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RAJOY LE DA UN PLAZO DE CINCO DÍAS A PUIGDEMONT

Cataluña y España juegan a la patata caliente
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Cataluña y España juegan a la patata caliente

Ni Carles Puigdemont, jefe de gobierno de Cataluña, ni Mariano Rajoy, presidente español, han querido, hasta el momento, comprometerse con una decisión frente a la independencia

jueves 12 de octubre de 2017, 12:29h

12OCT17 – MADRID.- Parecía no existir otro camino posible. Carles Puigdemont, jefe de gobierno de Cataluña, se enfrentaba, en apariencia, a dos únicas opciones: declarar la independencia de su región o no hacerlo. Pero optó por la clásica: tirarle la patata caliente a otro. Durante su discurso, dijo que sí pero no. Primero aseguró que Cataluña, tras los resultados del referendo, merecía ser una región independiente de España. Luego agregó: “Proponemos suspender durante unas semanas la declaración de independencia para entrar en una etapa de diálogo”.

La opinión pública quedó perdida. Algunos, incluso, alcanzaron a titular que la independencia había sido declarada. Pero no fue así. Puigdemont, en vista de las amenazas y la presión que había recibido en los últimos días para que desistiera de la independencia (no sólo, desde España sino también desde la comunidad internacional), lo que hizo fue dejar el asunto en manos de Mariano Rajoy, presidente de España.

En una entrevista con CNN, Puigdemont aseguró que estaba dispuesto a un diálogo sin condiciones. Propuso una negociación con dos miembros de cada ejecutivo: dos de España, dos de Cataluña.

“Estamos en un punto donde lo más importante es que no hay condición previa para sentarse y hablar, tenemos que hablar en las condiciones adecuadas", dijo Puigdemont.

Rajoy reaccionó convocando a un consejo de ministros con carácter urgente, al que también tenían boleto de entrada los representantes de las principales fuerzas políticas españolas.

Básicamente, Rajoy se enfrentaba a dos posibles caminos: El primero, aceptar la propuesta de diálogo, lo que, para los más ortodoxos representaba ceder frente Puigdemont. La segunda, asumir que el discurso del líder catalán era una declaración de independencia y, tal y como lo había prometido, aplicar el artículo 155 de la Constitución, el peor escenario posible para los catalanes y su gobierno.

En el marco de la Constitución, el artículo supone una medida de carácter excepcional que implica el control político de las comunidades autónomas por parte del estado.

“Si una Comunidad Autónoma no cumpliere las obligaciones que la Constitución u otras leyes le impongan, o actuare de forma que atente gravemente al interés general de España, el Gobierno, previo requerimiento al presidente de la Comunidad Autónoma y, en el caso de no ser atendido, con la aprobación por mayoría absoluta del Senado, podrá adoptar las medidas necesarias para obligar a aquélla al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”, se lee en el artículo.

Ahora bien, nunca en 40 años de democracia se ha planteado realmente la aplicación de este artículo, por lo que existen muchas dudas respecto las repercusiones concretas que podría traer consigo.

Los constitucionalistas no se ponen de acuerdo alrededor de lo que permite o no este artículo, pero coinciden en que, al no especificar medidas concretas, el Gobierno central tiene mucho margen de acción siempre que el Senado lo apruebe –la cámara alta española goza de mayoría absoluta de los conservadores en esta legislatura–.

Hay acuerdo entre los juristas: dicen que el Ejecutivo español podrá “dar instrucciones” al responsable de una autonomía, es decir, a Carles Puigdemont.

Por eso no está tan clara la propuesta del partido derechista Ciudadanos, que ya ha pedido en distintas ocasiones a Rajoy que aplique el artículo 155 y que, bajo su lectura, debería servir para suspender las competencias autonómicas, destituir al gobierno catalán, disolver el Parlamento y convocar a elecciones.

Por otra parte, Pedro Sánchez, secretario general del PSOE –partido socialista a la oposición–, ya ha manifestado su pleno apoyo al gobierno de Rajoy en sus decisiones.

Lo que sí está claro es que la reacción de muchos ciudadanos catalanes –independentistas o no– sería tan contundente como la aplicación del artículo 155. Joan Tardà, diputado independentista en la Cámara baja española, recordó ayer a Rajoy que “la inmensa mayoría de los catalanes, sean o no independentistas, no van a aplaudir esta decisión, inadmisible en el siglo XXI”.

Durante el consejo de ministros, Rajoy escuchó a varios líderes políticos de su país, entre ellos, el jefe de Podemos, partido de izquierda, quien expresamente le pidió al presidente no aplicar el artículo 155.

Rafael Hernando, representante del Partido Popular, el mismo de Rajoy, aseguró que “la Generalitat (el organismo que organiza al ejecutivo y al parlamento catalán) se ha adueñado de todo el pueblo catalán”. “Muchos catalanes dieron una lección al mundo de lo que somos: una gran nación”, aseveró refiriéndose a la marcha del domingo pasado, en la que salieron a las calles los catalanes que están en desacuerdo con la independencia.

Finalmente, Rajoy intervino y lo hizo con los triunfos arriba: “No se puede dialogar con quienes intentan poner su voluntad por encima de la voluntad de los demás".

Pero más adelante Rajoy usó el mismo truco de Puigdemont: le soltó la patata caliente, para que sea él quien tenga que tomar una decisión. Le dio un plazo de cinco días para que defina si declaró o no la independencia. El lunes, entonces, Puigdemont tendrá, de nuevo, que resolver el asunto.

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