La Virgen de agosto

Al calor tórrido del verano – de virgen a virgen, se suele decir – se celebra esta fiesta, glorificación y plenitud de la Santísima Virgen en la obra de la redención y alumbramiento del Rey de Universo, “fiat” de su voluntad que se celebra y se celebrará hasta el fin de los tiempos. De una España cristiana y cristianizante que la llevamos muy dentro de nuestra sangre de generación por generación.

Baste esta alegría, este festejo y esta gloria, a sabiendas que gracias en buena parte a Ella la historia de los seres humanos va a tener un final feliz, y es una festividad por cierto posterior a la de la muerte temporal y martirio de San Maximiliano Kolbe, prototipo de los hombres de fe que dieron su vida por los demás, en este último caso en el campo de concentración de Auschwitz, donde Benedicto XVI y en su visita personal al enclave solo pronunció las siguientes palabras : “Señor, ¿dónde estabas?.”

Valga esto para confirmar el amor por los demás que proclamó y confirmó con la cruz su Divino Hijo.

Sea cumplida la recompensa y la esperanza de una vida más allá de la muerte, de una vida eterna que debemos también y sin lugar a dudas a la “Virgen de agosto”, patrona de las Españas.