Es indudable que los servicios de “escorts” o “acompañantes remuneradas” (como también se les conoce) ha evolucionado con el tiempo y la participación de las nuevas tecnologías ha conseguido que esta ocupación comience a mejorar su imagen pública alcanzado sectores de la sociedad que hasta ahora, estaban muy restringidas para la participación de estas profesionales aun cuando todavía en muchos sectores persiste la idea de que una “escort” y una prostituta son la misma cosa.
La sociedad también ha evolucionado y cada vez se acepta con mayor naturalidad que en determinados ámbitos –principalmente en el sector de negocios por ejemplo- los asistentes a congresos o convenciones se hagan acompañar en sus reuniones post-congresos con mujeres espectaculares y que por lo general, responden a unos cánones de belleza previamente establecidos.
Así, se da por entendido que una condición sine quanon en una “escort” es una belleza deslumbrante, un cuerpo (casi) perfecto y todo esto, unido a un “saber estar”·a la altura de las circunstancias avalada por una preparación cultural digna de una persona cosmopolita acostumbrada a todo tipo de situaciones.
No obstante hay una realidad que no puede soslayarse y es que una “escort” puede y suele asociarse a lo que comúnmente se conoce como una “prostituta de lujo” ya que es sabido que contratar una “escort” puede incluir -además del estricto acompañamiento y papel social-, sexo, situación que se establece de manera previa y especifica antes de la contratación de una “escort”.
Pese a que tradicionalmente el servicio de “acompañantes de pago” ha sido terreno femenino, en los últimos años este fenómeno ha traspasado las fronteras de género y cada vez existen más “escorts” masculinos y en países como EE.UU. y muchos europeos y orientales (como Japón) es una tendencia al alza y muchas chicas jóvenes y otras no tanto, suelen pagar altas tarifas por la compañía de chicos que las hagan pasar un buen rato en una especie de “geishas” masculinos.
¿En que se diferencia una “escort” y una prostituta?
Lo cierto es que una “escort” puede tener la doble condición de acompañante y prostituta (de lujo) y esta dualidad es menos probable cuando se trata estrictamente, de “señoritas de compañía” que es como habitualmente se conoce a las chicas que ofrecen servicios sexuales a través de internet o aplicaciones para móviles. El término prostituta propiamente tal se ha ido quedando reducido a las profesionales del sexo que ejercen en la calle o en una casa de citas.
La diferencia fundamental entre una “escort” y una prostituta es que mientras la primera puede ejercer de acompañante primero y ofrecer sexo después, la segunda ofrece sus servicios únicamente como compañera sexual, si bien tanto una como otra lo hacen a cambio de dinero.
En los últimos tiempos y desde la aparición de internet, la “descalificación social” tanto para “escorts” como para una “señorita de compañía” propiamente tal ha ido disminuyendo por la mayor liberalidad de pensamiento alcanzado por las sociedades en general y hoy mismo, se acepta con mucha mayor amplitud el que una chica dedique total o parcialmente su actividad para conseguir dinero como trabajadora sexual a tiempo convenido.
La demanda de servicios –especialmente a través de internet- de estas profesionales, ha ido en aumento y también se ha rebajado la edad de los hombres que solicitan estos servicios ya que investigaciones realizadas en diferentes países europeos indican que cada vez acuden en mayor número a estas profesionales, hombres menores de 20 años y las razones pueden ser muy variadas y van desde el deseo de acceder al sexo sin mayores complicaciones o como resultado de fiestas organizadas entre muchachos como las conocidas “despedidas de soltero”, tan comunes en países de América como por ejemplo en Argentina y en especial en su Capital Federal donde se da como principal reclamo, el contar con las chicas más guapas del subcontinente americano y es así como las “escorts” argentinas, concretamente de Buenos Aires, son las que gozan de mayor reputación tanto por su belleza como profesionalidad.
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