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La crisis favorece la aparición de bandas latinas en España

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
La policía y la Justicia ha asestado duros golpes a las bandas en los últimos años
La policía y la Justicia ha asestado duros golpes a las bandas en los últimos años

El Supremo ilegaliza a Dominican Don't Play, considerada una de las bandas latinas más peligrosas en España. Los expertos advierten de la presencia de maras, "peores que la Mafia y la Camorra". El Supremo declaró ayer ilegal la banda latina Dominican Don't Play, siguiendo el camino abierto con los Latin Kings, los Ñetas o los Blood and Honour.

Según la policía, se trata de la banda más peligrosa de las que actualmente operan en nuestro país. Sus miembros usan con frecuencia armas y machetes para cometer delitos. Entre ellos, lesiones, robos o agresiones sexuales. Es la primera vez que el tribunal se pronuncia sobre esta banda, surgida en Nueva York en los años 90 y con fuerte implantación en nuestro país desde 2004. Están considerados una escisión de los Latin y los Ñetas, con los que mantienen continuos enfrentamientos.

En la misma sentencia, el tribunal decidía también absolver a cuatro jóvenes de delito de asociación ilícita por un incidente ocurrido en la discoteca Kató, de Madrid, en diciembre de 2008, que terminó con varios heridos de bala y la intervención de un machete, por no considerar acreditada su pertenencia a la banda.

Más peligrosas que la mafia

En estos momentos son los más activos y diría que los más peligrosos. Están utilizando las armas, la violencia para hacerse con las calles” Quien habla es un agente que prefiere mantenerse en el anonimato, uno de los grandes conocedores de las bandas y de sus tripas. Asentados sobre todo en Madrid, los Dominican intentan afianzarse poco a poco para controlar el minudeo de la droga.

Pedro Gallego, otro de los máximos expertos en bandas latinas en nuestro país, disiente, en cambio, sobre su alta peligrosidad. No son, dice, los más peligrosos, como afirma la sentencia del Supremo. Durante cuatro años vivió en Honduras, donde analizó la estructura y el comportamiento de las maras, agrupaciones delictivas formadas generalmente por jóvenes de hasta 30 años que se dedican a sobrevivir a través del delito. De su brutal experiencia salió un libro, “La Mara al Desnudo”. Él detecta ya una preocupante presencia en Cataluña, y no muestra titubeos: “Son más peligrosas que la Mafia y la Camorra”. Nos lo suscribe también este policía “Soy optimista y pienso que en nuestro país no se dan las circunstancias para este crimen organizado. Pero no podemos bajar la guardia. Es cierto que hay síntomas de su presencia en Barcelona y también en Madrid”

 El opaco mundo de las bandas latinas es un escenario vivo y en permanente evolución, que extiende de forma silenciosa sus tentáculos. Los Latin y los Ñetas han sido desplazados por grupúsculos y escisiones que van derivando en nuevas bandas, como la ahora ilegalizadas. Aunque si hay un rasgo común a todas ellas es la existencia de “conflicto”. “Son como los neonazis”, dice el policía, “solo que aquí se aprovechan de ellos”

Sus “víctimas” fáciles son adolescentes estigmatizados, en situación de vulnerabilidad que han acumulado fracasos a lo largo de su vida, en sus relaciones sociales, en su integración en la sociedad” y que se juntan con gente afin. Chavales, dice José Vicente Esteve, profesor de Criminología de la Universidad de Valencia y experto en bandas latinas, que justifican la violencia para resolver sus conflictos. Según este experto, cuando un joven se integra en estas bandas lo hace para demostrar, a sí mismo y a los demás, que es adulto, y que puede asumir los roles ligados a la madurez. Aunque ello implique la exposición a riesgos. Eso es, precisamente, lo que le dará status en la banda. “Tienen que demostrar que son agresivos, capaces de autodefenderse y, sobre todo, de generar respeto”. Porque el “respeto” es lo que les da valor en su banda. En otras palabras, cuanto más respeto, más temor generan ante los demás.

Algunos de estos chavales son violentos, pero otros se vuelven violentos cuando ingresan en el grupo”, coinciden los expertos. Y con la violencia se legitiman, conquistan territorio y generan conflicto con el “enemigo”, otras bandas, la policía, los inmigrantes... Todos, sea cual sea su ideología, siguen el mismo modus operandi. Quema de contenedores o de coches, sucursales bancarias destrozadas...y también la muerte.

La propia ceremonia de ingreso en la banda es ya una demostración de violencia que supone duros castigos. “Por ejemplo, demostrar fortaleza física con 18 segundos de palizas”, dice Esteve. Palizas con guantes, en muchos casos, para no dejar huellas. Golpes o pruebas físicas inhumanas, mil abdominales, carreras que duran horas... En otros casos, el pasaporte es de tipo delictivo. “Lo peligroso de las bandas no es que lleven las mismas zapatillas, lo peligroso es que para formar parte de ellas tienes que aprobar este examen”, matiza este experto. Una vez dentro, cada escalón de la jerarquiá se irá ganando a base de delitos contra un “enemigo”, generalmente, otra banda rival. Y, en algunos casos, mantenida a través del “pago de cuotas”, en ocasiones obtenidas mediante el robo. Lo que convierte además a las bandas en una estructura totalmente mafiosa.

Según datos del ministerio del Interior, 3.500 jóvenes pertenecen a alguna banda latina. A pesar de la creencia, no todos proceden de Sudamérica. La policía considera que en torno al 70 por ciento vienen de estos países, pero los restantes tienen la doble nacionalidad. Son españoles de segunda generación. Desde el Centro de Estudios e Iniciativas sobre Discriminación y Violencia, CEIDIV, nos advierten “estamos detectando un aumento de mujeres españolas que empiezan a coquetear con el ambiente de las bandas. Los dominicanos son guapos y así empiezan... metiéndose en la organización”

La crisis, germen de las bandas

¿Puede haber entonces ayudado la crisis al auge de las bandas? Esteve toma la pregunta con prudencia, pero deja entrever la respuesta “un joven se integra en una banda porque no encuentra alternativas. La mejor política para prevenir esto es la creación de esperanza y de un presente y un futuro. Nuestra sociedad tiene las puertas cerradas y un futuro negado a los jóvenes”.

Gallego, en cambio, es tajante. “Sin duda alguna. El desempleo, la frustración, los embargos y la falta de perspectivas para conseguir un empleo les lleva a la conclusión de que estan siendo segregados. Aparecen guetos y con ellos el riesgo de confrontaciones. Este experto recuerda algunos episodios recientes, como los disturbios de Alcorcón en 2007, o los de Londres, en 2011, con presencia de pandillas.

La crisis, además, provoca deserciones. Algunos de sus miembros optan por regresar a sus países de origen debido a la crisis y el desempleo, y entonces aumenta la necesidad de los grupos de captar a otros nuevos que los sustituyan. Los encuentran en entornos de colegios, parques y centros infantiles. Se nutren de chavales cada vez más jóvenes.

Según datos de la policía, en torno al 40 por ciento de sus miembros son menores. Ellos son además los que cargan con los delitos de más peso, ya que recibirán menos castigo penal. La “captación” se realiza en los alrededores de colegios y parques, y generalmente a partir de los doce años.

El Supremo los ilegaliza, ellos se hacen invisibles

Las actuaciones policiales de los últimos años han conseguido debilitarlas, pero no acabar con ellas. “Se encuentran activas en casi todas las provincias de España”, dice Pedro Gallego “aunque han expansionado más y generado más incidentes en aquellas donde el colectivo de extranjeros es mayor”, como Madrid, Barcelona o Zaragoza.

La ilegalización no es suficiente, hay que atajar las raíces del problema”, dice Pedro Gallego. Y esto es, aumentar los programas asistenciales dirigidos a los integrantes de las pandillas y favorecer medidas de convivencia entre nacionales e inmigrantes. “Es un paso, algo hay que hacer”, sostienen desde el Centro de Estudios de la Violencia “no es la única solución, tiene que ser una solución de todos” Y Francisco Esteve advierte: “la justicia no puede mirar para otro lado, pero esto tiene consecuencias. Que policía y jueces pongan la atención sobre ellos les hace sentir poderosos. Porque en el imaginario colectivo los consideran más peligrosos de lo que, en algunos casos, realmente son”

Aunque el fenómeno es relativamente nuevo en nuestro país, Esteve destaca el esfuerzo de especialización que han hecho desde su conocimiento las fuerzas de seguridad del Estado. Brigadas dedicadas a vigilar de cerca estas bandas, conocer sus rituales y ceremonias, sus símbolos, sus pintadas, sus territorios, sus víctimas.

Pero si antes pertenecer a la banda era un orgullo que sus miembros exhibían con collares y tatuajes para demostrar su integración y su nivel de liderazgo dentro de ella, a medida que la presión policial fue aumentando, las bandas iniciaron una estrategia de despiste “Se quitaron de encima todo lo exterior, sus símbolos, incluso los tatuajes con láser”. En el caso de los Dominican, por ejemplo, reservaron sus característicos collares (en azul y rojo) a las reuniones para evitar ser identificados por la policia.

Las bandas se han hecho invisibles”, dicen los expertos. Los miembros más activos han sido detenidos y los jefes se han dispersado en grupúsculos más dificiles de investigar. Ahora, las bandas están más dispersas y tienen una estrategia más oculta.

En 2006, la Generalitat autorizó que los Latin Kings se constituyesen como asociación cultural legal. La Asociación Cultural de Reyes y Reinas Latinas de Cataluña tiene incluso página de Facebook y una lideresa, Queen Melody, que repite que lo único que hace es difundir valores culturales. El mismo camino siguió otra banda conocida, los ñeta. Esta consideración fue aprobada después de dos meses de seguimiento sin que se hallasen ilegalidades, y les permitió, desde entonces, disfrutar de todos los beneficios de una asocaición reconocida. Entre ellos, recibir ayudas y subvenciones de las administraciones. Un intento de legalidad que ha traído consecuencias. Muchos de sus miembros se inscribieron en la asociación cultural. Pero los más combativos siguenj en la clandestinidad.

Son el sueño de los grandes cárteles de la droga, también en España

Pero las bandas plantean hoy un desafío, sus vínculos con los tentáculos del crimen organizado “Son potencial para los grandes distribuidores de droga. Las más peligrosas están ya al servicio de los grandes cárteles. Una red de comercio minorista que podrían cambiar y desestabilizar el tráfico de droga, aquí y en el resto de Europa. El sueño de cualquier narco”. Una estrategia de interés mutuo entre los jefes de la droga y las bandas latinas. Los primeros, suministran mercancía. Los segundos, a sus “soldados o sicarios”, gente con experiencia en combate callejero, acostumbrados a la ley del silencio, que están sustituyendo a los sicarios tradicionales.

Fuente: lainformacion.com - Luz Sela - 12/02/14 -

 

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