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Opinión:

El que siembra odio cosecha violencia

Por Francisco Moreno Blanco - Escritor y Miembro de FEPET

viernes 29 de mayo de 2020, 14:11h

29MAY20 – MADRID.- El pasado fin de semana en el programa “Por fin no es lunes” dirigido por Jaime Cantizano, tuvo lugar una mesa redonda muy interesante con tres brillantes tertulianos:

  • Ignacio Varela (periodista del Confidencial, consultor y tertuliano),

  • Jhon Müller (periodista chileno, fue director adjunto del diario español “El Mundo” y colaborador en Veo TV).​

  • Ignacio Morgado (catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de varios estudios, trabajos de investigación y libros como ‘Emociones corrosivas’)

Debatieron sobre Aplanar la curva del odio, planteando algunas cuestiones esenciales: ¿Qué es el odio? ¿Cómo se propaga? ¿Quién lo inocula? ¿Cómo nos afecta? El odio está en la política, en las redes, en la calle

Me referiré a continuación a alguna de ellas: Odio es una emoción muy negativa, poderosa y altamente peligrosa. Es fácil de activar y muy difícil de controlar. Nos hace vulnerables y sobre todo muy manipulables, lo que puede transformarnos en seres dañinos y sin escrúpulos.

Supone un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo. Los humanos dirigimos el odio principalmente: contra personas, cosas, hechos y objetos

El odio se alimenta sobre todo de creencias, prejuicios (racismo, homofobia, culturales, religiosos,…) y también de los discursos de algunos líderes que proclaman la condena moral de los odiados

El odio daña al odiador porque se instala en la persona de manera constante y este daño le afecta tanto física como psicológicamente, e incluso puede llegar a la quiebra de sus niveles de convivencia.

El odio se siente fundamentado y legitimado cuando es el grupo el odiador, suponiendo un refuerzo y justificación al mismo. El odio colectivo crea cohesión y sentimiento de pertenencia al grupo, como se aprecia en los actos de violencia de determinados grupos ultras en el deporte.

Como observamos en estos momentos de crisis, por la pandemia que nos afecta, en ocasiones algunos políticos de signos y partidos diferentes están recurriendo al odio sentimentalizando la política, lo cual supone una banalización de la misma. Como mercancía política, el odio puede llegar a desembocar en manifestaciones socialmente hostiles, ocasionando graves problemas de convivencia y de orden público.

Pero también algunos medios de comunicación y sobre todo las redes sociales, constituyen en estos precisos momentos fuentes importantes de odio, lo cual contribuye a mantener un peligroso clima de hostilidad en nuestra sociedad.

Y añadiría algo más, en estos delicados momentos todos los españoles (cada una en la esfera que le corresponde), debemos contribuir a bajar los niveles de odio y enfrentamiento. Por el contrario, necesitamos elevar nuestra moral colectiva (sin soflamas ni arengas), que promuevan nuestra confianza en resolver los graves problemas que nos aguardan.

Necesitamos líderes políticos solventes, seductores y eficaces, que estimulen a buscar soluciones para salir de la crisis sanitaria, económica y social en la que nos encontramos los españoles. Hay que dejar al margen las diferencias ideológicas sin prescindir de la ética y construir, no destruir, nuestro país.

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