El tiempo de nuestra Galaxia Láctea. El tiempo de los Universos Paralelos.
Más allá de la muerte nuestro cuerpo hecho de materia se descompone y corrompe, aparentemente desaparecemos pero no es así. En ese instante, el más importante junto con el de nuestro nacimiento, ya no medimos nosotros el tiempo, cronológicamente el tiempo comienza instantáneamente a evaluarse “fuera de la materia”, es en el seno de la energía ( que no el vacío) que comienza a computar ese nuevo tiempo y es precisamente la energía inefable, inexpresable, incomprensible, innombrable que desde ese mismo instante ya está corrigiendo nuestros errores, equivocaciones y aciertos….porque esa energía es más vieja que el tiempo conocido, es invisible e intangible, pero muy capaz de decir a ese monte “Vete, aléjate de nosotros” y el monte se va, o a ese niño muerto en presencia de su madre, “Joven, yo te lo ordeno, levántate, ve con tu madre”.
Sé que podéis titubear, incluso abandonar la sala, pero he de recordaros que desde Sócrates y los monumentos funerarios construidos por los Faraones, hasta Descartes, Pascal, Unamuno, Frossard o Newton o el matrimonio Curie, los grandes descubrimientos han sido desvelados a través del pensamiento humano en reposo, desde el silencio, la reflexión profunda e incluso la más absoluta soledad. Solo años o siglos después esas teorías han sido contrastadas y confirmadas a bombo y platillo por la experiencia de las pruebas de los satélites artificiales, radiotelescopios en órbita capaces de escrutar con precisión el espacio profundo, confirmar aquellas intuiciones.
Afirmo esto porque la reflexión prolongada durante décadas de la mente humana, es capaz de penetrar el más opaco y denso de los muros y llegar hasta la luz que la agitada vida actual y las mil preocupaciones del mundo fáctico nos impiden alcanzar.