Federico Palomera – Madrid 1952- no lo ha logrado. Con su primera publicación, hace un par de años, una colección de relatos “El cuaderno del Pendolista” salió dignamente del armario y parece que no va a volver .
Todo escritor en prosa necesita antes o después escribir una novela, e incluso publicarla, Palomera ha tardado pero merece la pena. Quizás esté buscando profesión para cuando dentro de un par de años le toque jubilarse. Siempre pensamos que todo novato nos recuerda siempre a alguien que había logrado lo que él estaba intentando. A mí Palomera me recuerda a Foster Wallace porque su virtuosismo en la descripción del instante prima sobre la continuidad de la trama. Otros dicen que sus palabras tiene un aire a lo Octavio Paz por el barroquismo ilustrado.
Cada cual que saque sus conclusiones tras haber leído el libro. Por supuesto el negro del titulo es blanco, incluso blanco español, de nombre Jaime que se vuelve negro para escribir la autobiografía de Mitzuko , bailarina coreano-japonesa a medida que esta se la va contando , al tiempo que el narrador novela la vida de la misma Mitzuko.
Algunas escenas tienen un espléndido carácter, como la el cóctel en la que hay una parte descriptiva de lo verdaderamente importante que es como acceder a la comida y otra especulativa que asegura que la historia del declive de la Unión Soviética puede estudiarse desde el punto de vista de la oferta de caviar en los cócteles, claramente menguante en sus últimos años.
Muchas otras situaciones tienen una fuerza parecida por lo que es preciso leer tranquilamente y no aplicar técnicas de lectura rápida que nos privarían del rico lenguaje utilizado por el autor y nos impedirían seguir la fascinante vida de Mitzuko.