, hay que leerlos con prudencia y muy despacio, a veces releerlos dada no solamente su profundidad sino también la veracidad deslumbrante y brutal de sus hallazgos, que nos hacen conocernos mejor a nosotros mismos.

En fin, un libro de cabecera que convendría llevar en la maleta como recordatorio a lo largo todo nuestro viaje a través de la vida.

Fue casual mi encuentro con su autora en “Charing Cross”, la pequeña librería de Alcalá de Henares.

Insisto en recomendarles la lectura de “BALA EXTRAVIADA”, de Tabachkova, publicado por Editorial “La poesía mancha”, de Madrid….. ¡Ah, y de paso que se den una vuelta por la pequeña y preciosa librería “Charing Cross” de Alcalá de Henares, merece la pena!.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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