Intideoro.flv;150;150
www.euromundoglobal.com

OPINION

Tribunas mudas

“Detesto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo” (Voltaire)

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Tal vez la derecha pretenda que la participación social se reduzca a reuniones precocinadas entre autoridades y organismos públicos y a que se “informe” a los ciudadanos de sus decisiones. Es una visión reductora de la democracia, degradada a mera representación, muy a la mano de quienes quieren mantener un status quo que relega a la ciudadanía a mera clientela.
¡Tribunas mudas! Así estarán desde hoy las tribunas de la Asamblea de Madrid, porque la Presidenta de la Asamblea que antes nos castigó a los diputados sin agua, ha mandado ahora silencio y vacío para los debates. Es la respuesta institucional a la reacción cívica de los y las trabajadores en Madrid ante el desgobierno y el desinterés por sus problemas reales. La idea es primaria, pero eficaz: matemos al mensajero. Amordacemos las voces para que no suenen, callemos a las personas para que no hablen, vaciemos el hemiciclo para que no escuchen, llamemos a la policía para que no se manifiesten.

¿Cómo hemos llegado a este punto de no retorno? Pues muy sencillo, sin prisas pero sin pausas. Primero se suspendió el diálogo social (y se dijo que era por culpa de la intransigencia de los sindicatos), luego se demonizó la movilización social (y se echó la culpa a los “pagados” de los sindicatos profesionales de manifestarse contra el gobierno regional), más adelante se desalentó toda crítica (y se culpó de trasnochados a los críticos), después se culpó a la oposición de marrullera y de no hacer oposición y de dejar ésta en manos de los sindicatos, usando de paso el rodillo parlamentario para no permitir el debate, y ahora, por último, cuando las mediaciones institucionales desaparecieron, cerrando el parlamento regional a la vista pública de la ciudadanía y convirtiéndolo en una cámara opaca y secretista.

Tal vez la derecha pretenda que la participación social se reduzca a reuniones precocinadas entre autoridades y organismos públicos y a que se “informe” a los ciudadanos de sus decisiones. Es una visión reductora de la democracia, degradada a mera representación, muy a la mano de quienes quieren mantener un status quo que relega a la ciudadanía a mera clientela. Pero cuando la sociedad civil queda reducida a meros espectadores mudos, los ciudadanos se convierten en siervos y la democracia se degrada en poliarquía y deriva hacia el autoritarismo. ¿Somos capaces de reconocer este vicio en otras latitudes pero incapaces de sacarnos la viga propia del ojo?

En mi criterio, cuando la ciudadanía ni siquiera puede ser testigo en los espacios de comunicación ínter subjetiva y política y queda alejada del debate, se socavan las bases de la convivencia.

Tal vez esta postura permite una cierta calma chicha, pero el PP debería comprender que un ejercicio prepotente y autoritario del hacer político llena de impaciencia e impotencia a los ciudadanos y ciudadanas y predispone a la sociedad hacia el desencanto o hacia la rebeldía.

El mejor ejemplo es el que se advertía en la cámara: las constantes mentiras y la manipulación del gobierno de la comunidad eran escuchados en vivo y en directo por ciudadanos y ciudadanas desapasionados y que comprobaban el desinterés constante por sus dificultades para mantener el empleo. Ciudadanos que esperaban sensibilidad, altura de miras, soluciones o propuestas ante la crisis, comprensión y responsabilidad, encontraban el lamentable espectáculo de un partido popular centrado en su egoísmo.

Si los ciudadanos entran en la cámara y asisten a sus sesiones pueden sacar conclusiones indeseables, como por ejemplo que el PP apoya las propuestas de una patronal insaciable que quiere contratos más flexibles y que se aprovecha de la crisis para presentar expedientes de regulación y despedir trabajadores; que persigue una construcción política que tiene como principales argumentos el ánimo de lucro, el individualismo y el elitismo; que en su armazón político no entran metodologías de consenso y participación y que los que no pensamos como ellos es porque no leemos.

¿Para qué escuchar, entonces, a la gente?.

Sorprende que sea el mismo Partido Popular que en los últimos años ha protagonizado el mayor número de manifestaciones contra el gobierno central, quien hoy inste al gobierno a través de su delegada de Gobierno y del propio Ministro del Interior a que prohíba las manifestaciones, a que "no vuelvan a autorizar manifestaciones frente a la Cámara regional durante la celebración de sesiones plenarias con el objetivo de preservar el libre ejercicio de los derechos constitucionales de los diputados y el normal funcionamiento de la Asamblea".

¿Coaccionan los ciudadanos a los diputados? Yo en concreto no me he visto coaccionada ni impedida en mis derechos ni atribuciones sino, al contrario, alentada a ejercerlos con responsabilidad y sin perder de vista los intereses de la gente.

Que el propio Partido Popular, que con una mano pide el silencio a los ciudadanos por impedir el normal funcionamiento de las instituciones, sea el mismo que veta con la otra y haciendo uso de su mayoría impide que el vicepresidente regional, Ignacio González, explique en el pleno los contratos de su consejería con las empresas de Francisco Correa, cabecilla del caso Gürtel, resulta un verdadero contrasentido. ¿Qué impide el correcto funcionamiento de las instituciones, la presencia de los ciudadanos o la ausencia de controles al gobierno?

La democracia no debe tener miedo a que los ciudadanos puedan influir en la opinión pública y dar a conocer a los diputados sus preocupaciones y propuestas, máxime cuando se trata del bien público. Al contrario, la efectiva y deseable participación de la sociedad requiere la implicación corresponsable de ésta y no sólo el acuerdo político desde arriba. Restringir el derecho de los ciudadanos a manifestar sus ideas y a dialogar es restar democracia.

Sin libertad de ideas y sin debate público plural, la libertad de conciencia, de culto y de pensamiento no existe o es una mera panoplia declarativa. Quizás eso es el sueño de un sector de nuestra sociedad, pero me resisto a pensar que toda la derecha derive hacia tal degradación autoritaria y espero que alguien (¿La propia presidenta de la Comunidad tal vez?), desautorice a la Presidenta del Parlamento regional. Igual que Aguirre consiguió que se revocara su peregrina pretensión de impedir la entrada de agua a la Cámara, debería combatir la mala idea de mandar silencio y expulsar a los madrileños de su casa.

Madrid despertará, Madrid se reinventará.
  • ----------------------------------------------------
Yolanda Villavicencio M. es diputada Socialista Asamblea de Madrid. Es licenciada en Económicas y Ciencias Empresariales, especialista en Cooperación Internacional al Desarrollo, especialista en Mujer y Desarrollo, máster en Migraciones y Relaciones Intracomunitarias y en los últimos ocho años ha dirigido la entidad AESCO, especializada en migraciones, cooperación al desarrollo y codesarrollo.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (19)    No(0)

+
0 comentarios
Portada | Hemeroteca | Índice temático | Sitemap News | Búsquedas | [ RSS - XML ] | Política de privacidad y cookies | Aviso Legal
EURO MUNDO GLOBAL
C/ Piedras Vivas, 1 Bajo, 28692.Villafranca del Castillo, Madrid - España :: Tlf. 91 815 46 69 Contacto
EMGCibeles.net, Soluciones Web, Gestor de Contenidos, Especializados en medios de comunicación.EditMaker 7.8