Deporte con ojos de mujer

Pero comencemos desde el principio.

Cuenta la historia que en épocas olímpicas antiguas las dejaban afuera de los estadios y si incumplían con el decreto, no importaba si eran familiares de los atletas o simples espectadoras, eran arrojadas desde la colina de Typaion. Así le pasó a la madre osada que se vistió de hombre para ver a su hijo en una competencia de lanzamiento de bala y fue descubierta.

Este tipo de violencia de género cambio en la otra era olímpica. Pero el fútbol, en cualquier lugar del mundo, aún sigue siendo propiedad de los hombres. O al menos eso cree cierto sector con la mente un poco cerrada.

Claro que parte de la culpa también la tiene la mujer, quien en cierta época aceptó esas frases de “este deporte no es para mujeres” y lo consideró aburrido, tedioso. Fundamentalmente el fútbol. Pero cada vez más, quizás en busca de demostrar que puede informarse y hacer lo que le gusta, se fue abriendo espacios. Sea practicando el deporte o participando de él de forma indirecta. Muchas veces con reprobación de su propio entorno, porque el deporte no iba a ser ajeno a la dificultad social de incorporar a la mujer en los distintos ámbitos para los cuales no estaba acostumbrada.

Pero vamos desde el principio. Lo primero fue intentar practicar el deporte, como modo de vida, de mejorar la salud. Así, encontramos atletas mujeres: ciclistas, tenistas, patinaje… todos ellos socialmente aceptados para ambos sexos. Y el fútbol? También es un deporte… Hay un antecedente en 1880, cuando los creadores del fútbol, los ingleses, promovieron por intermedio de Nettie Honeyball, el fútbol femenino para eventos de caridad. Pero nada más.

A partir de la Primera Guerra Mundial, la mujer aumentó su participación deportiva pues la motivaba y le daba seguridad. Fundamental en la época que los hombres morían en las guerras, poder demostrar que también podían sobrevivir solas.

En 1920 Francia e Inglaterra jugaron el primer amistoso de fútbol femenino y los galos se ocuparon de difundirlo en la década siguiente, donde llega a América y en Uruguay, reciente Campeón del Primer Mundial de 1930, se pasa del amateurismo al profesionalismo. Era 1932 y el Estadio Centenario, Monumento Histórico del Fútbol Mundial, se inauguraron las luces con un clásico femenino. Familiares de los entonces jugadores de Nacional y Peñarol, se enfrentaron amistosamente y dejaron a las mujeres en lo más alto.

Pronto comenzaron a salir las mujeres deportistas en las tapas de las revistas. Pero el rechazo no cesó: hasta los médicos decían que físicamente no estaba apta para jugar al fútbol y en muchos países, las chicas pasaron a ocupar las grillas humorísticas.

Europa, un poco más visionaria, aún el la década del veinte les da un poco más de lugar y crea instituciones y clubes donde pueda divertirse y practicar deporte a gusto, pero la Segunda Guerra les cortó las alas hasta los años cincuenta, donde las universidades norteamericanas se propusieron darle el espacio que la mujer merece.

La propia FIFA, en 1952 abrió paso a las damas, que en 1957 formaron la FIFF: Federación Internacional de Fútbol Femenino, y así comenzó a crecer la actividad futbolística y en otros deportes como baloncesto, natación, ciclismo, etc.

El deporte se transforma en espectáculo y así, necesitados del aporte femenino, los diferentes organismos internacionales les permiten ingresar a nuevos sectores laborales y para los noventa, nacen las diferentes leyes de protección de género y con mucho esfuerzo el fútbol va aceptando a la mujer y le da espacios en las áreas de administración y gestión y en los últimos años hasta podemos ver presidentas de clubes, psicólogas y medicas trabajando con equipos deportivos.

La prensa

Siempre existieron mujeres reporteras pero la sección deportes tuvo un cerrojo difícil de romper y recién a mediados de la década del noventa comenzó a cambiar notoriamente este aspecto, y el consumo de periodismo deportivo en el mundo, pasó a ser femenino en un 15%.

Ya algunas se habían adelantado y contra viento y marea desarrollaban la profesión. Muchas cuentan como eran las únicas alumnas de la generación y para sorpresa de muchos que aun viven en la edad de piedra, siempre fueron respetadas por el entorno. En los veinte, en Barcelona, aparecieron Anna María Martínez Sagi y Anna Rumaní, quienes escribían para La Rambla y Crónica, sobre todo tipo de deportes.

Poco a poco se fueron metiendo en la radio, aunque con escasa participación o refiriéndose a los deportes menos populares. Ese rechazo social continuaría unas décadas más, hasta que a fines de los sesenta, Mari Carmen Izquierdo cambia la historia comentando los acontecimientos, desde el punto de vista de la mujer, de los protagonistas en el diario madrileño As y en Radio Peninsular. Y da inicio a una etapa en la que pasa a trabajar en la redacción como cualquier otro redactor gracias al apoyo del subdirector Rafael Rienzi y en 1970 es llamada a Televisión Española para sustituir a José María García en los informativos.

Los ochenta llegaron a los países desarrollados con locutoras, redactoras presentes en los entrenamientos y en los vestuarios haciendo notas en las zonas mixtas, aunque este proceso demoró un poco más en Sudamérica donde las pocas que había no lograban la total aceptación social.

La evolución llegó a las propias periodistas generales, cuando en oportunidad de la Copa del Mundo de 1982, dejaron de ver al fútbol como elemento machista y violento y se dieron la oportunidad de ver el lado positivo que todo tiene, en tanto tengamos ganas de buscarlo.

Mientras América había avanzado de la era de piedra a la de bronce, en el tercer mundo Mari Carmen Izquierdo era nombrada Presidenta de la Asociación Española de la Prensa Deportiva. Un logro sin dudas importante en este proceso de aceptación de la mujer dentro del deporte.

En los noventa, con las universidades norteamericanas enseñando fútbol a niñas, los europeos aceptando que la mujer puede ver y hablar de fútbol igual que el hombre y participar de forma igualitaria de cualquier empleo relacionado con él, América intentó no perder pisada y poco a poco las mentes se fueron abriendo. Hoy en día existen muchas mujeres en el deporte y son aceptadas y respetadas.

Claro que como en todo, no se puede generalizar. En Argentina se les llama botineras a las señoritas que constantemente rondan a los jugadores de fútbol en busca de fama y dinero, algunas de las cuales han compartido espacios más que personales con varios del mismo plantel, definición tomada por algunos naturales de otros países, quienes aún con mente en las cavernas y sin saber lo que ese modismo significa, intentan minimizar la buena labor y el conocimiento de las muchas que día a día han demostrado que las mujeres pueden estar en el mismo lugar que los hombres, tanto dentro como fuera del campo de juego.

Por todo esto, y porque en muchos lugares sigue costando abrirse camino, mi reconocimiento para todas, deportistas, espectadoras o colegas de la prensa, que a lo largo de la historia y en cualquier lugar del mundo, luchan y reman día a día contra la peor de las mareas para superarse y por dignificar el deporte, recuperando esa esencia que la violencia de las expresiones machistas, fue imponiendo.

FELIZ DÍA PARA TODAS LAS MUJERES QUE DÍA A DÍA DEMUESTRAN QUE EL DEPORTE, NO ES SOLO PARA HOMBRES!