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¿Está la mujer "invisibilizada" en la Iglesia?

Un grupo de monjas en la plaza de San Pedro en El Vaticano.
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Un grupo de monjas en la plaza de San Pedro en El Vaticano.

Explota la Iglesia a las monjas?

  • Las religiosas denuncian que hacen trabajos domésticos a obispos y cardenales casi que gratis. Dicen que además cuando se enferman o cumplen cierta edad son reemplazadas como si fueran "cosas".

domingo 04 de marzo de 2018, 00:43h

03MAR18 – CIUDAD DEL VATICANO.- Las hermanas Marie, Paule y Cécile se cansaron de llevar su cruz en silencio. Por eso denunciaron en la revista mensual "Mujeres Iglesia Mundo", que se entrega los viernes con el diario del Vaticano, el Osservatore Romano, que ya no pueden seguir haciendo un trabajo casi gratuito para la jerarquía de la Iglesia.

Algunas hermanas, empleadas al servicio de los hombres de la Iglesia, se levantan al amanecer para preparar el desayuno y se van a dormir una vez que la cena se ha servido, con la casa en orden, la ropa lavada y planchada...", describe la hermana Marie, que llegó a Roma desde África hace veinte años.

"En ese tipo de servicio, las hermanas no tienen un horario preciso y reglamentado, como en el mundo laico, y su retribución financiera es aleatoria, a menudo muy modesta", denuncia, entristecida al ver que en muy pocas ocasiones se las invita a compartir mesa con aquellos a quienes sirven.

"¿Es normal que un consagrado se haga servir de esta forma por otra consagrada?", se pregunta la hermana Marie, al constatar que las mujeres se dedican casi sistemáticamente a las tareas domésticas en el universo de la Iglesia. Esta situación, muy arraigada, ha provocado "una rebelión interior muy fuerte" en ellas y "muchas heridas", afirma.

Denuncia papal

El papa Francisco lo ha denunciado en varias oportunidades, pero no ha hecho mucho al respecto. Cuando llegó al trono de San Pedro, en 2013, el pontífice dijo que "sufro cuando veo en la Iglesia y en las organizaciones eclesiales se reduce el papel de las mujeres sólo "a la servidumbre".

"Sufro, y os digo la verdad, cuando veo en la Iglesia o en algunas instituciones eclesiales que el papel de la mujer queda relegado a un papel de servidumbre y no de servicio. Veo mujeres que hacen cosas de servidumbre y no de servicio", dijo.

Así se expresó el pontífice en el discurso a los participantes en la convención celebrada con ocasión de los 25 años de la carta apostólica "Mulieris Dignitatem" de Juan Pablo II sobre la mujer.

El papa, que siempre ha abogado por la importancia del papel de la mujer, explicó que es necesario una reflexión de toda la Iglesia "para dar mayor valor a la presencia de las mujeres".

En 2014, Francisco volvió a insistir. Dijo entonces en una audiencia en la Sala Clementina del Vaticano a las participantes en el 29 Congreso Nacional del Centro Italiano Femenino que cumplía 70 años que, "la contribución vital de las mujeres en la sociedad, en particular con su sensibilidad e intuición hacia el otro, los débiles y los indefensos".

Dijo haberse alegrado también al ver a muchas mujeres que comparten cierta responsabilidad en la asistencia a los sacerdotes en el acompañamiento de personas, familias y grupos, como en la reflexión teológica, y "espero ampliar espacios para una presencia femenina más extensa e incisiva en la Iglesia".

En mayo de 2016, el papa Francisco aconsejó a la Unión Internacional de Superiores Generales que "cuando se les pida una cosa que denote más servidumbre que servicio, tengan la valentía de decir que no", aunque advirtió que no había que "caer en el feminismo".

Sin embargo, la científica y teóloga feminista india, Astrid Lobo Gajiwala, que destaca las "contradicciones e incoherencias" del papa sobre las mujeres. Gajiwala abordó el tema en un libro de ensayos ("Papa Francisco - Léxico"), redactado por expertos, religiosas y cardenales próximos al papa en los que se tratan los grandes temas del pontificado y que fue presentado en inglés y en francés el jueves en Roma.

"Él es sensible a la subordinación de las mujeres en la Iglesia y en el mundo, un problema que denuncia vigorosamente", afirma esta asesora respetada de las conferencias episcopales en Asia. Pero, pese a haber nombrado a mujeres laicas o religiosas para algunos puestos de autoridad en El Vaticano, Francisco sigue la tradición católica-romana que prohíbe la ordenación de mujeres pese a la grave falta de sacerdotes.

Su gran sínodo sobre la familia de octubre de 2015 fue "una ocasión perdida", con treinta mujeres asistentes que no tenían derecho a voto. La experta apuntó "su incapacidad para ver la trama patriarcal y sexista de una gran parte de la Iglesia y de su enseñanza", quizá debida a que el papa argentino tiene una visión más bien intuitiva sobre las mujeres, que no obedece a ninguna ideología.

Enfermas o "tratadas como cosas"

"Cuando las religiosas se enferman suelen ser enviadas de vuelta a sus congregaciones, y los hombres de la Iglesia las remplazan como si fueran intercambiables", critica otra hermana, Paule.

Esta también menciona la suerte de una religiosa doctora en Teología y enviada, sin más explicación, a "lavar platos", o el de una profesora encargada, tras cumplir los 50 años, de abrir las puertas de una parroquia.

"Somos herederas de una larga historia, la de San Vicente de Paúl, y de todas las personas que fundaron congregaciones para los pobres en un espíritu de servicio y de entrega", señala por su parte la hermana Cécile, profesora sin contrato.

Esto da lugar a la convicción de que una retribución "no entra en el orden natural de las cosas" y que "las hermanas sean percibidas como voluntarias de las que se puede disponer como se quiere, lo que provoca verdaderos abusos de poder", denuncia.

Las religiosas hablan también, en el caso de religiosas de África, Asia o América Latina, que sus congregaciones puede que hayan corrido con el gasto de cuidar a familiares enfermos o han financiado sus estudios. "Estas monjas se sienten en deuda, comprometidas, y entonces callan", reconoce.

En el artículo se reconoce que la situación de las religiones "no se trata solo de dinero" sino que el problema "más grande" reside en el reconocimiento de su labor.

"Muchas religiosas tienen la sensación de que se haga mucho para revalorizar las vocaciones masculinas pero muy poco por las femeninas", se indica.

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